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LA VENTOSA: Y llegó el momento de volver al pueblo. Algunos iban...

Y llegó el momento de volver al pueblo. Algunos iban cada año a ayudar en la siega a sus padres, aprovechando el permiso (vacaciones pagadas) de su empresa. Otros en cambio tardaron algún año en volver, y cuando lo hicieron, casi no se les reconocía, pues la ciudad les había cambiado su aspecto.
Salieron del pueblo con la cara morena y la frente blanca por causa de la boina o sombrero que habían llevado durante la siega y la trilla. (No olvidemos que la mayoría de los que se marchaban lo hacían después de cumplir su contrato con los amos que terminaba el 29 de septiembre, día de S. Miguel.) y volvían con la cara blanca o morena, pero igualada y fina. Salieron con zapatillas de esparto y ropa de pana, y volvían con zapatos, bien lustrados, pantalones de tergal y camisa blanca, con corbata para los domingos. Su entonación al hablar era distinta, se había refinado en los años que estuvieron fuera. Dejaron atrás la maleta de cartón, y traían otras de piel marrón, o plastificadas.
Volvían a su pueblo, a su querido pueblo que les dejó marchar porque no podía ofrecerles más que trabajo y miseria, pero volvían contentos de encontrarse con sus familiares, vecinos, amigos, su Cristo, su Iglesia, la verbena de la fiesta, El interminable abrazo con su madre, que se quería fundir con Él, el abrazo con su padre sin hablar ninguno de los dos para que no se les quebrara la voz, el contacto con la chica que dejaron al marchar, ¡! cuantas lágrimas derramadas en las frías y solitarias noches en la pensión de la capital pensando en Ella! ¡! Cuanto amor escrito en aquellas cartas que tardaban en llegar una semana! y que comenzaban así más o menos: “ Queridos padres y hermanos, me alegraré que a la llegada de esta se encuentren bien, yo bien G. A. D.
Pero todo había pasado ya, y eran días de disfrutar, de hablar, de contar cosas y de hacer planes para el futuro…y en ese futuro, los que se fueron o nos llevaron, siempre contamos con nuestro pueblo. Tu pueblo, Chaval.
Querido y respetado Chaval, no quiero extenderme más sobre el tema, pues habría para llenar varios volúmenes, solo desearía que al leer esto, reflexionaras y cambiaras tu forma de pensar sobre unas personas q marcharse del pueblo con el corazón roto, aunque lleno de esperanza, contribuyeron con su sacrificio quizás, a que Tú no tengas que marcharte nunca.
Te mando un fuerte abrazo.
Y para los Foreros como siempre, mi más cordial saludo que llega hasta las Antípodas.
Manuel.