Continuación:
.- Pues la verdá es que da gusto - dijo Pedro - por ande vayas hay chavalas, y mu guapas y arreglás, pero vamos que ya sabís que yo hablo con la Pepa, la del tío José y la tía Antonia. Que nos hicimos novios aquí en la fiesta del año pasao, y como se fue a servir allí, pues nos vemos los fines de semana, porque yo salgo el sábado de trabajar a las dos, y ya hasta el lunes a las ocho, libre.
Mientras hablaban y hablaban, iban llenando la galera con el carrizo cortado.
.-! Huy copón muchacho!, -dice Pascual - ¿sales el sábado a la hora de comer, y ya no vuelves hasta el lunes a las ocho, y no tiés que echar de comer a las mulas, ni dales agua, ni ir a la fuente, ni a manialas pa que coman en los rochos...? ¿y no taburres sin hacer ná toese tiempo?
Los otros mozos escuchaban la charla atentamente mientras faenaban.
.- No maburro Pascual, mira, el sábado cuando salgo, antes de llegar a la pensión, me voy a unos baños públicos que hay en la Glorieta de Embajadores, y allí por una peseta por la ducha, y otra peseta por toalla y jabón, me raspo to la mugre de la semana, y me quedo relimpio pa salir hecho un pincel con la Pepa el domingo por la tarde - y continúa Pedro - después de la ducha, como en una casa de comidas por la plaza Tirso de Molina, y luego me voy a echarme la siesta a la pensión, y al anochecer, me doy una vuelta con unos compañeros del trabajo por el centro de Madrid, y nos tomamos algún chato de vino.
Los domingos por la mañana, si entrena el Rayo, me voy a verlo gratis, y si no, me doy una vuelta por los bajos de la Gran Vía, que son unos salones mu grandes ande hay de tó, futbolines, billares, música... y después de comer, recojo a la Pepa y nos vamos al cine o a pasear. Así que no maburro ná de ná.
.- ¿Y de perras? ¿cuánto se gana en Madrid? Amos, si pué sabese...
.- Si hombre, se pué saber. Mira, por las ocho horas de trabajo al día te pagan un jornal fijo, pero como hay mucho trabajo en la construcción, como en tos laos, se echan horas extraordinarias. Yo echo dos y hasta tres al día, y claro eso se nota en el sueldo, y gano casi dos mil quinientas pesetas a la semana. Y los que dan el yeso, y los que ponen los azulejos, ganan entoavía más, que yo estoy aprendiendo a poner azulejos con uno que hace chapuzas los sábados y domingos, y de ahí me saco otras perrillas.
.- Huy copón, y nosotros aquí aperreaos por cinco mil pesetas al año, y unas pocas fanegas de trigo y algo de aceite, y ni sábados ni domingos ni ostias. Vaver que pensalo, ¿verdá chicos?.
.- Pos sí -contestó uno - pero ahora vámonos al pueblo que hay faena, que los de las ramas habrán llegao ya, y hay que poner el carrizo primero...
Y dicho y hecho, se montaron todos como pudieron en la galera, pues cargada de carrizo, no era peso para las mulas, y pusieron rumo al pueblo.
Mientras esto pasaba, en la Plaza del Eruelo, otros mozos, solteros y casados estaban dedicados a poner los palos verticales para hacer la verbena.
Sacaban la tierra que tapaba los agujeros de años anteriores, y en los mismos introducían las vigas o palos que quedaban convenientemente retacados con cuñas y tierra, colocados alrededor de la plaza. En el centro un palo principal y más alto, del cual partían las cuerdas sogas y soguillos anudadas y entrelazadas a los palos exteriores, formando así un entramado de sogas.
Cuando llegaron con la galera del carrizo, sin pausa se pusieron a colocarlo encima del entramado de sogas. Unos, subidos en toscas escaleras de palos de madera, recibían el carrizo de otros que les llevaban en manojos desde la galera, y lo extendían encima de las cuerdas haciendo atados a intervalos.
Otros, por detrás de los anteriores, iban colocando encima del carrizo las ramas de olmo, de manera que formaran un techo lo más tupido posible que diera sombra y a la vez protegiera de una posible lluvia.
Finalizadas estas tareas, aparecía el Lucero, (electricista) que siempre ayudado por los mozos, instalaba una red de cables a la vista, con bombillas a unas distancias prudentes.
.- No pongas muchas Lucero, - dice uno - que si se ve bien las madres no se van a dormir... que quién verlo tó...
.- Huy, y si está oscuro - dice el Lucero - las madres no dejan venir a las mozas, si lo sabré yo...
Al mismo tiempo, otros mozos ayudados y dirigidos por un carpintero del pueblo, están montando con troncos, tablones y clavos, un tosco escenario encima del cual se instalaran los músicos contratados: un acordeonista, un saxofón y un batería que tocaran los tres días de fiesta. Cristo, Cristillo y Cristete.
Ya está preparada la verbena, ahora solo queda regar y barrer la Plaza del Eruelo para que mañana, día del Cristo, los músicos sean avisados de que la gente sale de oír la Misa Mayor, y empiecen a interpretar el mejor de los pasodobles de su repertorio.
La gente, jóvenes y mayores, niños y adolescentes, correrán en lo posible hasta El Eruelo, y desde ese momento olvidarán los duros trabajos pasados durante el año y disfrutarán de la fiesta. Su tan esperada Fiesta que marca el antes y el después de cada año. EL DÍA DEL CRISTO.
Víspera del Cristo de 2017. Ser Felices amigos de la Ventosa. Os saluda: Manuel.
