El día 16 de Diciembre de 2009 murió de pena (y de infarto) en una residencia de Cuenca mi último Tío, conocido en el pueblo como el Tío Pedrito. Mi tío no estaba preparado mentalmente para vivir en una residencia, y sin embargo, por los cuidados y control de la salud e higiene que estos sitios dispensan, aparte del ritmo de vida y las necesidades que nos hemos creado en nuestro vivir de cada día, son el futuro para muchos de nosotros.
Mi Tia, su esposa, fué trasladada a una residencia de la provincia de Toledo, mas cercana para las visitas que le prodigan sus tres estupendos hijos, y sus no menos estupendas nueras y nietos, que viven en Madrid.
Hace unos pocos días acompañé a su hijo mayor a verla... y desde entonces no he tenido ganas de pasar por este Foro, y mi evasión para olvidar es una vez mas, mi trabajo.
Si amigos, porque lo que allí vi es la antesala de la muerte. Nada que objetar de la limpieza, trato, orden y amabilidad por parte de los trabajadores que atienden a los ancianos... pero no oí ni una risa, ni vi alguna sonrisa. Solo caras inexpresivas y ausentes que me miraban al pasar delante de ellos.
¿Que pensarían al verme?. ¿Quizás les recordaba al hijo que les llevó allí?
¿Como aceptaron quedarse allí? ¿Como vivieron el momento terrible de ver marchar a sus hijos o familiares la primera vez que allí les llevaron?. Y, ¿como viven en su interior los días sabiendo que da igual para ellos que sea lunes que martes, que da igual que sea puente que acueducto?
¡Buenos días ¡les decía yo con una sonrisa... ¡Buenos días ¡contestaban algunos con su tristeza. Otros, los mas, simplemente me miraban....
Estaba Arguiñano en la tele, pero nadie la miraba, o casi nadie, y las señoras podían pensar, ¿a quié voy yo a hacerle esa receta, y cuando y donde...?
Había una sala como el bar del pueblo, y a su alrededor anciano/as en sillas de ruedas y sillas fijas, pero todos sujetos con correas, bocas abiertas, babas cayendo, ojos abiertos sin ver, cuerpos ladeados que caerían si no fuera por las correas, cabezas sobre el pecho... mi Tia era una de ellos.
! Hola "Bigardo"!, me decía cuando me conocía. Ya no conoce a nadie. Mi Tío tuvo mucha suerte de no ¿vivir? estos momentos.
En otra sala igual de tamaño están los otros que vi, con la tele encendida.
Un señor me miraba y me miraba, y por fin se decidió a llamarme, me acerque a él y sin mas me dijo: "yo era segador, ¿sabe usted?, y iba con otros segadores por toda la provincia de Toledo segando, y mi sobrina la que viene a verme, está casada con el guardia municipal del pueblo, y guisa muy bién". El mismo nudo que tengo ahora se apoderó de mi garganta, y al no poder responderle le dediqué mi mejor sonrisa, y dándole una palmada en su hombro me retiré de su lado.! Que triste Dios mío!
Yo tengo la creencia que las personas que no aceptan (en su interior) su estancia en las residencias son aquellas que tienen de 70 años para arriba, y que han luchado y sacrificado tanto por los hijos, y que por mucho que les quieras hacer comprender que están mejor atendidos y cuidados que en casa, no lo llegan a entender nunca y se mueren con esa pena. Le pasó a mi Tio Pedro.
Ahora que es verdad, que los familiares en general (con pocas excepciones), nos descuidamos en darles lo único que les podemos dar en esas circunstancias, que es compañía, aunque sea vía teléfono. Y cuando estamos con ellos, escucharles la misma historia mil veces con el mismo interés que la primera vez.
Yo creo estar haciendo una buena labor con mis hijas y yernos mentalizándoles para el funcionamiento de mi vejez, ya que desde que eran pequeñas saben de mi deseo de irme a una residencia, pero es muy diferente el tomar Tu la decisión a que la tomen por ti, y de las muchas cosas que pido a Dios, una es que me señale el momento de la partida.
Tengo un inmenso respeto y una admiración sin límites a aquellas personas que han decidido tener a sus padres en su casa hasta que Dios quiera, a pesar de los sacrificios que supone, económicos, de viajes normales, de viajes inesperados como consecuencia de males o accidentes, viviendo permanentemente conectados al teléfono etc... Su premio aquí es ver la cara viva y expresiva de sus familiares cada día.
Y por supuesto que respeto a aquellos que decidieron tomar un día la difícil decisión de ingresar a sus mayores en la creencia de que van a estar mejor atendidos. Aunque así sea, pensar que el mejor manjar que les puedan dar en esos sitios, no es comparable con una llamada de teléfono, y no digamos ya con la visita de un hijo/a o nieto/a.
En otro orden de cosas, y mucho mas alegres os digo que mañana temprano cojo mi acordeón y me voy al pueblo a acompañar el día 30 el precioso canto de los Mayos. Espero que no llueva a esa hora mágica de las 12 de la noche, y podamos disfrutar de una afluencia de gente como en los últimos años.
