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LA VENTOSA: Renteros y Rentistas...

Renteros y Rentistas
Entra un señor en una notaría en Cuenca, y le dice a la persona que le atiende:
-Buenos días, -que vengo a poner a mi nombre una casa
- Buenos días, -le contesta el empleado, - ¿Qué documentos trae?
- ¿Documentos?, ¿Qué documentos?- La casa es mía, me la ha dado mi vecino,-contesta el primero.
A lo que el empleado de la notaría contesta: -Lo siento señor, pero debe traer algún documento escrito de compra venta, o donación, que demuestre que la casa es suya.
El de la casa se va de la notaría, sin haber hecho la gestión que pretendía, por imposible.
Pero el susodicho señor va a la Consejería de Agricultura de Cuenca, (C/ Colón), y dirigiéndose al funcionario de turno le dice:
-Buenas, que vengo a poner a mi nombre una parcela de la Ventosa para recibir la subvención.
Y el funcionario le pregunta: - ¿Sabe usted el número que la parcela tiene en el Catastro?
¡Y claro que lo sabe! Quizás usted, si, si, usted señor/a, Rentista propietario/a, que le ha dado el terreno en renta no lo sepa, pero el susodicho sí que lo sabe, porque quizás antes de usted hiciera el trato con él, se ha apresurado a ir al Ayuntamiento del pueblo, y allí mirando el mapa catastral, lo ha averiguado.
Así que se lo da al funcionario, que toma debida nota de ello y le dice: - Ya está señor, a partir de ahora recibirá usted las subvenciones que el Ministerio de Agricultura estipule para esta parcela.
Así de fácil, ¡! y sin presentar ningún documento!.
Amigos/as del Foro:
El ejemplo de la notaría es pura ficción, pues a nadie se le ocurre ir a un notario si llevar documentos, pero el segundo ejemplo es el día a día de los pueblos.
En estos días de verano, en los que disfrutamos de la compañía de vecinos de nuestros pueblos, y familiares, que en su día emigraron a las capitales, hay ocasión de escuchar historias reales pero incomprensibles para alguien que está acostumbrado a los alquileres de pisos, naves, locales y otros establecimientos. Porque un contrato de alquiler, es igual para un local, que para un terreno o un corral para gallinas. Pero es que hay que hacer contrato.
Concretamente aquí, en la Ventosa los contratos en lo referente a terrenos, (al menos en las personas que yo conozco) se hacen de palabra, y los precios que se pagan por ellos, son para llorar.
Se da el caso que por un olivar centenario de 50 o 60 olivas, se pague al dueño, o rentista cinco (5) litros de aceite al año.
Si tenemos en cuenta que una oliva centenaria, del tipo medio que existen en nuestro pueblo, puede dar una media de 40 a 50 kilos de aceituna, y que para hacer un litro de aceite se necesitan de 7 a 10 kilos, se comprende fácilmente que con el producto de una oliva, pagan al rentista.
Y otro tanto pasa con los terrenos de sembrado, que ya sean de una fanega o un almud, la media del pago viene a ser de 5 litros de aceite, que parece ser que esta cantidad de aceite, se ha convertido en unidad de medida de rentas.
Las personas que me cuentan estas cosas, tienen más de 65 años, y tienen hijos, y yo les digo que si no arreglan esos desmanes o abusos, (consentido por ellos), cuando ellos falten, sus hijos perderán las propiedades. Y es fácil de entender, porque aunque los hijos de 35, 40 y más años, tienen suficientes conocimientos para poner en orden estas cosas, pues muchos de ellos son Licenciados en alguna carrera, nacieron y se criaron en las ciudades, y no tienen el apego necesario a la propiedad, ni les duele perderla, ya que el recuerdo que tienen del campo y el abuelo, es cuando les montaba en la trilla cuando eran pequeños.
Y les digo más: que no respetan ni tienen apego a los grandes sacrificios que hicieron sus padres, abuelos y bisabuelos, arando cada año esas tierras, desbrozando, quitando raíces, piedras y maleza, a golpe de palón, con los riñones y los huesos destrozados por los dolores, para que la naturaleza no se las arrebatara, y pudieran llegar hasta ellos.
Los que no lo han vivido, no entenderán nunca las penalidades de arar con dos borricos un olivar, en el que tenían que serpentear con el arado entre los olivos, acercándose lo más posible a la oliva, pero con cuidado de no engancharse en las raíces, y cuando terminaban de arar, cavaban a brazo y palón cada olivo.
¿Y todo ese esfuerzo para qué?
Para que su biznieto, nieto, e hijo, las de en arrendamiento por CINCO LITROS DE ACEITE AL AÑO.
Siento tanta vergüenza ajena, que no puedo seguir escribiendo de este tema, así que os mando un saludo y lo dejo amigos.
Manuel.