Hola Foreros/as
Os voy a mandar en varios capítulos para no cansaros una bonita historia. Ahí va.
Se sentía feliz. La vida le sonreía en esa mañana de primavera que disfrutaba paseando por la calle Serrano. Había desayunado en una elegante cafetería, y durante su paseo matinal iba pensando, con una sonrisa en los labios, en lo inteligente que era, y lo bien que lo había sabido aprovechar.
Volvió ligeramente la cabeza para comprobar que su guardaespaldas le seguía a la distancia convenida, unos diez pasos más o menos, y al verlo, siguió tranquilo su paseo retomando el hilo de sus pensamientos.
El era un hombre respetado, y no había necesitado nunca custodia personal, pero últimamente había sucedido algo que había trastocado algo su modo de vida, nada importante pensó, y que no se arreglara pronto, pues para eso tenía un montón de amigos poderosos que harían lo que hiciera falta para que las cosas no fueran a más. Ellos también estaban interesados en que las cosas no pasaran del susto reciente.
Volvió a tomar el hilo de sus pensamientos. Tengo que reconocer, se decía asimismo con una media sonrisa, que he sido hábil e inteligente, y recordó cuando el máximo mandatario de la nación, el Presidente, le nombró Presidente de la Caja de Ahorros más importante de España.
Lo que se encontró cuando tomó las riendas de esa Caja, era similar a lo que el Conde de Montecristo encontró en la isla desierta. Un tesoro de incalculable valor, que no era de nadie. Bueno, este tesoro si era de alguien, era de los impositores, la mayoría gentes sencillas, ahorradores obreros, pero numerosísimos, y también había una mayoría de empresas medianas que gestionaban en esa Caja sus ahorros, sus imposiciones a plazo fijo, descuento de letras y pagarés, préstamos, hipotecas, etc… pero lo mejor de todo era que en esa Caja de Ahorros, mandaban muchos. Mandaban Políticos, mandaban Sindicatos, y hasta la Patronal mandaba, pero todos sin excepción quedaban bajo el mandato del Presidente, de EL.
Comprobó que el guardaespaldas le seguía y pensó en que “ a río revuelto ganancia de pescadores”, porque eso es en realidad un banco o caja donde mandan tantos, un río revuelto. Y El era un buen pescador. Rememoraba cuando se concedió asimismo tres préstamos de un millón y
medio de €uros cada uno para comprarse dos pisos en Madrid y uno en Marbella. Era la releche, pensaba, lo fácil que había sido, pues fue rellenar unos impresos, presentarlos en el comité de evaluación, y ¡! aprobado!.
Era la monda, algo increíble, sonreía mientras lo pensaba, pero claro, como le iban a negar los préstamos a El, que además de ser el Presidente de la Caja, había sido puesto en ese cargo nada más y nada menos que por el Presidente de la Nación. El tesoro del Conde de Montecristo, era una memez comparado con el tesoro que El había encontrado…
Además, siguió pensando, en las dudas que tuvo a la hora de ponerse un sueldo anual. Un millón de €uros, se dijo en primer lugar, pero después pensándolo bien se dijo, “un millón es de mindundis, un presidente que se precie, tiene que ganar por lo menos dos millones”, pero después pensó que a quien le iba a importar que ganara tres millones, si aquello era la cueva de Alí Babá. ¿Que no había beneficios? ¿y qué? Si hacía las cosas bien, y colocaba al Concejal cesante, o a alguno de sus hijos en un buen puesto, le daba alguna subvención a los Sindicatos, y algún préstamo a los Patronos del Consejo de Administración… ¿Quién iba a cuestionar su sueldo? Pues eso, nadie.
La verdad es que le remordió un poco la conciencia cuando pensó que si no hubiera esos dispendios, la Caja podría pagar un punto más a sus impositores a plazo fijo, o podría hacer mas obras sociales, invertir más en residencias de ancianos, ayudas a disminuidos…pero pensó en sus tres millones de €uros al año, (1.366.120 pesetas DIARIAS), los tres préstamos, y la tarjeta Visa Platino que le permitía cualquier gasto con cargo a la Caja, y se le quitaron los remordimientos.
