Hola paisanos;
en primer lugar felicitar a nuestro amigo Manuel por el escrito de Domingo Apacible y Otoñal, con su sencillo relato de su paseo asta el cementerio Y lo comprendo al soñar, como seria la plaza emblemática del Eruelo, con arboles, flores, bancos etc como tantas plazas de tantos pueblos. El comentario sobre nuestra Iglesia, me transporto con la imaginación a mis años de muchacho y las vivencias de monaguillo. De lo que comentas de lo abandonada que esta la entrada al pueblo, por el estado en que se encuentra el Pilar Viejo (con lo importante que fue en su tiempo) y el mal aspecto que presenta, la parte de las cuevas del vino, (en otros sitios, las tendrían como monumentos de interés cultural) solo decir que me da pena, y de la imagen que da al entrar al pueblo, hay un dicho que dice, NUNCA TIENES UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD PARA CAUSAR UNA PRIMERA IMPRESION
A ABACO decirle, que la poesía que se inspiro en el cementerio, si es posible nos gustaría que la publicara, para disfrute de los que leemos estas paginas y seguimos lo que aquí escribe
Aquién le vendo la suerte, mañana sale y está premiao…” Lo cantaba Concha Piquer y era uno de los temas más escuchados en la radio de aquellos tiempos. Aquellos armatostes, con el paño de ganchillo y una figurita en cima, colocados en una repisa colocada a tal efecto en un lugar preferente
Una infancia que en estos días previos a la Navidad andaba desasosegada porque a nuestro rededor se iba creando el ambiente de Pascuas que nos parecía el no va más de los momentos felices, aun siendo tantos los que se tienen de niño. Esos días de preliminares se aceleraba el trajín en la casa y sobre todo en la cocina, preparando los dulces típicos de estos dias mantecados, rosquillas, tortas y demás dulces que nos sabían a gloria, que los cogías con verdaderos deseos por que era en contadas ocasiones que teníamos oportunidad de comerlas
En las tiendas, especialmente las de comestibles, recuerdo que también se notaba mas movimiento, al resto de los días en cuanto a las adquisiciones que habrían de terminar la noche del 24 en la mesa, con todos los miembros de la familia a la expectativa. Los tenderos estaban durante aquellos días previos a la Navidad más dicharacheros, más simpáticos, ante las perspectiva de una buena venta. Lo cierto es que el despilfarro apenas alcanzaba a una tableta de turrón duro, otra de blando, quizá alguna más, unas figuras de mazapán y unos pocos polvorones. El carnicero o el pescadero quizá vieran algo incrementada su caja si el ama de casa se inclinaba (era más cuestión de disponibilidad que de otra cosa) por el cordero o algo especial con que se apartaba de la línea habitual de las comidas de diario, aun que yo las recuerdo con añoranza y el olor que impregnaba muchas calles de puertas abiertas de nuestro pueblo. Para nosotros, los pequeños de la casa, eran dias de alegría y bullicio y de lo que estábamos seguros de acostarnos tarde, como los mayores.
Había, junto a todo ese ambiente, algo que determinaba la aparición de la Navidad y que se producía casi en el momento de la celebración. Era el sorteo de la Lotería, cosa que ocurría el 22 de diciembre, el primer día de vacaciones en el colegio. Desde la cama, porque aquel día nos dejaban levantar más tarde, se escuchaba por doquier a los niños de San Ildefonso con su cantinela de números y premios. “Diez mil pesetas”. Aquel soniquete, a todo el volumen que permitía el receptor de radio, era el auténtico comienzo de la navidades, el disparo de salida. En aquellas voces infantiles, ayer como hoy, estaban cifradas muchas esperanzas. La boda, la carrera de los hijos, el comprar una mula, que la torda esta ya muy vieja, una ayuda al hijo para terminar de pagar el piso, alla en Madrid, la compra de unas tierras. En definitiva, evolucionar un poco a mejor. Pero muy poco, que la lotería es más de apariencia y las cantidades engañan; cuando las tienes resulta que apenas dan de sí y se evaporan rápidamente. Pero en aquellos décimos, participaciones incluso con ninguna perspectiva de convertirse en potentado, residía la esperanza y la ilusión de una vida mejor. Y quienes la tenían ya buena, pues mejorarla, que el ser humano es ambicioso por naturaleza.
