FIESTA DE LA CRUZ 2016
Hola amigos/as del Foro.
Crear una fiesta, Fiesta de la Cruz, y que ésta quede consolidada en solamente tres o cuatro años, tiene mucho mérito y solamente se puede lograr con el amor y empeño que su creador o creadores ponen en conseguirlo.
El secreto está en echarle al tema trabajo, trabajo y más trabajo, y en eso no escatiman esfuerzos los hermanos Julián y Manuel Barrios, y el siempre número uno de los colaboradores, Arsenio Lucas.
Hay muchos colaboradores y colaboradoras más, y no los voy a nombrar por temor a dejarme alguno en el, para ellos y ellas, inmerecido olvido.
Bien es verdad, que a veces, en momentos puntuales y duros, como es la carga, transporte, descarga y montaje de las mesas, sillas, fogones, disco móvil etc. harían falta más, pero también es cierto que si fuéramos muchos, nos estorbaríamos unos a otros, así que, así nos vamos apañando. Si bien, aprovecho este medio tan leído, para pedir más colaboración en el desmontaje, del mobiliario, barrido de la nave que tan generosamente nos presta Andrés Triguero Alcañiz, fregado de tanto cacharro utilizado y transporte a su destino de todo lo empleado.
En la víspera de la fiesta, que este año se ha celebrado el 30 de abril, la actividad consistió principalmente en la preparación de la carne de corzo y jabalí, suministrada por los profesionales de la caza del pueblo.
Entre bromas, dichos, chistes y risas, cortamos y troceamos en grupo, esos dos elementos protagonistas de la Fiesta al convertirlos en las ricas calderetas castellano-manchegas, que tanta fama tienen a nivel nacional.
No es para tomarse a broma el empeño que ponen nuestros queridos “cocineros” locales, en el desarrollo de su elaboración, dándoles el puntito esencial, o toque que las diferencie.
Debo decir, que a mí todas me merecen un 10.
No se quedan atrás nuestras guapas señoras, pues aparte de preparar y tener listos los condimentos que usarán los cocineros, sacan tiempo para hacer dos cajas grandes de flores de azúcar, que tomaremos con el café, después de degustar cuatro o cinco calderetas, 50 forros de cabeza asados a la parrilla, como se asan los espetos en la playa (primera y exitosa vez que se hace así), jamón, queso, y cinco grandes paellas, que como las calderetas, se hicieron a la vista del público asistente.
Asistieron unas 200 personas, que para “regar” convenientemente esa comida, dispusieron de una barra de bar permanentemente asistida por voluntarios, y debidamente aprovisionada de bebidas fresquitas.
No podía faltar el Zurra, tratándose de la Ventosa, y también hubo provisión de tan antigua bebida, gratis para los que quisieron, que se podían servir libremente.
Antes de la degustación de todo lo expuesto, el día 30 a las 11’00 horas acudimos a la Ermita el Calvario, y desde allí sacamos en Procesión a nuestro querido y Venerado Jesús el Nazareno, que con su presencia, y en medio de un aceptable silencio, honró las calles por donde pasó desde su Ermita hasta las Eras altas, en cuya plaza dimos la vuelta y volvimos a la misma para oír la Santa Misa.
Todos conocidos, todos en hermandad. Aunque de diferentes casas, todos como una familia, los nietos que van creciendo, alguno que acaba de nacer, los hijos cada vez más jóvenes, los puñeteros, y nosotros un poco más “usados”, que no mayores, todos felices y contentos por estar juntos una vez más.
Después de Misa, el que más y el que menos se dio una vuelta por los dos bares del pueblo, para tomar el vermut y contarse sus cosas, para después ir a comer todos juntos a la Fiesta de la Cruz.
Mientras esto sucedía en la nave se trabajaba intensamente, las paellas hervían en sus grandes sartenes, y las mujeres y hombres que las hacían condimentaban lentamente, para dar el punto de cocción y calculando el tiempo para su punto. Las calderetas convenientemente tapadas, ya hechas, aguardaban para ser servidas, y todo estuvo en su punto entre las 14’30 y las 15’00 horas, y así fue, que con el ahínco y tesón de los organizadores, se consiguió.
Se comió y bebió en medio de la alegría y la amistad, y oyendo la música que no faltó desde el comienzo del día.
Después, cada mochuelo a su olivo, haciendo tiempo para volver por la noche a degustar la cena que consistió en porciones de unos colosales y largos, larguísimos bocadillos de pimientos fritos, panceta, picadillo, huevos fritos recién hechos, etc. y de postre roscón y flores.
Todos contentos, todos felices de haber compartido un año más la Fiesta de la Cruz, y deseando que no se pierda algo tan hermoso que sirve para unir en hermandad a nuestra gente.
Acabada la cena, y con un frío impresionante, nos fuimos a cantar los Mayos a la puerta de la Ermita el Calvario, y a la puerta de la Iglesia después. Pero esto merece un escrito aparte.
Con mis mejores saludos para los Foreros y todo el que nos lee, desde mi terraza, con un silencio solo roto por el canto de los gorriones a mi espalda, y con el verde del Valle ante mí, os ruego que no se os olvide ser felices
Manuel.
