Hay que volver la pared del trinquete, a su forma original y que sea eficaz para lo que se pensó que fue para jugar a la pelota. Nuestros abuelos, lo hicieron entre ellos, con permiso del Obispado de Cuenca, y cuatro mataos del Ayuntamiento, lo destruyeron en varios días para incrementar sus ingresos, y encima el albañil, siendo concejal y de los de peso. No se hizo la pared para que fuese bonita y rústica, sino enlucida de cemento para que la pelota bote bien.