En estos días de calor sofocante y que para mitigarlo hay que echar mano de la nevera con alguna cervecita fresca, algún tinto de verano o como Zoqueta con un mojito, me viene a la memoria los tiempos que no disponíamos de todo esto, y quisiera rendir un homenaje a un “”amigo”” presente en cada casa, que formaba parte del “”ato””de los que trabajaban en el campo, y imprescindible en la era, llamado en diferentes sitios de diferente manera, búcaro, piporro, pipo, etc. y de diferentes formas y colores pero todo viene a ser lo mismo, el genuino y simple BOTIJO de toda la vida, (en nuestro pueblo grandes y blancos) un utensilio panzudo de barro poroso, cuanto mas poroso mas fresquita hace el agua, con dos orificios uno para llenarlo y el pitorro por donde se bebe. De hay viene el dicho popular (eres mas simple, que el mecanismo de un botijo). Lo de beber del botijo ya no resulta tan simple, es una habilidad que aunque nos parezca sencilla y simple, para un extranjero el beber a chorro, es muy complicado, y aunque se pase las vacaciones practicando, el tragar mientras el chorro va cayendo se le hace casi imposible y al final acabara mojado, o bebiendo “a morro”
Siempre a la sombra, en casa en el sitio mas fresquito,”el poyete”de la ventana o en la “”botijera “ un mueble colgado de la pared en forma de repisa acondicionado con unos agujeros para colocar los botijos, en el campo a la sombra de un “chaparro”o cualquier matojo, en la era a la sombra de la “cina” o en cualquier rodalito de sombra, el caso es que cuando apretaba la sed allí estaba con su agua fresquita, de la fuente del Villar, o la fuente Grande. Había quien tenia la costumbre de con la fresca darse un paseo para llenar los botijos, o mandar a los muchachos cuando salíamos de la escuela, hay quien prefería el agua de los Alamillos por ser mas fina, A mi me daba igual de donde fuera, siempre que no tuviese que ir yo a llenarlos.
El botijo nos ha aconpañado a lo largo de la historia en el pueblo y en España, en sus fabricas y talleres, y en muchos trabajos existía el aguador (el pinche), normalmente un muchacho que su misión era la de recorrer los tajos con el botijo para saciar la sez de los trabajadores. Y quien no acuerda en esos viajes en tren, en algunas estaciones, gentes ofreciendo un trago del botijo por unas monedas, y no faltaba el bromista, que cuando el tren se ponía en marcha hacia correr al dueño del botijo, para recuperarlo, y cuando se lo daba en marcha las mas veces hacían “cacharros””o a la entrada de los toros el grito del botijero ¡agua fresca, a peseta la panza ¡! y había algunos abusones que se empinaban el “”búcaro”y no se acordaban de bajarlo, con la mirada de disgusto del botijero.
Había otros botijeros, los que cada año por las mismas fechas, venían a vender los botijos, con unos burros cargados con una especie de “angarillas”repletas de botijos de todas las clases y tamaños, blancos, rojos, achatados, las botijas, por una parte de la panza plana con dos asas y la boca de llenado mas grande, los “de baño” que estaban cubiertos de esmalte con algunos dibujos, era el típico botijo de invierno, que al no ser poroso no enfriaba el agua y la mantenía a buena temperatura, Y con el andar cansino y al grito de “”el botijeroooo “”botijos finooooos””se daba una vuelta por el pueblo, dejando (no sin regateo) a las mujeres servidas de botijos y otros cacharros, para la casa, ollas, fuentes, barreños etc.. asta el año siguiente.
Hoy en dia sigue habiendo botijos, pero mas como adorno, o como pieza de coleccionistas, no como en otros tiempos que era primordial para tener agua fresquita en cualquier sitio sin necesidad de tener cerca un enchufe, con el consiguiente ahorro de energía, y ser ecológico con contaminación 0.
