Si IU tiene serios problemas de supervivencia política, lo del PCE no tiene nombre. Han celebrado su XVIII Congreso y la verdad es que no ha suscitado el más mínimo interés, aunque siempre más que el predicamento que tiene en la realidad social española.
Han elegido un nuevo secretario general, un guardián de la “necesidad histórica”, y lo primero que destacan es que el hombre lo que se dice carisma no tiene mucho. Desde luego no está el PCE, ni IU, para tener a su frente a personas que no exciten un poco a la audiencia, sino que les prometan el más profundo de los sopores.
Pero lo más gracioso del asunto, por llamarlo de alguna forma, es que el secretario general ha tenido cerca de un 15% de votos que no lo han apoyado y eso seguro ha sucedido después de durísimas negociaciones entre los diversos sectores para acordar algo digerible para todos.
El PCE, e IU por extensión, llevan demasiado tiempo conformándose con “gestionar la miseria”. Ellos se conforman con ganar o no ser derrotados en sus luchas internas, en tener alguna cuota o cierta fuerza en el Comité, en “controlar las áreas fundamentales” y cosas que serían importantes, en término de política interna, si no fuera porque solamente tienen un solo diputado.
Ahora vendrán a decir que es culpa del sistema electoral, que es el mismo que les dio más de veinte y no mirarán a otros elementos generados por ellos mismos. Las resoluciones son de risa y que un partido de izquierda, tarde muchas resoluciones, en hablar de la situación social y laboral de los españoles, preocupándose eso sí de mostrar solidaridad con todo lo habido y por haber, es un síntoma de su absoluta desconexión con la sociedad española.
El PCE no ha elegido ni un Secretario General, ni una Ejecutiva y un Comité para desarrollar un proyecto político. El PCE ha elegido a unos administradores de la miseria, de lo que queda, de los tres resquicios de presencia pública y mediadores de un batallón de aspirantes a gobernar una miseria que será todavía mayor cuando llegue el XIX Congreso.
Han elegido un nuevo secretario general, un guardián de la “necesidad histórica”, y lo primero que destacan es que el hombre lo que se dice carisma no tiene mucho. Desde luego no está el PCE, ni IU, para tener a su frente a personas que no exciten un poco a la audiencia, sino que les prometan el más profundo de los sopores.
Pero lo más gracioso del asunto, por llamarlo de alguna forma, es que el secretario general ha tenido cerca de un 15% de votos que no lo han apoyado y eso seguro ha sucedido después de durísimas negociaciones entre los diversos sectores para acordar algo digerible para todos.
El PCE, e IU por extensión, llevan demasiado tiempo conformándose con “gestionar la miseria”. Ellos se conforman con ganar o no ser derrotados en sus luchas internas, en tener alguna cuota o cierta fuerza en el Comité, en “controlar las áreas fundamentales” y cosas que serían importantes, en término de política interna, si no fuera porque solamente tienen un solo diputado.
Ahora vendrán a decir que es culpa del sistema electoral, que es el mismo que les dio más de veinte y no mirarán a otros elementos generados por ellos mismos. Las resoluciones son de risa y que un partido de izquierda, tarde muchas resoluciones, en hablar de la situación social y laboral de los españoles, preocupándose eso sí de mostrar solidaridad con todo lo habido y por haber, es un síntoma de su absoluta desconexión con la sociedad española.
El PCE no ha elegido ni un Secretario General, ni una Ejecutiva y un Comité para desarrollar un proyecto político. El PCE ha elegido a unos administradores de la miseria, de lo que queda, de los tres resquicios de presencia pública y mediadores de un batallón de aspirantes a gobernar una miseria que será todavía mayor cuando llegue el XIX Congreso.