EL AGUA. LA LLUVIA
Hola Foreros/as
Como viene siendo habitual, y para nuestro desconsuelo y preocupación, hoy 24 - noviembre - 2017 ha amanecido en nuestro pueblo la Ventosa un día primaveral, cuando debería ser casi invernal a falta de 27 día para la llegada del invierno.
Es preocupante y desolador ver como el campo se muere. Ya no huelen los tomillos como cuando andando entre ellos, los rozabas y desprendían su magnífico y penetrante olor. Ahora los rozas y sus hojas se desprenden de sus ramitas que a veces se quiebran. Están secos.
La vegetación de los montes que se ven desde mi casa está oscura y apagada. Los árboles mantienen la mayoría de sus hojas, pues no ha hecho hasta ahora ni el frío ni aire suficientes para desprenderlas.
Los olivos, que en otros años casi se desgajaban sus ramas por el peso de su fruto negro, duro y brillante, hoy muestran las aceitunas entre verdes y negras pequeñas y arrugadas.
Por los caminos secos y polvorientos circulan los labradores en sus grandes tractores que se dirigen a sus parcelas para sembrarlas, sin la certeza de que germinen las semillas que por orden natural, tenían que haber nacido ya haciendo del campo una alfombra verde. Están sembrando y abonando la tierra con la esperanza puesta en la lluvia, y miran los telediarios para saber cuándo llegará, igual que mi padre por el mismo motivo pegaba su oreja a la radio marca Ondina de mi casa, allá por los años sesenta del siglo pasado.
En nuestro pueblo, rico en agua y fuentes, vemos como éstas van agotan-do su caudal y echan un hilillo insuficiente para llenar sus depósitos donde beben los animales.
Por fortuna la Fuente Grande, la Fuente del Villar y la que hay en la puerta del Ayuntamiento, cubren sobradamente de momento nuestras necesidades para beber y guisar.
! Qué diferencia amigos esta época que vivimos en nuestro pueblo, a la que vivíamos en los años cincuenta y en adelante... ¡
Diferencia en todo, pero como lo que me ocupa es el agua, os digo que en aquellos tiempos en los que la población era de 1.100 habitantes que consumían, había además 3 caballos; 186 mulos; 178 asnos; 1.111 ovejas; 82 cabras; 180 cerdos; 160 conejos; 1817 gallinas; 300 palomas, y eran atendidos por dos veterinarios, uno titular y otro libre, los cuales siendo la Ventosa Cabeza de Partido Veterinario, habían de atender a la ganadería de Bólliga, Cuevas de Velasco, Sotoca, Culebras y Villar del Saz de Navalón.
Nota: Estos datos son extraídos del libro HISTORIAS DE AMOR O APUNTES PARA LA HISTORIA DE LA VENTOSA, CUYO AUTOR ES D. BRAULIO MARCOS HUERTA.
A toda esta lista de animales y personas que consumían agua, añadimos los animales del campo, los huertos que tenía cada familia que eran regados cada día, el Molino de Harina, dos Almazaras para la obtención del aceite etc...
Tengamos en cuenta también que nuestras fuentes, sobre todo la Fuente del Villar, suministraban el agua para beber de algunos pueblos vecinos, que venían con burros aparejados con aguaderas cargadas de cántaros para llenar.
Con lo leído hasta ahora nos damos una idea del consumo de agua diario en nuestro pueblo en esos años.
Pero no había problema (más allá del de tener que esperar en verano, para llenar las vasijas en las Fuentes, desde las cinco de la mañana. No por escasez que yo sepa, sino por tener que llenar tanta gente de un mismo grifo) pues había agua por todos lados en todo el Término de la Ventosa.
Las numerosas Fuentes diseminadas por el campo con sus estanques llenos a rebosar, los barrancos (arroyos) con caudal constante, los Pilares del pueblo: Pilar Nuevo; Pilar Viejo; Pilar del Pocillo; Pilar de los Lavaderos, y el propio Lavadero llenos. Fuente de la Peña y su Lavadero llenos, Fuente (Romana) del Molino, a rebosar de agua finísima, y la Fuente de la Guijarra con su agua especial para cocer legumbre... Riqueza total en aguas.
