Hola paisanos;
Nos acordamos de algunos sucesos –agradables y otros no tanto –ocurridos en nuestra infancia. Y como la infancia te acompaña allá donde bayas. En estos días próximos a la Semana Santa, me viene a la memoria aquellas Semana Santas vividas de chaval en el pueblo.
Recuerdo que la celebración de la Semana Santa, no se refería a una semana como su nombre indica, ya que con anterioridad ya se empezaba a vivir el ambiente religioso, con la cuaresma “”, los viernes de dolor “ donde no se podía comer carne, a no ser que por una módica cantidad el cura te dispensara una “”bula” con la cual, ya podías comerte medio gorrino sin pecar, y con las novenas y ayunos se iba entrando en ambiente asta el Domingo de Ramos –el que no estrena, se queda sin manos – y avía que “estrenar” a un que fueran unos calcetines, en misa de doce se recogía el ramo de olivo bendecido, que también tenia su “leyenda”, que consistía en que por cada hoja que tenia, avía que rezar un padre-nuestro y para no confundirte por cada padre-nuestro rezado se le hacían unos dobleces, y así asta completar el ramo, que después de la procesión se solían poner en las rejas de las ventanas, para proteger la casa de todo mal. Y a partir del lunes Santo la Iglesia se trasformaba, y en el pueblo ya se palpaba el ambiente de Semana Santa,
En la iglesia las imágenes las cubrían con paños color violeta, el altar mayor quedaba limpio de ornamentos que se trasladaban a una capilla que se formaba con alfombras, terciopelos, muchas flores, candelabros y muchísimas velas que la gente Iván colocando y que permanecían encendidas dia y noche en contraste con el resto de la Iglesia en penumbra, que permanecía abierta las veinticuatro oras y con gentes del pueblo entrando y saliendo a cualquier --ora los hombres descubiertos (sin boina) las mujeres cubiertas (con un velo) –incluso de madrugada - para hacer una visita “”al Santísimo”” y cada cual hacia esas visitas a su manera, desde los que se relevaban por turno con una especie de cetro, los que acudían a cualquier ora, o como los muchachos, que como nos decían, de que con cada visita ganábamos no se cuantas “”indulgencias “”nos pasábamos la tarde entrando y saliendo y para llevar la cuenta, en cada visita la apuntábamos con una raya en la pared. al lado de la puerta,
Durante el Jueves y el Viernes santo, no sonaban las campanas, en su lugar se hacían sonar “las carracas” –un artilugio de madera con una rueda dentada, que al girar hacia sonar una lengüeta con un sonido seco y peculiar – (a mi me parecía como el traqueteo al mover un saco de huesos) los monaguillos la hacían sonar –al alzar –en vez de las tradicionales “campanillas” Y los muchachos a la carrera, y a voz en grito, recorríamos el pueblo anunciando y llamando a los oficios y demás celebraciones que a mí de muchacho me sonaban algo extrañas, las tinieblas, el beso de judas, el sermón de la montaña, el sermón de las siete palabras, que algunas veces en vez de darlo Don Ricardo que era el párroco del pueblo, lo daba el cura de otro pueblo cercano, creando mas expectación e interés, pero que una vez en el pulpito, cuando enyesaba a hablar de judíos y filisteos la gente (sobretodo los de los bancos de atrás) por la tercera palabra, algunos ya daban alguna “cabezada” o “ronquido” esperando el final, para salir a cualquier bar, al ambigú de la Pepa, el bar del Musica,”en ca Matias “o cualquier otro, asta el comienzo de la procesión, ya que durante ese tiempo, los bares y tabernas deberían permanecer cerrados, Y al anochecer, con las mejores ropas y trajes sacados del armario, para las grandes ocasiones,-algunos con un tufillo a naftalina,--por preservarlos de las polillas – todos acudían a la procesión. Uno se olvida, y cada vez con mas frecuencia, de lo que izo ayer, o de cosas que han ocurrido esta misma mañana, y sin embargo, los recuerdos mas antiguos tienen otra fuerza. No los piensas los ves, los escuchas, es como si estuviera viendo la procesión por esas calles en penumbra, la mayoría (sobre todo las mujeres) portando velas encendidas, el Eccehomo como Jesús Nazareno llevado a hombros por los hombres abriendo la procesión y la Virgen llevada por las mujeres a continuación en un silencio, solo roto por el murmullo apagado de los rezos, y el arrastrar de pies de todo el pueblo en procesión, con un fervor a Jesús, a su Jesús Nazareno heredado de siglos
