Hola paisanos; ¡Ya estamos a treinta del Abril cumplido ¡Así empiezan los primeros compases de los Mayos que tradicional mente se cantan en el pueblo desde hace muchos años, Cuando llega alguna de estas fechas señaladas en el calendario festivo del pueblo, es cuando me doy cuenta de lo rápido que pasa el tiempo y " lo pronto que se nos a echo tarde" a los que más o menos son de mi generación y disfrutamos de cierta edad, pues parece que fue ayer cuando de chaval participaba en la rondalla formada por mozos y chavales recorriendo el pueblo durante toda la noche cantando los mayos, primero a la Virgen y después allá donde viviese alguna moza en edad de merecer, y emparejándola con algún mozo que le " hiciera tilín". La rondalla con los instrumentos mas variopintos y como principal la acordeón acompañaban a unos mozos que aunque en algunos momentos, fuera por el"botillo" que no paraba, o por la falta de ensayos, desafinaran un poco, pero era tal el entusiasmo que ponían que aquella noche era mágica. Por la mañana recorrido por el pueblo comentando los pormenores de la noche anterior y recogiendo la voluntad con lo que se organizaba una fiesta con comida y baile. Conforme fue pasando el tiempo fue quedando menos gente y menos mozas a las que cantar, y se dejaron de cantar por algunos años, asta que un grupo de entusiastas de las tradiciones poco a poco los han ido recuperando, aunque solo una parte ya que solo se le canta a la Virgen pero que año tras año son más los que se apuntan y suben esta noche al Calvario a cantar, pasar un buen rato y seguir la tradición De la fiesta de la Cruz en las Eras Altas no se, si su celebración viene de antiguo o es más reciente, pero sea como fuere lo importante es pasarlo bien que es lo que les deseo a todos los que tengáis la suerte de participar
Y como estamos en tiempo de elecciones y inevitablemente saldrá como tema de conversación me permito más que dar un consejo, es hacer una reflexión que tanto bale a nivel nacional como a nivel local.
Piensen cuando alguien les pide un favor. Sobre todo cuando es un favor, por ejemplo, económico. « ¿Me dejas diez euros?». Lo primero que hacemos antes de llevar la mano a la cartera es pensar en quién nos pide ese favor, porqué y cómo se ha comportado en el pasado. Es decir, hacemos un rápido análisis moral y de comportamiento. Porque, de lo contrario, no nos importaría ir prestándole diez euros a todo el que nos lo pidiese. Uno piensa rápidamente, ¿le he dejado dinero en el pasado y me lo ha devuelto? o ¿éste fue al que le presté la llave inglesa que todavía sigo esperando?
Porque, lógicamente, para ofrecer nuestro favor, el que sea, exigimos unas garantías mínimas, ya no solo para saber si nos devolverá el importe, en caso de favor económico, sino sobre todo para no herir nuestra confianza. Y por regla general el indicador elegido para analizar el riesgo suele ser el comportamiento de la otra persona en el pasado y el entorno de que se rodea, aquello de «Dime de dónde vienes y te diré dónde vas» de nuestro fabuloso refranero español.
Imaginen ahora que ese favor que nos piden es nuestro voto. Es decir, coger esa papeleta determinada, meterla en una urnita y para casa. Esto es, un favor cuyas consecuencias sufriremos, por mucho que nos demos contra la pared después, durante los próximos cuatro años.
Así que permítanme esta sencilla e inocente reflexión. Si para prestar diez euros nos lo pensamos «muy mucho», ¿no deberíamos hacer lo mismo a la hora de dejar nuestra educación, seguridad, sanidad y, sobre todo, nuestra cartera, en manos de terceros? Porque, recuerden, los millones de euros de presupuesto que vamos a entregarle al partido que resulte ganador en las próximas elecciones, los ponemos entre todos con el sudor de nuestro trabajo. ¿Los dejaríamos, pues, en manos de cualquiera «venga de donde venga», sin prestar atención a quién es esa persona, qué ha hecho en el pasado y quiénes le rodean? He ahí la cuestión.
Feliz puente
Juan
Y como estamos en tiempo de elecciones y inevitablemente saldrá como tema de conversación me permito más que dar un consejo, es hacer una reflexión que tanto bale a nivel nacional como a nivel local.
Piensen cuando alguien les pide un favor. Sobre todo cuando es un favor, por ejemplo, económico. « ¿Me dejas diez euros?». Lo primero que hacemos antes de llevar la mano a la cartera es pensar en quién nos pide ese favor, porqué y cómo se ha comportado en el pasado. Es decir, hacemos un rápido análisis moral y de comportamiento. Porque, de lo contrario, no nos importaría ir prestándole diez euros a todo el que nos lo pidiese. Uno piensa rápidamente, ¿le he dejado dinero en el pasado y me lo ha devuelto? o ¿éste fue al que le presté la llave inglesa que todavía sigo esperando?
Porque, lógicamente, para ofrecer nuestro favor, el que sea, exigimos unas garantías mínimas, ya no solo para saber si nos devolverá el importe, en caso de favor económico, sino sobre todo para no herir nuestra confianza. Y por regla general el indicador elegido para analizar el riesgo suele ser el comportamiento de la otra persona en el pasado y el entorno de que se rodea, aquello de «Dime de dónde vienes y te diré dónde vas» de nuestro fabuloso refranero español.
Imaginen ahora que ese favor que nos piden es nuestro voto. Es decir, coger esa papeleta determinada, meterla en una urnita y para casa. Esto es, un favor cuyas consecuencias sufriremos, por mucho que nos demos contra la pared después, durante los próximos cuatro años.
Así que permítanme esta sencilla e inocente reflexión. Si para prestar diez euros nos lo pensamos «muy mucho», ¿no deberíamos hacer lo mismo a la hora de dejar nuestra educación, seguridad, sanidad y, sobre todo, nuestra cartera, en manos de terceros? Porque, recuerden, los millones de euros de presupuesto que vamos a entregarle al partido que resulte ganador en las próximas elecciones, los ponemos entre todos con el sudor de nuestro trabajo. ¿Los dejaríamos, pues, en manos de cualquiera «venga de donde venga», sin prestar atención a quién es esa persona, qué ha hecho en el pasado y quiénes le rodean? He ahí la cuestión.
Feliz puente
Juan