En cualquier época del año, los chavales éramos los encargados de tener los botijos llenos agua en casa, de manera que cuando salíamos de la escuela al mediodía o ya por la tarde, nos juntábamos varios e íbamos a las Fuentes con dos botijos cada uno. Y tan contentos.
Cuando llegábamos a casa, si era por la tarde, nuestras abuelas o madres nos tenían preparada la merienda. Rebanada gruesa de pan, y encima aceite, tomate y sal, o rebanada con vino y azúcar. Y tan contentos que nos íbamos al Eruelo a jugar al Guá, al Hinque, a los Cartones, al Marro y si había nieve (porque entonces nevaba, y bien, pero bien) nos tirábamos bolas de nieve por equipos, y quedaba eliminado el que más bolazos recibía...
Hubo épocas que la merienda consistía en la susodicha rebanada de pan, (zalamingo de pan, decían algunos) con queso amarillo o mantequilla que nos daban en la escuela al salir, que provenía de la ayuda Americana a España en la posguerra...
Perdón. Me he ido del tema del agua.! Esta cabeza mía... ¡
En los veranos, por aquel entonces, llevábamos a los animales después de la trilla al mediodía a beber a los Pilares, y lo mismo por la tarde al terminar la faena.
Los labradores que venían del campo, hacían beber a sus caballerías en los barrancos de agua limpia y cristalina, o en los estanques que cada fuente del campo tenía, y lo mismo hacían los pastores antes de encerrar a su ganado en los corrales.
Los chavales jugábamos con el agua en los remansos y pasos de los arroyos, a pesar de las consabidas regañinas de nuestras madres por volver a casa mojados, y en época de huertos, ayudábamos a las mismas a regarlos, siendo nosotros los que nos metíamos al barranco para sacar el agua con un cubo, y echarla en una pocilla que hacían en la misma orilla del barranco, y que tenía como fondo una piedra para que no se perdiera o filtrara el agua, y desde la que, por el caudal creado por un cubo tras otro, y otro y otro, se distribuía por los surcos que Ellas, nuestras madres, abrían y cerraban con tierra a su conveniencia dando paso al agua a otro surco
En los días de mucho calor, y sobre todo en la fiesta de Santiago Apóstol, el día 25 de julio, con la cosecha ya en la Era, o casi, los mozos iban al "Cilanco" (Hoya profunda), del Puente de la Virgen y se bañaban tirándose desde el pretil del Puente, (sin bañador), y más abajo hacia la Vega, donde el Río Guadamejud (Río de los Ciruelos) tenía remansos menos profundos, los más pequeños disfrutábamos del agua bañándonos (sin bañador).
Llegados hasta aquí, por favor, hacer un alto cerrando los ojos, y deciros a vosotros mismos si esto era el Paraíso, o no.
Agua, agua, agua por todas partes. Todo el día, todos los días corriendo por todos lados, año tras año desde tiempo inmemorial...
¿Qué ha pasado para llegar a esta situación?
Pues sinceramente no lo sé.
Pero por lo visto y leído debe ser por el tan repetido por los expertos, Cambio Climático, que se produce por el castigo diario que le infringimos a la Tierra y a la Atmósfera con las basuras, insecticidas, pesticidas, abonos químicos, gases, humos etc, que todos juntos están haciendo que cambie el orden de las cuatro Estaciones.
En Cuenca capital el agua del grifo sabe y huele a medicina. Tanto es así que, cuando voy a donde vivo la suelo llevar de la Fuente de Bólliga, o la compro al subir a casa.
En fin amigos y amigas de este Foro, quería saludaros y al mismo tiempo expresar mi preocupación por el estado en que se encuentra el campo de nuestro querido pueblo, que creo además que es la preocupación de todos.
Os mando un cordial saludo y mi deseo de que seáis felices.
