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Me alegra que siga en pie la idea de la formación de LA ASOCIACION CULTURAL DE VILLAS DE LA VENTOSA, desde Alicante, (aun que no voy por el pueblo las veces que quisiera) tenéis mi apoyo, en todo lo que sea bueno para el pueblo, y esto sin duda lo es.
En estos días de tradiciones y costumbres-Semana Santa, los Mayos, etc.…Y el momento económico que atravesamos, me viene a la memoria la costumbre que avía en el pueblo de guardar los ahorros en el colchón. El colchón no es mal sitio visto el trato que nos ofrecen las entidades bancarias y la depreciación que en ellos sufren nuestros ahorros, con todos los gastos, qué al parecer originan a los bancos-que no se como aguantan a la clientela, con el sufrimiento que les origina y que les obliga a descontar de nuestros cuartos, en lugar de añadir, por las posibilidades de beneficio que tienen al disponer de nuestro dinero. Bajo el colchón puedes disponer de tu capital cuando lo precises, no pagar comisiones, no pagar correo, no pagar por utilizar tarjetas de plástico -que en muchos casos-no as solicitado y se te obliga a utilizar, no tienes que realizar desplazamientos, no te expones a una multa por aparcar en la puerta del banco –sin que aya posibilidad de hacerlo en lugar autorizado-, no te atraquen si te sientes vigilado al hacer tus extracciones en el cajero automático, no tienes que reclamar por las operaciones equivocadas en tu cuenta, no tienes que colaborar con tu pobreza en el enriquecimiento de otros, no tienes que ver las malas caras detrás de la ventanilla, no soportar colas que no avanzan para que uno de los cajeros haya ido a tomar café,. etc.….
No se si quedara en el pueblo algún colchón de lana, pero ello sirvieron de acomodo para nuestros cuerpos a lo largo de nuestra infancia y parte de nuestra juventud, Con la primavera en ciernes me viene a la memoria un acto frecuente, hace años obligado incluso, como era varear la lana de los colchones y si lo requería renovar la tela –casi siempre a rayas-que lo envolvía. No era una tarea casera como la de desinfectar los somieres. Durante los primeros días de calor las madres pulverizaban sobre ellos “”el ZZ “”o algo similar, que además de eliminar todo bichos viviente, estaba a punto de eliminar a toda la familia sometida a aquel olor penetrante que se mantenía durante días, oyéndose algunos comentarios como (copon, vamos a morir como chinches) Simultáneamente el colchonero –normalmente venían de fuera-aunque en el pueblo también había quien se dedicaba a ello,
Los colchones estaban hechos, pero se deshacían para volver ha hacerlos, vareando la lana para que se ahuecara y devolverle su confortabilidad, se ahuecaban todos los días al hacer las camas, pero no era suficiente, poco a poco la lana se iba apelmazando asta que transcurrido un año, o mas, se convertía en un bloque que impedía el descanso. Unos colchoneros se lo llevaban y lo traían ya ahuecado, y otros ante la desconfianza y la suspicacia de algunas mujeres que pensaban que los devolvían con menos lana, el colchonero lo babeaba en la “”placeta””mas cercana a ala vista de la dueña del colchón.
Las primeras noches tras hacer el colchón eran de autentico confor, Tanto como los de ahora los modernos de “”viscolastica”” aunque los de ahora la confortabilidad es mas duradera.
De continuar la proliferación de dinero negro, de “”pelotazos”” y especulaciones de todo tipo, no es de extrañar que se incremente la venta de colchones de lana, que no serán tan prácticos como los de látex para descansar, pero mucho mas útiles si lo que se pretende es guardar en ellos los ahorros de toda la vida.
A unos todo esto les parecerá un rollo, a otros les sonara a “chino”pero a otros muchos les hará recordar tiempos no tan lejanos. Un abrazo del Monagillo
En estos días de tradiciones y costumbres-Semana Santa, los Mayos, etc.…Y el momento económico que atravesamos, me viene a la memoria la costumbre que avía en el pueblo de guardar los ahorros en el colchón. El colchón no es mal sitio visto el trato que nos ofrecen las entidades bancarias y la depreciación que en ellos sufren nuestros ahorros, con todos los gastos, qué al parecer originan a los bancos-que no se como aguantan a la clientela, con el sufrimiento que les origina y que les obliga a descontar de nuestros cuartos, en lugar de añadir, por las posibilidades de beneficio que tienen al disponer de nuestro dinero. Bajo el colchón puedes disponer de tu capital cuando lo precises, no pagar comisiones, no pagar correo, no pagar por utilizar tarjetas de plástico -que en muchos casos-no as solicitado y se te obliga a utilizar, no tienes que realizar desplazamientos, no te expones a una multa por aparcar en la puerta del banco –sin que aya posibilidad de hacerlo en lugar autorizado-, no te atraquen si te sientes vigilado al hacer tus extracciones en el cajero automático, no tienes que reclamar por las operaciones equivocadas en tu cuenta, no tienes que colaborar con tu pobreza en el enriquecimiento de otros, no tienes que ver las malas caras detrás de la ventanilla, no soportar colas que no avanzan para que uno de los cajeros haya ido a tomar café,. etc.….
No se si quedara en el pueblo algún colchón de lana, pero ello sirvieron de acomodo para nuestros cuerpos a lo largo de nuestra infancia y parte de nuestra juventud, Con la primavera en ciernes me viene a la memoria un acto frecuente, hace años obligado incluso, como era varear la lana de los colchones y si lo requería renovar la tela –casi siempre a rayas-que lo envolvía. No era una tarea casera como la de desinfectar los somieres. Durante los primeros días de calor las madres pulverizaban sobre ellos “”el ZZ “”o algo similar, que además de eliminar todo bichos viviente, estaba a punto de eliminar a toda la familia sometida a aquel olor penetrante que se mantenía durante días, oyéndose algunos comentarios como (copon, vamos a morir como chinches) Simultáneamente el colchonero –normalmente venían de fuera-aunque en el pueblo también había quien se dedicaba a ello,
Los colchones estaban hechos, pero se deshacían para volver ha hacerlos, vareando la lana para que se ahuecara y devolverle su confortabilidad, se ahuecaban todos los días al hacer las camas, pero no era suficiente, poco a poco la lana se iba apelmazando asta que transcurrido un año, o mas, se convertía en un bloque que impedía el descanso. Unos colchoneros se lo llevaban y lo traían ya ahuecado, y otros ante la desconfianza y la suspicacia de algunas mujeres que pensaban que los devolvían con menos lana, el colchonero lo babeaba en la “”placeta””mas cercana a ala vista de la dueña del colchón.
Las primeras noches tras hacer el colchón eran de autentico confor, Tanto como los de ahora los modernos de “”viscolastica”” aunque los de ahora la confortabilidad es mas duradera.
De continuar la proliferación de dinero negro, de “”pelotazos”” y especulaciones de todo tipo, no es de extrañar que se incremente la venta de colchones de lana, que no serán tan prácticos como los de látex para descansar, pero mucho mas útiles si lo que se pretende es guardar en ellos los ahorros de toda la vida.
A unos todo esto les parecerá un rollo, a otros les sonara a “chino”pero a otros muchos les hará recordar tiempos no tan lejanos. Un abrazo del Monagillo