Nuestra cultura occidental desarrollada de la griega primitiva, romana y cristiana nos ha permitido, con gran sacrificio, a las personas que tenemos la suerte de encontrarnos dentro de su ámbito territorial (Europa, Norte América y poco más, del mundo conocido), vivir un estatus de bienestar, a todos los niveles sociales, aunque no perfecto sí satisfactorio; esto no descarta la constante lucha para conseguir ir más allá sobre lo ya conseguido, pues cualquier situación es modificable para mas confort o perfección. El conocimiento, desarrollo del intelecto, nos permite discernir entre lo que nos conviene y lo que puede ser perjudicial. No olvidemos que aunque los planteamientos se hagan a nivel personal son válidos para toda la sociedad en la que convivimos, de tal forma que lo que es bueno para un singular puede ser bueno también a nivel colectivo.
Muchas veces confundimos la semántica con el auténtico significado de las palabras, el código de entendimiento humano, por la tergiversación intencionada, o no, de los modelos sociales, políticos, religiosos, etc. De tal forma que puede llegar a desvirtuarse el auténtico significado hasta límites insospechados (que analizados con puro criterio nos dan la auténtica dimensión de pobreza intelectual y moral de quienes los esgrimen).
La solidaridad es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, ya que todos somos verdaderamente responsables de todos. La solidaridad es uno de los principios básicos de la concepción cristiana de la organización social y política, y constituye el fin y el motivo primario del valor de la organización social. Su importancia es radical para el buen desarrollo de una doctrina social sana, y es de singular interés para el estudio del hombre en sociedad y de la sociedad misma.
La caridad es una de las virtudes teologales, consistente en el amor desinteresado hacia los demás; de este sentido, la caridad es la práctica organizada de la prestación de auxilio a los más necesitados.
Este invierno ha pasado por el pueblo, lo que alguien en este foro llamó, una familia de búlgaros necesitados. Desconozco el caso personalmente, pero las referencias obtenidas a través de contactos particulares me han forzado a considerar lo que intento exponer. La citada “familia”, que según referencias funcionaba con auténtica jerarquía militar, una vez que consiguió varias toneladas de chatarra desapareció del pueblo, sin que nadie conozca nada más de lo acontecido.
No es la primera vez que los “chatarreros” expolian el patrimonio indispensable para un estudio etnográfico preciso e importante, con fundamento, amparados en la incultura, mal entendimiento de los conceptos básicos anteriormente expuestos y la desidia de las autoridades, que por incompetencia y otras razones que no llego a comprender, lo permiten.
Permítanme que haga un llamamiento a todo el pueblo, y si cabe a toda la región, que antes de desprenderse de algo que parezca inútil, siempre que haya terceras personas desconocidas interesadas, lo pongan en conocimiento de asociaciones y autoridades; de esta forma evitaremos en lo posible el expolio cultural de nuestros pueblos.
Un cordial saludo.
Pablo
Muchas veces confundimos la semántica con el auténtico significado de las palabras, el código de entendimiento humano, por la tergiversación intencionada, o no, de los modelos sociales, políticos, religiosos, etc. De tal forma que puede llegar a desvirtuarse el auténtico significado hasta límites insospechados (que analizados con puro criterio nos dan la auténtica dimensión de pobreza intelectual y moral de quienes los esgrimen).
La solidaridad es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, ya que todos somos verdaderamente responsables de todos. La solidaridad es uno de los principios básicos de la concepción cristiana de la organización social y política, y constituye el fin y el motivo primario del valor de la organización social. Su importancia es radical para el buen desarrollo de una doctrina social sana, y es de singular interés para el estudio del hombre en sociedad y de la sociedad misma.
La caridad es una de las virtudes teologales, consistente en el amor desinteresado hacia los demás; de este sentido, la caridad es la práctica organizada de la prestación de auxilio a los más necesitados.
Este invierno ha pasado por el pueblo, lo que alguien en este foro llamó, una familia de búlgaros necesitados. Desconozco el caso personalmente, pero las referencias obtenidas a través de contactos particulares me han forzado a considerar lo que intento exponer. La citada “familia”, que según referencias funcionaba con auténtica jerarquía militar, una vez que consiguió varias toneladas de chatarra desapareció del pueblo, sin que nadie conozca nada más de lo acontecido.
No es la primera vez que los “chatarreros” expolian el patrimonio indispensable para un estudio etnográfico preciso e importante, con fundamento, amparados en la incultura, mal entendimiento de los conceptos básicos anteriormente expuestos y la desidia de las autoridades, que por incompetencia y otras razones que no llego a comprender, lo permiten.
Permítanme que haga un llamamiento a todo el pueblo, y si cabe a toda la región, que antes de desprenderse de algo que parezca inútil, siempre que haya terceras personas desconocidas interesadas, lo pongan en conocimiento de asociaciones y autoridades; de esta forma evitaremos en lo posible el expolio cultural de nuestros pueblos.
Un cordial saludo.
Pablo