.- Pues la verdá es que da gusto - dijo Pedro - por ande vayas hay chavalas, y mu guapas y arreglás, pero vamos que ya sabís que yo hablo con la Pepa, la del tío José y la tía Antonia. Que nos hicimos novios aquí en la fiesta del año pasao, y como se fue a servir allí, pues nos vemos los fines de semana, porque yo salgo el sábado de trabajar a las dos, y ya hasta el lunes a las ocho, libre.
Mientras hablaban y hablaban, iban llenando la galera con el carrizo cortado.
.-! Huy copón muchacho!, -dice Pascual - ¿sales el sábado a la hora de comer, y ya no vuelves hasta el lunes a las ocho, y no tiés que echar de comer a las mulas, ni dales agua, ni ir a la fuente, ni a manialas pa que coman en los rochos...? ¿y no taburres sin hacer ná toese tiempo?
Los otros mozos escuchaban la charla atentamente mientras faenaban.
.- No maburro Pascual, mira, el sábado cuando salgo, antes de llegar a la pensión, me voy a unos baños públicos que hay en la Glorieta de Embajadores, y allí por una peseta por la ducha, y otra peseta por toalla y jabón, me raspo to la mugre de la semana, y me quedo relimpio pa salir hecho un pincel con la Pepa el domingo por la tarde - y continúa Pedro - después de la ducha, como en una casa de comidas por la plaza Tirso de Molina, y luego me voy a echarme la siesta a la pensión, y al anochecer, me doy una vuelta con unos compañeros del trabajo por el centro de Madrid, y nos tomamos algún chato de vino.
Los domingos por la mañana, si entrena el Rayo, me voy a verlo gratis, y si no, me doy una vuelta por los bajos de la Gran Vía, que son unos salones mu grandes ande hay de tó, futbolines, billares, música... y después de comer, recojo a la Pepa y nos vamos al cine o a pasear. Así que no maburro ná de ná.
.- ¿Y de perras? ¿cuánto se gana en Madrid? Amos, si pué sabese...
.- Si hombre, se pué saber. Mira, por las ocho horas de trabajo al día te pagan un jornal fijo, pero como hay mucho trabajo en la construcción, como en tos laos, se echan horas extraordinarias. Yo echo dos y hasta tres al día, y claro eso se nota en el sueldo, y gano casi dos mil quinientas pesetas a la semana. Y los que dan el yeso, y los que ponen los azulejos, ganan entoavía más, que yo estoy aprendiendo a poner azulejos con uno que hace chapuzas los sábados y domingos, y de ahí me saco otras perrillas.
.- Huy copón, y nosotros aquí aperreaos por cinco mil pesetas al año, y unas pocas fanegas de trigo y algo de aceite, y ni sábados ni domingos ni ostias. Vaver que pensalo, ¿verdá chicos?.
.- Pos sí -contestó uno - pero ahora vámonos al pueblo que hay faena, que los de las ramas habrán llegao ya, y hay que poner el carrizo primero...
Y dicho y hecho, se montaron todos como pudieron en la galera, pues cargada de carrizo, no era peso para las mulas, y pusieron rumo al pueblo.
Mientras esto pasaba, en la Plaza del Eruelo, otros mozos, solteros y casados estaban dedicados a poner los palos verticales para hacer la verbena.
Sacaban la tierra que tapaba los agujeros de años anteriores, y en los mismos introducían las vigas o palos que quedaban convenientemente retacados con cuñas y tierra, colocados alrededor de la plaza. En el centro un palo principal y más alto, del cual partían las cuerdas sogas y soguillos anudadas y entrelazadas a los palos exteriores, formando así un entramado de sogas.
Cuando llegaron con la galera del carrizo, sin pausa se pusieron a colocarlo encima del entramado de sogas. Unos, subidos en toscas escaleras de palos de madera, recibían el carrizo de otros que les llevaban en manojos desde la galera, y lo extendían encima de las cuerdas haciendo atados a intervalos.
Otros, por detrás de los anteriores, iban colocando encima del carrizo las ramas de olmo, de manera que formaran un techo lo más tupido posible que diera sombra y a la vez protegiera de una posible lluvia.
Finalizadas estas tareas, aparecía el Lucero, (electricista) que siempre ayudado por los mozos, instalaba una red de cables a la vista, con bombillas a unas distancias prudentes.
.- No pongas muchas Lucero, - dice uno - que si se ve bien las madres no se van a dormir... que quién verlo tó...
.- Huy, y si está oscuro - dice el Lucero - las madres no dejan venir a las mozas, si lo sabré yo...
Al mismo tiempo, otros mozos ayudados y dirigidos por un carpintero del pueblo, están montando con troncos, tablones y clavos, un tosco escenario encima del cual se instalaran los músicos contratados: un acordeonista, un saxofón y un batería que tocaran los tres días de fiesta. Cristo, Cristillo y Cristete.
Ya está preparada la verbena, ahora solo queda regar y barrer la Plaza del Eruelo para que mañana, día del Cristo, los músicos sean avisados de que la gente sale de oír la Misa Mayor, y empiecen a interpretar el mejor de los pasodobles de su repertorio.
La gente, jóvenes y mayores, niños y adolescentes, correrán en lo posible hasta El Eruelo, y desde ese momento olvidarán los duros trabajos pasados durante el año y disfrutarán de la fiesta. Su tan esperada Fiesta que marca el antes y el después de cada año. EL DÍA DEL CRISTO.
Víspera del Cristo de 2017. Ser Felices amigos de la Ventosa. Os saluda: Manuel.