En la actualidad apenas ha variado nada de aquellas situaciones y el mismo folklore popular se mantiene como se mantiene la liturgia del sorteo, aunque la cantidad ha variado y también la letra de la canción que ha cambiado el pesetas por euros. Se hace raro, aun que ya nos vamos acostumbrado
. Miles de anécdotas se abra dado en la larga historia del sorteo de Navidad que tuvo su primer momento como tal hace mas de 200 años, en plena guerra de la Independencia. La de la independencia de verdad, la de España con respecto a los franceses, no la oportunista. Se celebró el 18 de diciembre de 1812 en Cádiz, con un premio gordo de 8.000 reales que fueron a parar al número 3604. Dos mil pesetillas de las de entonces, todo un capital, que percibió el afortunado jugador que tan sólo invirtió 40 reales en adquirirlo. Desde entonces ha habido en España guerras dentro y fuera de su geografía, cambios de moneda, unas cuantas crisis económicas, república, monarquía, dictadura, democracia… y la lotería de Navidad se ha mantenido por encima de todo, con el espíritu implantado por su impulsor, el ministro del Consejo y Cámara de Indias Ciriaco González Carvajal, cuyo objetivo era “aumentar los ingresos del erario público sin quebranto de los contribuyentes”. Que tomen nota los políticos contemporáneos, “quebrantadores de los contribuyentes”.
La lotería de Navidad, que en el mes de julio ya se ofrece visiblemente en las localidades costeras (supongo que también en Madrid) es la más popular, pero son cantidad las modalidades de ella que existen, lo que viene a demostrar la escasez económica que nos caracteriza y que con la lotería aspiramos a superar. Su popularidad ha inspirado infinidad de artículos y de historias noveladas en unos casos y escenificadas en otros. Todo tras la Diosa Fortuna con el “gordo de Navidad”. Eran otros tiempos: cuando había trabajo
Suerte para todos, en la Salud, la Lotería y en el Amor
Felices Fiestas
Juan
en primer lugar felicitar a nuestro amigo Manuel por el escrito de Domingo Apacible y Otoñal, con su sencillo relato de su paseo asta el cementerio Y lo comprendo al soñar, como seria la plaza emblemática del Eruelo, con arboles, flores, bancos etc como tantas plazas de tantos pueblos. El comentario sobre nuestra Iglesia, me transporto con la imaginación a mis años de muchacho y las vivencias de monaguillo. De lo que comentas de lo abandonada que esta la entrada al pueblo, por el estado en que se encuentra el Pilar Viejo (con lo importante que fue en su tiempo) y el mal aspecto que presenta, la parte de las cuevas del vino, (en otros sitios, las tendrían como monumentos de interés cultural) solo decir que me da pena, y de la imagen que da al entrar al pueblo, hay un dicho que dice, NUNCA TIENES UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD PARA CAUSAR UNA PRIMERA IMPRESION
A ABACO decirle, que la poesía que se inspiro en el cementerio, si es posible nos gustaría que la publicara, para disfrute de los que leemos estas paginas y seguimos lo que aquí escribe
Aquién le vendo la suerte, mañana sale y está premiao…” Lo cantaba Concha Piquer y era uno de los temas más escuchados en la radio de aquellos tiempos. Aquellos armatostes, con el paño de ganchillo y una figurita en cima, colocados en una repisa colocada a tal efecto en un lugar preferente
Una infancia que en estos días previos a la Navidad andaba desasosegada porque a nuestro rededor se iba creando el ambiente de Pascuas que nos parecía el no va más de los momentos felices, aun siendo tantos los que se tienen de niño. Esos días de preliminares se aceleraba el trajín en la casa y sobre todo en la cocina, preparando los dulces típicos de estos dias mantecados, rosquillas, tortas y demás dulces que nos sabían a gloria, que los cogías con verdaderos deseos por que era en contadas ocasiones que teníamos oportunidad de comerlas
En las tiendas, especialmente las de comestibles, recuerdo que también se notaba mas movimiento, al resto de los días en cuanto a las adquisiciones que habrían de terminar la noche del 24 en la mesa, con todos los miembros de la familia a la expectativa. Los tenderos estaban durante aquellos días previos a la Navidad más dicharacheros, más simpáticos, ante las perspectiva de una buena venta. Lo cierto es que el despilfarro apenas alcanzaba a una tableta de turrón duro, otra de blando, quizá alguna más, unas figuras de mazapán y unos pocos polvorones. El carnicero o el pescadero quizá vieran algo incrementada su caja si el ama de casa se inclinaba (era más cuestión de disponibilidad que de otra cosa) por el cordero o algo especial con que se apartaba de la línea habitual de las comidas de diario, aun que yo las recuerdo con añoranza y el olor que impregnaba muchas calles de puertas abiertas de nuestro pueblo. Para nosotros, los pequeños de la casa, eran dias de alegría y bullicio y de lo que estábamos seguros de acostarnos tarde, como los mayores.
