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LA VENTOSA: No olvidemos a Clemen, ella siempre colabora.

CRISTO, CRISTILLO Y CRISTETE
¿Os acordáis amigos/as?
No hace tantos años que estas eran nuestras Fiestas Grandes.
Las Fiestas esperadas por todos, y principalmente por los jóvenes que estrenarían sus trajes con chaleco Ellos.
Su vestidos primorosamente planchados y retocados Ellas.
Habían trabajado duro todos/as durante el año, y eran los días en los que recibían su premio.
Se mostraban guapos y varoniles Ellos, orgullo de sus padres que los veían hacerse hombres.
Se mostraban coquetas y femeninas Ellas, orgullo de sus padres que veían con preocupación cómo se hacían mujeres.
Todos/as bajo la verbena que los hombres habían hecho en el Eruelo días antes con ramas de olmo, con un entramado de sogas cubierto de ramas, que iban desde un palo central a unos palos verticales alrededor de la plaza.
Un sencillo alumbrado con bombillas, un escenario de madera, y tres músicos. Acordeón, saxofón y batería…y a bailar.
Las madres, vigilantes de la moral y de la honra, sentadas, de pie o incluso bailando, no se perdían detalle de con quién bailaban sus retoños, para luego en casa advertir…
.- Ten cuidao con ese hija, que ya sabes que fama tiene entre las mozas…
Ten cuidao con esa hijo, que ya sabes lo que busca de ti…
Para qué seguir amigos, esos tiempos no volverán, y lo único que queda de aquello es la Fe inquebrantable en El. El que da nombre a la fiesta. Nuestro Cristo, Jesús el Nazareno.
Este año, solamente un día de fiesta. El día del Cristo, y como asistentes a la misma, los oriundos del pueblo, algunos que solamente vienen al pueblo en este día, y pocos más…
Los nacidos aquí, jóvenes y mayores, pues muchos de los que leéis esto, hijos y nietos, estabais en vuestros trabajos, lejos de aquí.
La Santa Misa empezó a las doce, y allí, cerca del Altar Mayor estaba El. Mirando a todos los asistentes, con esa mirada que denota comprensión y confianza para contarle nuestras penas y alegrías.
El sacerdote celebraba la Misa con cánticos que coreaban los asistentes, y en el ambiente flotaban las Peticiones y Gracias hacia Aquel que todo lo hace posible. Aquel que, allí en su pedestal, abrazado a su Cruz, a través de su apacible rostro, aúna en su majestuosa figura, los anhelos, alegrías y penas de los creyentes.
.- Gracias Señor, porque mi hijo/a encontró trabajo.
.- Gracia Señor, porque mi hija/o se ha curado de su mal.
.- Te pido Señor que mi hija y mi yerno se arreglen.
.- Mi hija/o está en el final de carrera, échale una mano Jesús.
.- Jesús, te doy gracias por todo lo que me das.
.- Jesús, quita los dolores a mi mujer que no está buena.
.- Algo le pasa a mi marido conmigo Señor, ayúdanos.
Momento emocionante, cuando en la Consagración del Pan y el Vino, en el silencio de la Iglesia, desde debajo del Coro, se oye el Himno Nacional interpretado por la Banda de Música.
En el momento de salir en Procesión hubo que esperar porque amenazaba lluvia, y el trayecto de la misma fue acortado por el mismo motivo, y fue un acierto, ya que apenas introducido el Santo en la Ermita el Calvario, empezó a llover.
Por la tarde a las ocho empezó la Fiesta lúdica, pues en el Silo esperaban unas extraordinarias calderetas de cordero, primorosamente elaboradas por la persona que a mi entender, es el que mejor las hace en la Ventosa. Arsenio Lucas.
Aparte de “su” secreto, le pone lo principal para este delicado manjar. La paciencia. Y el resultado es una delicatessen.
Pero antes de la degustación disfrutamos del buen hacer de un maestro del acordeón que deleitó nuestro sentido del oído con su arte en el manejo de tan extraordinario instrumento, fruto de muchos días, meses y años de ensayo y aprendizaje.
Después vino la degustación de las calderetas amenizada con música enlatada, y con un bar primorosamente atendido por los dos simpáticos jóvenes, Javi y María, que este año llevaron el bar de la piscina.
Os podéis imaginar el ambiente. Todos conocidos, sin complejos por encontrarse entre amigos de la escuela, de las tareas del campo, de la vida diaria del pueblo, todos como hermanos, y todos tenedor en una mano y pan en la otra, y comiendo a dos carrillos entre comentarios y bromas. No se puede pedir más.
Y llegamos al momento del baile donde otro acordeonista (padre del anterior), natural del pueblo vecino Cuevas de Velasco, cantó canciones, pasodobles, rumbas, tangos y ¡cómo no! Paquito el Chocolatero… acompañándose él mismo con un teclado u órgano hasta que el personal no pudo más.
Eso sí, a las doce se hizo un descanso que fue aprovechado para degustar un chocolate con bollos que prepararon las señoras de la Comisión de Festejos, que siempre durante las fiestas están ahí dando altruistamente su esfuerzo, para que todo sea a gusto de todos.
Gracias Angustias, Almudena, Magdalena… y más.
Y así hemos pasado el día del Cristo amigos y amigas de la Ventosa.
Con las fiestas llegó el frío a nuestro pueblo, en el que hemos pasado de dormir encima de la cama, a hacerlo con colcha o incluso manta.
Ser felices amigos. Con afecto:
Manuel. 16 – 09 - 2016

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