Hola amigos/as del Foro.
Crear una fiesta, Fiesta de la Cruz, y que ésta quede consolidada en solamente tres o cuatro años, tiene mucho mérito y solamente se puede lograr con el amor y empeño que su creador o creadores ponen en conseguirlo.
El secreto está en echarle al tema trabajo, trabajo y más trabajo, y en eso no escatiman esfuerzos los hermanos Julián y Manuel Barrios, y el siempre número uno de los colaboradores, Arsenio Lucas.
Hay muchos colaboradores y colaboradoras más, y no los voy a nombrar por temor a dejarme alguno en el, para ellos y ellas, inmerecido olvido.
Bien es verdad, que a veces, en momentos puntuales y duros, como es la carga, transporte, descarga y montaje de las mesas, sillas, fogones, disco móvil etc. harían falta más, pero también es cierto que si fuéramos muchos, nos estorbaríamos unos a otros, así que, así nos vamos apañando. Si bien, aprovecho este medio tan leído, para pedir más colaboración en el desmontaje, del mobiliario, barrido de la nave que tan generosamente nos presta Andrés Triguero Alcañiz, fregado de tanto cacharro utilizado y transporte a su destino de todo lo empleado.
En la víspera de la fiesta, que este año se ha celebrado el 30 de abril, la actividad consistió principalmente en la preparación de la carne de corzo y jabalí, suministrada por los profesionales de la caza del pueblo.
Entre bromas, dichos, chistes y risas, cortamos y troceamos en grupo, esos dos elementos protagonistas de la Fiesta al convertirlos en las ricas calderetas castellano-manchegas, que tanta fama tienen a nivel nacional.
No es para tomarse a broma el empeño que ponen nuestros queridos “cocineros” locales, en el desarrollo de su elaboración, dándoles el puntito esencial, o toque que las diferencie.
Debo decir, que a mí todas me merecen un 10.
No se quedan atrás nuestras guapas señoras, pues aparte de preparar y tener listos los condimentos que usarán los cocineros, sacan tiempo para hacer dos cajas grandes de flores de azúcar, que tomaremos con el café, después de degustar cuatro o cinco calderetas, 50 forros de cabeza asados a la parrilla, como se asan los espetos en la playa (primera y exitosa vez que se hace así), jamón, queso, y cinco grandes paellas, que como las calderetas, se hicieron a la vista del público asistente.
Asistieron unas 200 personas, que para “regar” convenientemente esa comida, dispusieron de una barra de bar permanentemente asistida por voluntarios, y debidamente aprovisionada de bebidas fresquitas.
No podía faltar el Zurra, tratándose de la Ventosa, y también hubo provisión de tan antigua bebida, gratis para los que quisieron, que se podían servir libremente.
Antes de la degustación de todo lo expuesto, el día 30 a las 11’00 horas acudimos a la Ermita el Calvario, y desde allí sacamos en Procesión a nuestro querido y Venerado Jesús el Nazareno, que con su presencia, y en medio de un aceptable silencio, honró las calles por donde pasó desde su Ermita hasta las Eras altas, en cuya plaza dimos la vuelta y volvimos a la misma para oír la Santa Misa.
Todos conocidos, todos en hermandad. Aunque de diferentes casas, todos como una familia, los nietos que van creciendo, alguno que acaba de nacer, los hijos cada vez más jóvenes, los puñeteros, y nosotros un poco más “usados”, que no mayores, todos felices y contentos por estar juntos una vez más.
Después de Misa, el que más y el que menos se dio una vuelta por los dos bares del pueblo, para tomar el vermut y contarse sus cosas, para después ir a comer todos juntos a la Fiesta de la Cruz.
Mientras esto sucedía en la nave se trabajaba intensamente, las paellas hervían en sus grandes sartenes, y las mujeres y hombres que las hacían condimentaban lentamente, para dar el punto de cocción y calculando el tiempo para su punto. Las calderetas convenientemente tapadas, ya hechas, aguardaban para ser servidas, y todo estuvo en su punto entre las 14’30 y las 15’00 horas, y así fue, que con el ahínco y tesón de los organizadores, se consiguió.
Se comió y bebió en medio de la alegría y la amistad, y oyendo la música que no faltó desde el comienzo del día.
Después, cada mochuelo a su olivo, haciendo tiempo para volver por la noche a degustar la cena que consistió en porciones de unos colosales y largos, larguísimos bocadillos de pimientos fritos, panceta, picadillo, huevos fritos recién hechos, etc. y de postre roscón y flores.
Todos contentos, todos felices de haber compartido un año más la Fiesta de la Cruz, y deseando que no se pierda algo tan hermoso que sirve para unir en hermandad a nuestra gente.
Acabada la cena, y con un frío impresionante, nos fuimos a cantar los Mayos a la puerta de la Ermita el Calvario, y a la puerta de la Iglesia después. Pero esto merece un escrito aparte.
Con mis mejores saludos para los Foreros y todo el que nos lee, desde mi terraza, con un silencio solo roto por el canto de los gorriones a mi espalda, y con el verde del Valle ante mí, os ruego que no se os olvide ser felices
Manuel.