Había, junto a todo ese ambiente, algo que determinaba la aparición de la Navidad y que se producía casi en el momento de la celebración. Era el sorteo de la Lotería, cosa que ocurría el 22 de diciembre, el primer día de vacaciones en el colegio. Desde la cama, porque aquel día nos dejaban levantar más tarde, se escuchaba por doquier a los niños de San Ildefonso con su cantinela de números y premios. “Diez mil pesetas”. Aquel soniquete, a todo el volumen que permitía el receptor de radio, era el auténtico comienzo de la navidades, el disparo de salida. En aquellas voces infantiles, ayer como hoy, estaban cifradas muchas esperanzas. La boda, la carrera de los hijos, el comprar una mula, que la torda esta ya muy vieja, una ayuda al hijo para terminar de pagar el piso, alla en Madrid, la compra de unas tierras. En definitiva, evolucionar un poco a mejor. Pero muy poco, que la lotería es más de apariencia y las cantidades engañan; cuando las tienes resulta que apenas dan de sí y se evaporan rápidamente. Pero en aquellos décimos, participaciones incluso con ninguna perspectiva de convertirse en potentado, residía la esperanza y la ilusión de una vida mejor. Y quienes la tenían ya buena, pues mejorarla, que el ser humano es ambicioso por naturaleza.
En la actualidad apenas ha variado nada de aquellas situaciones y el mismo folklore popular se mantiene como se mantiene la liturgia del sorteo, aunque la cantidad ha variado y también la letra de la canción que ha cambiado el pesetas por euros. Se hace raro, aun que ya nos vamos acostumbrado
. Miles de anécdotas se abra dado en la larga historia del sorteo de Navidad que tuvo su primer momento como tal hace mas de 200 años, en plena guerra de la Independencia. La de la independencia de verdad, la de España con respecto a los franceses, no la oportunista. Se celebró el 18 de diciembre de 1812 en Cádiz, con un premio gordo de 8.000 reales que fueron a parar al número 3604. Dos mil pesetillas de las de entonces, todo un capital, que percibió el afortunado jugador que tan sólo invirtió 40 reales en adquirirlo. Desde entonces ha habido en España guerras dentro y fuera de su geografía, cambios de moneda, unas cuantas crisis económicas, república, monarquía, dictadura, democracia… y la lotería de Navidad se ha mantenido por encima de todo, con el espíritu implantado por su impulsor, el ministro del Consejo y Cámara de Indias Ciriaco González Carvajal, cuyo objetivo era “aumentar los ingresos del erario público sin quebranto de los contribuyentes”. Que tomen nota los políticos contemporáneos, “quebrantadores de los contribuyentes”.
La lotería de Navidad, que en el mes de julio ya se ofrece visiblemente en las localidades costeras (supongo que también en Madrid) es la más popular, pero son cantidad las modalidades de ella que existen, lo que viene a demostrar la escasez económica que nos caracteriza y que con la lotería aspiramos a superar. Su popularidad ha inspirado infinidad de artículos y de historias noveladas en unos casos y escenificadas en otros. Todo tras la Diosa Fortuna con el “gordo de Navidad”. Eran otros tiempos: cuando había trabajo
Suerte para todos, en la Salud, la Lotería y en el Amor
Felices Fiestas
Juan