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Como lo prometido es deuda os mando la crónica de Jueves Lardero en nuestro pueblo.
En los días anteriores, las mujeres habían quedado en el plan a seguir, de manera que llegada la hora nos pusimos en marcha hacia la Fuente de los Arenales, con nuestras cestas de comida y bebida colocadas y transportadas en un coche. El camino se hizo corto con las bromas y Hola amigos
comentarios de los andantes. A nuestro paso los campos verdes, los almendros mostrando ya sin timidez sus blancas y rosadas flores, y acompañando el cuadro, el sol, que para ese día se hizo acompañar de las nubes mas bonitas recortadas sobre un cielo azul intenso.
Si Sorolla hubiera visto el conjunto de colores que formábamos, lo hubiera inmortalizado en uno de sus cuadros
Llegados a la fuente en menos que canta un gallo se prepararon varios sitios, todos cercanos entre sí para sentarnos y dar comienzo a la comida.
Se abren las cestas y se colocan las viandas en el centro de cada grupo ¡! Que espectáculo amigos ¡! Allí había manjares preparados primorosamente por las expertas manos de las mujeres, que hacían honor a la tradición, como tortillas, chorizos de orza, costillas y lomo en adobo, chiflitos, pimientos fritos, jerigota, ensaladas…y más. Y todo ello regado con vino hecho por alguno de los comensales, o por agua clara y fresca de nuestra fuente cercana.
El picoteo en cada grupo era libre como es normal en estos maravillosos eventos, y entre bromas y risas, saciamos nuestro voraz apetito y pasamos a los postres.
Allí salieron de las cestas naranjas, manzanas, melones, si, si, melones de la cosecha del Rubio, leche frita hecha por su señora, Merce que tiene unas manos de oro para la repostería.
Aquí debo decir que en el pueblo hubo y hay mujeres cuya sabiduría para las recetas de todo tipo, es proporcional a su modestia, pues hacen verdaderos manjares y no se dan ninguna importancia, y pongo como ejemplo la citada Merce que hace como nadie la leche frita, mantecados de aceite, alajú y otros… Las hermanas Angelita y Matilde, cuyas gachas, cuando son elaboradas por ellas, pasan a la categoría de manjar de reyes, y las migas que hacen ni os imagináis lo buenas que están
Y, ¿quién no se acuerda de los mantecados y perrunas de Patro, la madre de Juan Luis?
Pero volvamos a la fiesta, porque una vez que probamos y degustamos los distintos postres, y tras un descanso recogiendo y bromeando, nos dieron las 5 de la tarde y nos pusimos en marcha hacia el pueblo con el sol medio oculto por las nubes, y refrescando.
Los que quisieron, remataron la fiesta con un café caliente en el bar de Bernardo.
Hasta aquí el relato de lo que yo deseaba, desde el momento de decidirme a ir para disfrutar del Jueves Lardero.
Perdonarme la broma los que habéis tenido la paciencia de leer mi relato pues nada más lejos de la realidad.
Amaneció un día de lo mas desapacible, y el frio, la lluvia y a ratos la nieve, hicieron imposible la celebración de la fiesta en el campo. De manera que se hizo y no con menos alegría, en el bar de Bernardo.
Pero para contaros eso habrá otro cronista mas autorizado, porque, el que esto escribe no estuvo allí.
Si amigos, vine a Cuenca la noche del miércoles, pero avisado de las inclemencias del tiempo el jueves durante la mañana, no fui y lo he sentido de verdad.
Hasta pronto foreros. Os quiero. Manuel
En los días anteriores, las mujeres habían quedado en el plan a seguir, de manera que llegada la hora nos pusimos en marcha hacia la Fuente de los Arenales, con nuestras cestas de comida y bebida colocadas y transportadas en un coche. El camino se hizo corto con las bromas y Hola amigos
comentarios de los andantes. A nuestro paso los campos verdes, los almendros mostrando ya sin timidez sus blancas y rosadas flores, y acompañando el cuadro, el sol, que para ese día se hizo acompañar de las nubes mas bonitas recortadas sobre un cielo azul intenso.
Si Sorolla hubiera visto el conjunto de colores que formábamos, lo hubiera inmortalizado en uno de sus cuadros
Llegados a la fuente en menos que canta un gallo se prepararon varios sitios, todos cercanos entre sí para sentarnos y dar comienzo a la comida.
Se abren las cestas y se colocan las viandas en el centro de cada grupo ¡! Que espectáculo amigos ¡! Allí había manjares preparados primorosamente por las expertas manos de las mujeres, que hacían honor a la tradición, como tortillas, chorizos de orza, costillas y lomo en adobo, chiflitos, pimientos fritos, jerigota, ensaladas…y más. Y todo ello regado con vino hecho por alguno de los comensales, o por agua clara y fresca de nuestra fuente cercana.
El picoteo en cada grupo era libre como es normal en estos maravillosos eventos, y entre bromas y risas, saciamos nuestro voraz apetito y pasamos a los postres.
Allí salieron de las cestas naranjas, manzanas, melones, si, si, melones de la cosecha del Rubio, leche frita hecha por su señora, Merce que tiene unas manos de oro para la repostería.
Aquí debo decir que en el pueblo hubo y hay mujeres cuya sabiduría para las recetas de todo tipo, es proporcional a su modestia, pues hacen verdaderos manjares y no se dan ninguna importancia, y pongo como ejemplo la citada Merce que hace como nadie la leche frita, mantecados de aceite, alajú y otros… Las hermanas Angelita y Matilde, cuyas gachas, cuando son elaboradas por ellas, pasan a la categoría de manjar de reyes, y las migas que hacen ni os imagináis lo buenas que están
Y, ¿quién no se acuerda de los mantecados y perrunas de Patro, la madre de Juan Luis?
Pero volvamos a la fiesta, porque una vez que probamos y degustamos los distintos postres, y tras un descanso recogiendo y bromeando, nos dieron las 5 de la tarde y nos pusimos en marcha hacia el pueblo con el sol medio oculto por las nubes, y refrescando.
Los que quisieron, remataron la fiesta con un café caliente en el bar de Bernardo.
Hasta aquí el relato de lo que yo deseaba, desde el momento de decidirme a ir para disfrutar del Jueves Lardero.
Perdonarme la broma los que habéis tenido la paciencia de leer mi relato pues nada más lejos de la realidad.
Amaneció un día de lo mas desapacible, y el frio, la lluvia y a ratos la nieve, hicieron imposible la celebración de la fiesta en el campo. De manera que se hizo y no con menos alegría, en el bar de Bernardo.
Pero para contaros eso habrá otro cronista mas autorizado, porque, el que esto escribe no estuvo allí.
Si amigos, vine a Cuenca la noche del miércoles, pero avisado de las inclemencias del tiempo el jueves durante la mañana, no fui y lo he sentido de verdad.
Hasta pronto foreros. Os quiero. Manuel