Manuel.
Hola Foreros/as
Como viene siendo habitual, y para nuestro desconsuelo y preocupación, hoy 24 - noviembre - 2017 ha amanecido en nuestro pueblo la Ventosa un día primaveral, cuando debería ser casi invernal a falta de 27 día para la llegada del invierno.
Es preocupante y desolador ver como el campo se muere. Ya no huelen los tomillos como cuando andando entre ellos, los rozabas y desprendían su magnífico y penetrante olor. Ahora los rozas y sus hojas se desprenden de sus ramitas que a veces se quiebran. Están secos.
La vegetación de los montes que se ven desde mi casa está oscura y apagada. Los árboles mantienen la mayoría de sus hojas, pues no ha hecho hasta ahora ni el frío ni aire suficientes para desprenderlas.
Los olivos, que en otros años casi se desgajaban sus ramas por el peso de su fruto negro, duro y brillante, hoy muestran las aceitunas entre verdes y negras pequeñas y arrugadas.
Por los caminos secos y polvorientos circulan los labradores en sus grandes tractores que se dirigen a sus parcelas para sembrarlas, sin la certeza de que germinen las semillas que por orden natural, tenían que haber nacido ya haciendo del campo una alfombra verde. Están sembrando y abonando la tierra con la esperanza puesta en la lluvia, y miran los telediarios para saber cuándo llegará, igual que mi padre por el mismo motivo pegaba su oreja a la radio marca Ondina de mi casa, allá por los años sesenta del siglo pasado.
En nuestro pueblo, rico en agua y fuentes, vemos como éstas van agotan-do su caudal y echan un hilillo insuficiente para llenar sus depósitos donde beben los animales.
Por fortuna la Fuente Grande, la Fuente del Villar y la que hay en la puerta del Ayuntamiento, cubren sobradamente de momento nuestras necesidades para beber y guisar.
! Qué diferencia amigos esta época que vivimos en nuestro pueblo, a la que vivíamos en los años cincuenta y en adelante... ¡
Diferencia en todo, pero como lo que me ocupa es el agua, os digo que en aquellos tiempos en los que la población era de 1.100 habitantes que consumían, había además 3 caballos; 186 mulos; 178 asnos; 1.111 ovejas; 82 cabras; 180 cerdos; 160 conejos; 1817 gallinas; 300 palomas, y eran atendidos por dos veterinarios, uno titular y otro libre, los cuales siendo la Ventosa Cabeza de Partido Veterinario, habían de atender a la ganadería de Bólliga, Cuevas de Velasco, Sotoca, Culebras y Villar del Saz de Navalón.
Nota: Estos datos son extraídos del libro HISTORIAS DE AMOR O APUNTES PARA LA HISTORIA DE LA VENTOSA, CUYO AUTOR ES D. BRAULIO MARCOS HUERTA.
A toda esta lista de animales y personas que consumían agua, añadimos los animales del campo, los huertos que tenía cada familia que eran regados cada día, el Molino de Harina, dos Almazaras para la obtención del aceite etc...
Tengamos en cuenta también que nuestras fuentes, sobre todo la Fuente del Villar, suministraban el agua para beber de algunos pueblos vecinos, que venían con burros aparejados con aguaderas cargadas de cántaros para llenar.
Con lo leído hasta ahora nos damos una idea del consumo de agua diario en nuestro pueblo en esos años.
Pero no había problema (más allá del de tener que esperar en verano, para llenar las vasijas en las Fuentes, desde las cinco de la mañana. No por escasez que yo sepa, sino por tener que llenar tanta gente de un mismo grifo) pues había agua por todos lados en todo el Término de la Ventosa.
Las numerosas Fuentes diseminadas por el campo con sus estanques llenos a rebosar, los barrancos (arroyos) con caudal constante, los Pilares del pueblo: Pilar Nuevo; Pilar Viejo; Pilar del Pocillo; Pilar de los Lavaderos, y el propio Lavadero llenos. Fuente de la Peña y su Lavadero llenos, Fuente (Romana) del Molino, a rebosar de agua finísima, y la Fuente de la Guijarra con su agua especial para cocer legumbre... Riqueza total en aguas.