Y a grandes rasgos y con la misma simpleza de la que alardea el botijo, e querido ¡! refrescar ¡! la memoria a los que alguna vez ¡! Se han hechao un trago del botijo ¡! Ese artilugio tan cotidiano en otros tiempos, tan útil y tan Español
Zoqueta magistral el relato de la visita al museo de Antonio Abaco, espero esas fotografías y hacer una visita cuando este por el pueblo, con el permiso de Abaco.
Un abrazo a todos, pasarlo bien en las fiestas y ya contareis como han ido.
El Monagillo
Siempre a la sombra, en casa en el sitio mas fresquito,”el poyete”de la ventana o en la “”botijera “ un mueble colgado de la pared en forma de repisa acondicionado con unos agujeros para colocar los botijos, en el campo a la sombra de un “chaparro”o cualquier matojo, en la era a la sombra de la “cina” o en cualquier rodalito de sombra, el caso es que cuando apretaba la sed allí estaba con su agua fresquita, de la fuente del Villar, o la fuente Grande. Había quien tenia la costumbre de con la fresca darse un paseo para llenar los botijos, o mandar a los muchachos cuando salíamos de la escuela, hay quien prefería el agua de los Alamillos por ser mas fina, A mi me daba igual de donde fuera, siempre que no tuviese que ir yo a llenarlos.
El botijo nos ha aconpañado a lo largo de la historia en el pueblo y en España, en sus fabricas y talleres, y en muchos trabajos existía el aguador (el pinche), normalmente un muchacho que su misión era la de recorrer los tajos con el botijo para saciar la sez de los trabajadores. Y quien no acuerda en esos viajes en tren, en algunas estaciones, gentes ofreciendo un trago del botijo por unas monedas, y no faltaba el bromista, que cuando el tren se ponía en marcha hacia correr al dueño del botijo, para recuperarlo, y cuando se lo daba en marcha las mas veces hacían “cacharros””o a la entrada de los toros el grito del botijero ¡agua fresca, a peseta la panza ¡! y había algunos abusones que se empinaban el “”búcaro”y no se acordaban de bajarlo, con la mirada de disgusto del botijero.
Había otros botijeros, los que cada año por las mismas fechas, venían a vender los botijos, con unos burros cargados con una especie de “angarillas”repletas de botijos de todas las clases y tamaños, blancos, rojos, achatados, las botijas, por una parte de la panza plana con dos asas y la boca de llenado mas grande, los “de baño” que estaban cubiertos de esmalte con algunos dibujos, era el típico botijo de invierno, que al no ser poroso no enfriaba el agua y la mantenía a buena temperatura, Y con el andar cansino y al grito de “”el botijeroooo “”botijos finooooos””se daba una vuelta por el pueblo, dejando (no sin regateo) a las mujeres servidas de botijos y otros cacharros, para la casa, ollas, fuentes, barreños etc.. asta el año siguiente.
Hoy en dia sigue habiendo botijos, pero mas como adorno, o como pieza de coleccionistas, no como en otros tiempos que era primordial para tener agua fresquita en cualquier sitio sin necesidad de tener cerca un enchufe, con el consiguiente ahorro de energía, y ser ecológico con contaminación 0.
Y a grandes rasgos y con la misma simpleza de la que alardea el botijo, e querido ¡! refrescar ¡! la memoria a los que alguna vez ¡! Se han hechao un trago del botijo ¡! Ese artilugio tan cotidiano en otros tiempos, tan útil y tan Español
Zoqueta magistral el relato de la visita al museo de Antonio Abaco, espero esas fotografías y hacer una visita cuando este por el pueblo, con el permiso de Abaco.
Un abrazo a todos, pasarlo bien en las fiestas y ya contareis como han ido.
El Monagillo
Hola, Juanito (el monaguillo), soy Antonio Ballesteros Collado, (Abaco), de Cue-
Vas de Velasco, tienes concedido el permiso para visitar mi museo cuando quieras
venir, y si lo haces acompañado de alguien, mejor.
Un saludo
Antonio
Vas de Velasco, tienes concedido el permiso para visitar mi museo cuando quieras
venir, y si lo haces acompañado de alguien, mejor.
Un saludo
Antonio