La emoción me embargó al ver el gozo de los descendientes ideológicos de los iconoclatas en las funciones religiosas de las últimas
fiestas patronales, pero la implacablde memoria se ha encargado de entibiarla. Veamos:
¿Ya no es la religión una forma de alineación mental, ni de opresión epiritual que gravita por doquiera sobre los hombres abrumados por el trabajo incesante en bien de otros, por la pobreza y la privación?
¿Ha dejado de ser la religión una especie de tóxico espiritual en el
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