En cualquier época del año, los chavales éramos los encargados de tener los botijos llenos agua en casa, de manera que cuando salíamos de la escuela al mediodía o ya por la tarde, nos juntábamos varios e íbamos a las Fuentes con dos botijos cada uno. Y tan contentos.
Cuando llegábamos a casa, si era por la tarde, nuestras abuelas o madres nos tenían preparada la merienda. Rebanada gruesa de pan, y encima aceite, tomate y sal, o rebanada con vino y azúcar. Y tan contentos que nos íbamos al Eruelo a jugar al Guá, al Hinque, a los Cartones, al Marro y si había nieve (porque entonces nevaba, y bien, pero bien) nos tirábamos bolas de nieve por equipos, y quedaba eliminado el que más bolazos recibía...
Hubo épocas que la merienda consistía en la susodicha rebanada de pan, (zalamingo de pan, decían algunos) con queso amarillo o mantequilla que nos daban en la escuela al salir, que provenía de la ayuda Americana a España en la posguerra...
Perdón. Me he ido del tema del agua.! Esta cabeza mía... ¡
En los veranos, por aquel entonces, llevábamos a los animales después de la trilla al mediodía a beber a los Pilares, y lo mismo por la tarde al terminar la faena.
Los labradores que venían del campo, hacían beber a sus caballerías en los barrancos de agua limpia y cristalina, o en los estanques que cada fuente del campo tenía, y lo mismo hacían los pastores antes de encerrar a su ganado en los corrales.
Los chavales jugábamos con el agua en los remansos y pasos de los arroyos, a pesar de las consabidas regañinas de nuestras madres por volver a casa mojados, y en época de huertos, ayudábamos a las mismas a regarlos, siendo nosotros los que nos metíamos al barranco para sacar el agua con un cubo, y echarla en una pocilla que hacían en la misma orilla del barranco, y que tenía como fondo una piedra para que no se perdiera o filtrara el agua, y desde la que, por el caudal creado por un cubo tras otro, y otro y otro, se distribuía por los surcos que Ellas, nuestras madres, abrían y cerraban con tierra a su conveniencia dando paso al agua a otro surco
En los días de mucho calor, y sobre todo en la fiesta de Santiago Apóstol, el día 25 de julio, con la cosecha ya en la Era, o casi, los mozos iban al "Cilanco" (Hoya profunda), del Puente de la Virgen y se bañaban tirándose desde el pretil del Puente, (sin bañador), y más abajo hacia la Vega, donde el Río Guadamejud (Río de los Ciruelos) tenía remansos menos profundos, los más pequeños disfrutábamos del agua bañándonos (sin bañador).
Llegados hasta aquí, por favor, hacer un alto cerrando los ojos, y deciros a vosotros mismos si esto era el Paraíso, o no.
Agua, agua, agua por todas partes. Todo el día, todos los días corriendo por todos lados, año tras año desde tiempo inmemorial...
¿Qué ha pasado para llegar a esta situación?
Pues sinceramente no lo sé.
Pero por lo visto y leído debe ser por el tan repetido por los expertos, Cambio Climático, que se produce por el castigo diario que le infringimos a la Tierra y a la Atmósfera con las basuras, insecticidas, pesticidas, abonos químicos, gases, humos etc, que todos juntos están haciendo que cambie el orden de las cuatro Estaciones.
En Cuenca capital el agua del grifo sabe y huele a medicina. Tanto es así que, cuando voy a donde vivo la suelo llevar de la Fuente de Bólliga, o la compro al subir a casa.
En fin amigos y amigas de este Foro, quería saludaros y al mismo tiempo expresar mi preocupación por el estado en que se encuentra el campo de nuestro querido pueblo, que creo además que es la preocupación de todos.
Os mando un cordial saludo y mi deseo de que seáis felices.
Manuel.