Y a la par, de esa Semana Santa de liturgia y recogimiento, estaba la otra Semana Santa, la gastronomica, la de las torrijas, los potajes, los guisos con bacalao y los dulces típicos de estas fechas, que culminaban con la explosión de alegría y jubilo –al menos de muchacho, así lo vivía—del dia de la resurrección, con el repicar de las campanas “”echándolas al vuelo “”, el exponer los judas hechos durante la noche por los mozos, aguzando el ingenio, cada “pandilla” para que a la salida de la procesión a primera ora, el suyo fuera el mas ingenioso, mejor echo y con mejor critica, Aun que no estaban los tiempos para muchas criticas y frivolidades, recuerdo un año en que a unos mozos se les ocurrió meter un botijo dentro de un Judas con el pitorro saliéndole por la bragueta, de forma que al tirar de una cuerda, parecía que el Judas estuviese meando, Este echo que hoy pasaría como una simple broma graciosa de unos chavales, en aquel tiempo origino un escándalo con criticas para todos los gustos, asta el punto de tener que retirarlo.
Y aunque por mis palabras de la sensación de que todo era religión, aunque influya, todo no era “vía crucis ni el lavatorio de pies, teníamos diversión para todas las edades, los mayores echando la partida de (truque) en uno de tantos bares. los mozos jugando a la “pelota” (frontón)”boleando en la carretera”merendando en la cueva etc. los muchachos entregados a infinidad de juegos, y el baile para todos. Y así a groso modo es como recuerdo aquellos tiempos, que a muchos les ara recordar, y tendrán muchas cosa que añadir a lo escrito,
Feliz Semana Santa a todos, y que disfrutéis de todo lo bueno que el pueblo tiene,,, Juan
Nos acordamos de algunos sucesos –agradables y otros no tanto –ocurridos en nuestra infancia. Y como la infancia te acompaña allá donde bayas. En estos días próximos a la Semana Santa, me viene a la memoria aquellas Semana Santas vividas de chaval en el pueblo.
Recuerdo que la celebración de la Semana Santa, no se refería a una semana como su nombre indica, ya que con anterioridad ya se empezaba a vivir el ambiente religioso, con la cuaresma “”, los viernes de dolor “ donde no se podía comer carne, a no ser que por una módica cantidad el cura te dispensara una “”bula” con la cual, ya podías comerte medio gorrino sin pecar, y con las novenas y ayunos se iba entrando en ambiente asta el Domingo de Ramos –el que no estrena, se queda sin manos – y avía que “estrenar” a un que fueran unos calcetines, en misa de doce se recogía el ramo de olivo bendecido, que también tenia su “leyenda”, que consistía en que por cada hoja que tenia, avía que rezar un padre-nuestro y para no confundirte por cada padre-nuestro rezado se le hacían unos dobleces, y así asta completar el ramo, que después de la procesión se solían poner en las rejas de las ventanas, para proteger la casa de todo mal. Y a partir del lunes Santo la Iglesia se trasformaba, y en el pueblo ya se palpaba el ambiente de Semana Santa,
En la iglesia las imágenes las cubrían con paños color violeta, el altar mayor quedaba limpio de ornamentos que se trasladaban a una capilla que se formaba con alfombras, terciopelos, muchas flores, candelabros y muchísimas velas que la gente Iván colocando y que permanecían encendidas dia y noche en contraste con el resto de la Iglesia en penumbra, que permanecía abierta las veinticuatro oras y con gentes del pueblo entrando y saliendo a cualquier --ora los hombres descubiertos (sin boina) las mujeres cubiertas (con un velo) –incluso de madrugada - para hacer una visita “”al Santísimo”” y cada cual hacia esas visitas a su manera, desde los que se relevaban por turno con una especie de cetro, los que acudían a cualquier ora, o como los muchachos, que como nos decían, de que con cada visita ganábamos no se cuantas “”indulgencias “”nos pasábamos la tarde entrando y saliendo y para llevar la cuenta, en cada visita la apuntábamos con una raya en la pared. al lado de la puerta,
