Hola amigos/as del Foro.
No quiero cerrar el ordenador sin comentaros que murió la semana pasada D. Ricardo
Como me consta que en este Foro entran, afortunadamente muchas personas, estas se preguntaran: ¿Quién era D. Ricardo?
Pues era un Cura que llegó a la Ventosa hacia el año 1956 recién ordenado sacerdote, con veintipocos años y una gran vitalidad que empleaba en el desarrollo de su Ministerio.
Era frecuente ver como se arremangaba la sotana y jugaba partidas de pelota en la fachada de la Iglesia con jóvenes y mayores.
También cada año se subía a la buhardilla de la iglesia para coger tordos. Esos tordos los entregaba a los chicos, varios a cada uno, para que los frieran en sus casas, y los tenían que entregar tal día fritos. Y con los tordos con tomate que se juntaban en una o dos ollas grandes, y con su pan cada uno, D. Ricardo se llevaba a todos los críos (yo era uno de ellos) a la Fuente de los Aramillos o a la Fuente de los Arenales, y allí se pasaba el día jugando con nosotros como uno crío más.
Otro día repetía la misma operación con las chicas.
Nos enseñaba religión en las escuelas, y nos bajaba formados por la cuesta hasta la Iglesia, donde nos daba una charla y rezos, y al que se movía le pagaba unos "capones" de marca.
Cuando tuvo televisión en su casa, en la C/ Grande, habilitó un salón donde veíamos la película de Rin Tin Tin, los domingos. Nos cobraba una peseta, y a cambio nos daba una gaseosa que chuperreteábamos durante la película.
En las salidas que hacíamos del colegio alguna tarde, íbamos formados perfectamente desde la escuela hasta la era de Fausto, y me acuerdo que cantábamos el Cara al Sol por el camino. Entonces muy pocos o ninguno sabíamos lo que significaba. Me acuerdo de dos o tres personas fallecidas hace muchos años, que se cruzaban con nosotros y yo las veía y oís rezongar por lo bajo, y al preguntar en mi casa porqué el tío cual o el tío tal hacían eso, nunca me dijeron la verdad, simplemente me decían "no les gustará la canción..."
También me acuerdo que durante la enfermedad de mi madre, q. e. p. d. venía muchas tardes a verla a mi casa y traía una paloma para hacer caldo para Ella, y cuando la operaron en el mes de agosto en Cuenca, y mi padre estaba con Ella, cuando llegábamos a nuestra era para trillar, la parva estaba extendida. El madrugaba y la extendía sin que lo viéramos...
En los últimos años era frecuente verlo sentado o paseando, al pasar por la calle principal de Villar de Domingo García.
Estuvo en el pueblo de sacerdote unos veinte años, y cuando ya muy viejito, vino a casar a un sobrino mío, hace unos doce años, yo le vi después de la boda en la puerta de la Iglesia, pero no me acercaba a saludarle, y mi hermana me dijo: ¿No saludas a D. Ricardo?- a lo que le contesté- pero si no le veo desde que tenía yo quince años, ni se acuerda de mi.
Tu prueba -me dice.
Y entonces me acerco y le digo: D. Ricardo, ¿se acuerda de mi?
Y me dice:! como no me voy a acordar hombre, tu eres Manuel Sáiz Utanda! y me quedé pasmao.
Fue enterrado el sábado.
Descanse en Paz un buen hombre y un buen Sacerdote.
Os saluda con afecto, como siempre:
Manuel.
No quiero cerrar el ordenador sin comentaros que murió la semana pasada D. Ricardo
Como me consta que en este Foro entran, afortunadamente muchas personas, estas se preguntaran: ¿Quién era D. Ricardo?
Pues era un Cura que llegó a la Ventosa hacia el año 1956 recién ordenado sacerdote, con veintipocos años y una gran vitalidad que empleaba en el desarrollo de su Ministerio.
Era frecuente ver como se arremangaba la sotana y jugaba partidas de pelota en la fachada de la Iglesia con jóvenes y mayores.
También cada año se subía a la buhardilla de la iglesia para coger tordos. Esos tordos los entregaba a los chicos, varios a cada uno, para que los frieran en sus casas, y los tenían que entregar tal día fritos. Y con los tordos con tomate que se juntaban en una o dos ollas grandes, y con su pan cada uno, D. Ricardo se llevaba a todos los críos (yo era uno de ellos) a la Fuente de los Aramillos o a la Fuente de los Arenales, y allí se pasaba el día jugando con nosotros como uno crío más.
Otro día repetía la misma operación con las chicas.
Nos enseñaba religión en las escuelas, y nos bajaba formados por la cuesta hasta la Iglesia, donde nos daba una charla y rezos, y al que se movía le pagaba unos "capones" de marca.
Cuando tuvo televisión en su casa, en la C/ Grande, habilitó un salón donde veíamos la película de Rin Tin Tin, los domingos. Nos cobraba una peseta, y a cambio nos daba una gaseosa que chuperreteábamos durante la película.
En las salidas que hacíamos del colegio alguna tarde, íbamos formados perfectamente desde la escuela hasta la era de Fausto, y me acuerdo que cantábamos el Cara al Sol por el camino. Entonces muy pocos o ninguno sabíamos lo que significaba. Me acuerdo de dos o tres personas fallecidas hace muchos años, que se cruzaban con nosotros y yo las veía y oís rezongar por lo bajo, y al preguntar en mi casa porqué el tío cual o el tío tal hacían eso, nunca me dijeron la verdad, simplemente me decían "no les gustará la canción..."
También me acuerdo que durante la enfermedad de mi madre, q. e. p. d. venía muchas tardes a verla a mi casa y traía una paloma para hacer caldo para Ella, y cuando la operaron en el mes de agosto en Cuenca, y mi padre estaba con Ella, cuando llegábamos a nuestra era para trillar, la parva estaba extendida. El madrugaba y la extendía sin que lo viéramos...
En los últimos años era frecuente verlo sentado o paseando, al pasar por la calle principal de Villar de Domingo García.
Estuvo en el pueblo de sacerdote unos veinte años, y cuando ya muy viejito, vino a casar a un sobrino mío, hace unos doce años, yo le vi después de la boda en la puerta de la Iglesia, pero no me acercaba a saludarle, y mi hermana me dijo: ¿No saludas a D. Ricardo?- a lo que le contesté- pero si no le veo desde que tenía yo quince años, ni se acuerda de mi.
Tu prueba -me dice.
Y entonces me acerco y le digo: D. Ricardo, ¿se acuerda de mi?
Y me dice:! como no me voy a acordar hombre, tu eres Manuel Sáiz Utanda! y me quedé pasmao.
Fue enterrado el sábado.
Descanse en Paz un buen hombre y un buen Sacerdote.
Os saluda con afecto, como siempre:
Manuel.