Os cuento a la vuelta y de paso os daré las recetas que pide Blanqui.
Ser buenos foreros.
Os quiero.
Manuel.
Mi Tia, su esposa, fué trasladada a una residencia de la provincia de Toledo, mas cercana para las visitas que le prodigan sus tres estupendos hijos, y sus no menos estupendas nueras y nietos, que viven en Madrid.
Hace unos pocos días acompañé a su hijo mayor a verla... y desde entonces no he tenido ganas de pasar por este Foro, y mi evasión para olvidar es una vez mas, mi trabajo.
Si amigos, porque lo que allí vi es la antesala de la muerte. Nada que objetar de la limpieza, trato, orden y amabilidad por parte de los trabajadores que atienden a los ancianos... pero no oí ni una risa, ni vi alguna sonrisa. Solo caras inexpresivas y ausentes que me miraban al pasar delante de ellos.
¿Que pensarían al verme?. ¿Quizás les recordaba al hijo que les llevó allí?
¿Como aceptaron quedarse allí? ¿Como vivieron el momento terrible de ver marchar a sus hijos o familiares la primera vez que allí les llevaron?. Y, ¿como viven en su interior los días sabiendo que da igual para ellos que sea lunes que martes, que da igual que sea puente que acueducto?
¡Buenos días ¡les decía yo con una sonrisa... ¡Buenos días ¡contestaban algunos con su tristeza. Otros, los mas, simplemente me miraban....
Estaba Arguiñano en la tele, pero nadie la miraba, o casi nadie, y las señoras podían pensar, ¿a quié voy yo a hacerle esa receta, y cuando y donde...?
Había una sala como el bar del pueblo, y a su alrededor anciano/as en sillas de ruedas y sillas fijas, pero todos sujetos con correas, bocas abiertas, babas cayendo, ojos abiertos sin ver, cuerpos ladeados que caerían si no fuera por las correas, cabezas sobre el pecho... mi Tia era una de ellos.
! Hola "Bigardo"!, me decía cuando me conocía. Ya no conoce a nadie. Mi Tío tuvo mucha suerte de no ¿vivir? estos momentos.
En otra sala igual de tamaño están los otros que vi, con la tele encendida.
Un señor me miraba y me miraba, y por fin se decidió a llamarme, me acerque a él y sin mas me dijo: "yo era segador, ¿sabe usted?, y iba con otros segadores por toda la provincia de Toledo segando, y mi sobrina la que viene a verme, está casada con el guardia municipal del pueblo, y guisa muy bién". El mismo nudo que tengo ahora se apoderó de mi garganta, y al no poder responderle le dediqué mi mejor sonrisa, y dándole una palmada en su hombro me retiré de su lado.! Que triste Dios mío!
Yo tengo la creencia que las personas que no aceptan (en su interior) su estancia en las residencias son aquellas que tienen de 70 años para arriba, y que han luchado y sacrificado tanto por los hijos, y que por mucho que les quieras hacer comprender que están mejor atendidos y cuidados que en casa, no lo llegan a entender nunca y se mueren con esa pena. Le pasó a mi Tio Pedro.
Ahora que es verdad, que los familiares en general (con pocas excepciones), nos descuidamos en darles lo único que les podemos dar en esas circunstancias, que es compañía, aunque sea vía teléfono. Y cuando estamos con ellos, escucharles la misma historia mil veces con el mismo interés que la primera vez.
Yo creo estar haciendo una buena labor con mis hijas y yernos mentalizándoles para el funcionamiento de mi vejez, ya que desde que eran pequeñas saben de mi deseo de irme a una residencia, pero es muy diferente el tomar Tu la decisión a que la tomen por ti, y de las muchas cosas que pido a Dios, una es que me señale el momento de la partida.
Tengo un inmenso respeto y una admiración sin límites a aquellas personas que han decidido tener a sus padres en su casa hasta que Dios quiera, a pesar de los sacrificios que supone, económicos, de viajes normales, de viajes inesperados como consecuencia de males o accidentes, viviendo permanentemente conectados al teléfono etc... Su premio aquí es ver la cara viva y expresiva de sus familiares cada día.
Y por supuesto que respeto a aquellos que decidieron tomar un día la difícil decisión de ingresar a sus mayores en la creencia de que van a estar mejor atendidos. Aunque así sea, pensar que el mejor manjar que les puedan dar en esos sitios, no es comparable con una llamada de teléfono, y no digamos ya con la visita de un hijo/a o nieto/a.
En otro orden de cosas, y mucho mas alegres os digo que mañana temprano cojo mi acordeón y me voy al pueblo a acompañar el día 30 el precioso canto de los Mayos. Espero que no llueva a esa hora mágica de las 12 de la noche, y podamos disfrutar de una afluencia de gente como en los últimos años.
Os cuento a la vuelta y de paso os daré las recetas que pide Blanqui.
Ser buenos foreros.
Os quiero.
Manuel.