Continuará…
Os voy a mandar en varios capítulos para no cansaros una bonita historia. Ahí va.
Se sentía feliz. La vida le sonreía en esa mañana de primavera que disfrutaba paseando por la calle Serrano. Había desayunado en una elegante cafetería, y durante su paseo matinal iba pensando, con una sonrisa en los labios, en lo inteligente que era, y lo bien que lo había sabido aprovechar.
Volvió ligeramente la cabeza para comprobar que su guardaespaldas le seguía a la distancia convenida, unos diez pasos más o menos, y al verlo, siguió tranquilo su paseo retomando el hilo de sus pensamientos.
El era un hombre respetado, y no había necesitado nunca custodia personal, pero últimamente había sucedido algo que había trastocado algo su modo de vida, nada importante pensó, y que no se arreglara pronto, pues para eso tenía un montón de amigos poderosos que harían lo que hiciera falta para que las cosas no fueran a más. Ellos también estaban interesados en que las cosas no pasaran del susto reciente.
Volvió a tomar el hilo de sus pensamientos. Tengo que reconocer, se decía asimismo con una media sonrisa, que he sido hábil e inteligente, y recordó cuando el máximo mandatario de la nación, el Presidente, le nombró Presidente de la Caja de Ahorros más importante de España.
Lo que se encontró cuando tomó las riendas de esa Caja, era similar a lo que el Conde de Montecristo encontró en la isla desierta. Un tesoro de incalculable valor, que no era de nadie. Bueno, este tesoro si era de alguien, era de los impositores, la mayoría gentes sencillas, ahorradores obreros, pero numerosísimos, y también había una mayoría de empresas medianas que gestionaban en esa Caja sus ahorros, sus imposiciones a plazo fijo, descuento de letras y pagarés, préstamos, hipotecas, etc… pero lo mejor de todo era que en esa Caja de Ahorros, mandaban muchos. Mandaban Políticos, mandaban Sindicatos, y hasta la Patronal mandaba, pero todos sin excepción quedaban bajo el mandato del Presidente, de EL.
Comprobó que el guardaespaldas le seguía y pensó en que “ a río revuelto ganancia de pescadores”, porque eso es en realidad un banco o caja donde mandan tantos, un río revuelto. Y El era un buen pescador. Rememoraba cuando se concedió asimismo tres préstamos de un millón y
medio de €uros cada uno para comprarse dos pisos en Madrid y uno en Marbella. Era la releche, pensaba, lo fácil que había sido, pues fue rellenar unos impresos, presentarlos en el comité de evaluación, y ¡! aprobado!.
Era la monda, algo increíble, sonreía mientras lo pensaba, pero claro, como le iban a negar los préstamos a El, que además de ser el Presidente de la Caja, había sido puesto en ese cargo nada más y nada menos que por el Presidente de la Nación. El tesoro del Conde de Montecristo, era una memez comparado con el tesoro que El había encontrado…
Además, siguió pensando, en las dudas que tuvo a la hora de ponerse un sueldo anual. Un millón de €uros, se dijo en primer lugar, pero después pensándolo bien se dijo, “un millón es de mindundis, un presidente que se precie, tiene que ganar por lo menos dos millones”, pero después pensó que a quien le iba a importar que ganara tres millones, si aquello era la cueva de Alí Babá. ¿Que no había beneficios? ¿y qué? Si hacía las cosas bien, y colocaba al Concejal cesante, o a alguno de sus hijos en un buen puesto, le daba alguna subvención a los Sindicatos, y algún préstamo a los Patronos del Consejo de Administración… ¿Quién iba a cuestionar su sueldo? Pues eso, nadie.
La verdad es que le remordió un poco la conciencia cuando pensó que si no hubiera esos dispendios, la Caja podría pagar un punto más a sus impositores a plazo fijo, o podría hacer mas obras sociales, invertir más en residencias de ancianos, ayudas a disminuidos…pero pensó en sus tres millones de €uros al año, (1.366.120 pesetas DIARIAS), los tres préstamos, y la tarjeta Visa Platino que le permitía cualquier gasto con cargo a la Caja, y se le quitaron los remordimientos.
Continuará…