Luz ahora: 0,10955 €/kWh

LA VENTOSA: Hola paisanos; ¿como se presenta el verano? Unos pasareis...

Hola paisanos; ¿como se presenta el verano? Unos pasareis las vacaciones en la tranquilidad del pueblo, la piscina, la partida, los paseos por el campo con la fresca, merienda con los amigos, las tertulias etc, Otros escogeréis cambiar de aires en otros destinos, conocer gente nueva y haceros algunas preguntas del lugar donde pasareis las ansiadas vacaciones.
Es algo que siempre pienso cuando estoy en un sitio nuevo, ¿de qué vive la gente aquí? Recuerdo que fue en Lisboa, el anuncio decía «se ofrece paseador de perros». El anuncio, escrito a mano en papel, estaba pegado en una farola en un parque. Reconozco que me hizo gracia. Pensé yo, ¿paseador de perros?, ¿así, en plural? Y continuaba pensando, ¿qué oficio es ese?, ¿al ir varios perros juntos, no se pelearán los unos con los otros?, ¿no será un follón para el «paseador», al sacar juntos a la calle a varios bichos de distintas razas, edades y condición? Al final me convencí que pese a lo inútil que yo pudiera ver a ese oficio, podía ser una forma de ganarse la vida. Posteriormente, en los días que estuve en Portugal los anuncios de ofrecimientos de gentes para trabajar en diversas cosas que a primera vista se me antojaban cuanto menos insólitas, fue en aumento: «cantador de Fado callejero», «recitador de poemas», «jugador de cartas». A mi forma de ver eran todos oficios –o formas de ganarse la vida– más o menos extravagantes, pero en su mayoría inútiles. Después de mi viaje pensaba en Portugal como en un país repleto de nostálgicos por el canto, el baile, los poemas, las palabras, los paseos con mascotas?, pero de qué vivía realmente la gente. Posteriormente, en Maraquees, (Marruecos) tuve la misma sensación. En esta ocasión los oficios eran los que veía en la calle: el que danzaba insistentemente acompañado por un mono en aquella enorme plaza; los que ofrecían comida de baja calidad por unas monedas "comida para pobres" hacer bailar a las serpientes al son de las charamitas, por la voluntad, por sacar unas fotos como recuerdo, o el figurante que se ofrecía para acompañarte a una tienda," con mejores productos y más baratos" por una pequeña comisión. ¿Formas de ganarse la vida? Sí, parece ser que sí. Por muy inútiles que me parecieran, todas estas eran alternativas que la gente en su inventiva había encontrado para poder subsistir. En el actual lenguaje político ortodoxo, al menos aquí en España, se le calificaría a todo este ejército de cantores, trovadores, viejitas, domadores, reponedores de alpiste para canarios, como de auténticos «emprendedores». No niego que existen otros emprendedores, pero ahora quiero fijarme en éstos, los que hartos de buscar y buscar, y de no encontrar, salen a la calle a ganarse la vida de otra forma. Nuestra Administración los califica así, como de emprendedores.

En España también los tenemos, y en verano parece que se vean más, si bien están presentes todo el año. Los veremos por las playas, por los paseos, por los contenedores de nuestras basuras, por las estaciones de tren y de autobuses... Aquellos que parece que están ocultos, que sean invisibles, aquellos que parece que no existen, pero resulta que sí que están, que existen y además son legión. Serán los que nos hagan malabarismos delante del coche mientras esperamos que cambie el semáforo de rojo a verde; son los que nos venderán pañuelos, bolsos, pareos y coca-cola fría en los paseos; son los que se ofrecerán para dar un masaje en la playa por 10 euros o nos reservarán el espacio en esa misma playa para que podamos tomar el sol en primera línea; son los que nos venderán un pito o una pelota para nuestro hijo que se le olvidó en el apartamento; son los que hacen de estatuas inmóviles representado a Tarzán con la mona Chita o cualquier otro personaje que se nos venga a la cabeza; son los que de forma sigilosa se acercan a los contenedores noche tras noche para comprobar, no si hemos sido ciudadanos ejemplares en cuanto a la elección de dónde hemos echado las basuras seleccionadas –cartón, plástico, orgánica, etcétera–, sino para ver qué de esas basuras les resulta útil (comida, enseres) para poder comer, vender, restaurar o cambiar. Nosotros también tenemos nuestros emprendedores que de forma silenciosa y como si de fantasmas se tratara, los tenemos casi pegados a nuestras narices.

Muchos de estos «emprendedores de la miseria» son los inmigrantes, los que vemos o los que no queremos ver (por muy de color oscuro que sean). Son también los parados, hombres y mujeres, que cansados de no trabajar, algo tienen que hacer para llevar alguna cosa a sus casas. Son también los pobres, los desahuciados, los sin techo. Y esto, es este año. Pero ¿y el año próximo?, ¿quiénes serán estos emprendedores de la miseria? Si nada cambia, y parece que esto va para largo, serán los mismos protagonistas más alguno más. Quizás los mayores de 45-50 años, los jóvenes sin empleo un año más, las mujeres que por serlo no encuentran trabajo. ¿Está usted en esta lista o conoce a alguien que pueda estarlo? Lo digo porque es cosa de que vaya inventándose algún trabajo de emprendedor, porque será la única alternativa que le quede.
Saludos cordiales para todos y mis mejores deseos para este verano
Juan