Sin duda el campo de La Mancha tiene un encanto especial que no siempre es fácil de valorar, pero para los que amamos esta tierra el amrillo intenso de las estepas tiene una luz mística. Desde luego cualquier comentario sobre el paisaje castellano que de verás merezca la pena leer ya lo sabemos: el gran Antonio Machado captaba como nadie ese duende del campo.
Yo recuerdo de pequeña ver desde la cámara de la casa de mi abuela por las mañanas los inacabables cebadales desdibujandose en el horizonte y sentía un sensación de paz única. Era todo tan bello, tan quieto y tan sereno que parecía un óleo.
Actualmente vivo en un pueblo de la costa catalana cerca de Barcelona y estoy casada con un catalán. Los dos amamos el paisaje mediterraneo, pero yo siempre le digo que las vistas desde casa de mi abuela tenían una especie de embrujo que él no consigue entender. Es lo de siempre: la tierra hay que pisarla para amarla.
Yo recuerdo de pequeña ver desde la cámara de la casa de mi abuela por las mañanas los inacabables cebadales desdibujandose en el horizonte y sentía un sensación de paz única. Era todo tan bello, tan quieto y tan sereno que parecía un óleo.
Actualmente vivo en un pueblo de la costa catalana cerca de Barcelona y estoy casada con un catalán. Los dos amamos el paisaje mediterraneo, pero yo siempre le digo que las vistas desde casa de mi abuela tenían una especie de embrujo que él no consigue entender. Es lo de siempre: la tierra hay que pisarla para amarla.