Durante el Jueves y el Viernes santo, no sonaban las campanas, en su lugar se hacían sonar “las carracas” –un artilugio de madera con una rueda dentada, que al girar hacia sonar una lengüeta con un sonido seco y peculiar – (a mi me parecía como el traqueteo al mover un saco de huesos) los monaguillos la hacían sonar –al alzar –en vez de las tradicionales “campanillas” Y los muchachos a la carrera, y a voz en grito, recorríamos el pueblo anunciando y llamando a los oficios y demás celebraciones que a mí de muchacho me sonaban algo extrañas, las tinieblas, el beso de judas, el sermón de la montaña, el sermón de las siete palabras, que algunas veces en vez de darlo Don Ricardo que era el párroco del pueblo, lo daba el cura de otro pueblo cercano, creando mas expectación e interés, pero que una vez en el pulpito, cuando enyesaba a hablar de judíos y filisteos la gente (sobretodo los de los bancos de atrás) por la tercera palabra, algunos ya daban alguna “cabezada” o “ronquido” esperando el final, para salir a cualquier bar, al ambigú de la Pepa, el bar del Musica,”en ca Matias “o cualquier otro, asta el comienzo de la procesión, ya que durante ese tiempo, los bares y tabernas deberían permanecer cerrados, Y al anochecer, con las mejores ropas y trajes sacados del armario, para las grandes ocasiones,-algunos con un tufillo a naftalina,--por preservarlos de las polillas – todos acudían a la procesión. Uno se olvida, y cada vez con mas frecuencia, de lo que izo ayer, o de cosas que han ocurrido esta misma mañana, y sin embargo, los recuerdos mas antiguos tienen otra fuerza. No los piensas los ves, los escuchas, es como si estuviera viendo la procesión por esas calles en penumbra, la mayoría (sobre todo las mujeres) portando velas encendidas, el Eccehomo como Jesús Nazareno llevado a hombros por los hombres abriendo la procesión y la Virgen llevada por las mujeres a continuación en un silencio, solo roto por el murmullo apagado de los rezos, y el arrastrar de pies de todo el pueblo en procesión, con un fervor a Jesús, a su Jesús Nazareno heredado de siglos
Y a la par, de esa Semana Santa de liturgia y recogimiento, estaba la otra Semana Santa, la gastronomica, la de las torrijas, los potajes, los guisos con bacalao y los dulces típicos de estas fechas, que culminaban con la explosión de alegría y jubilo –al menos de muchacho, así lo vivía—del dia de la resurrección, con el repicar de las campanas “”echándolas al vuelo “”, el exponer los judas hechos durante la noche por los mozos, aguzando el ingenio, cada “pandilla” para que a la salida de la procesión a primera ora, el suyo fuera el mas ingenioso, mejor echo y con mejor critica, Aun que no estaban los tiempos para muchas criticas y frivolidades, recuerdo un año en que a unos mozos se les ocurrió meter un botijo dentro de un Judas con el pitorro saliéndole por la bragueta, de forma que al tirar de una cuerda, parecía que el Judas estuviese meando, Este echo que hoy pasaría como una simple broma graciosa de unos chavales, en aquel tiempo origino un escándalo con criticas para todos los gustos, asta el punto de tener que retirarlo.
Y aunque por mis palabras de la sensación de que todo era religión, aunque influya, todo no era “vía crucis ni el lavatorio de pies, teníamos diversión para todas las edades, los mayores echando la partida de (truque) en uno de tantos bares. los mozos jugando a la “pelota” (frontón)”boleando en la carretera”merendando en la cueva etc. los muchachos entregados a infinidad de juegos, y el baile para todos. Y así a groso modo es como recuerdo aquellos tiempos, que a muchos les ara recordar, y tendrán muchas cosa que añadir a lo escrito,
Feliz Semana Santa a todos, y que disfrutéis de todo lo bueno que el pueblo tiene,,, Juan