El insulto y el griterio, por muchos y muy grandes voces que se den, no confieren razón a quien los profiere; más bien al contrario, si alguna razón tenía la persona que así se conduce, la pierde.
Y si esa conducta es permanente, el intercambio de opiniones es imposible, y la algarabía genera el abandono del lugar de las personas que pretendian una interlocución tranquila y sosegada; con lo que solo permanecen los más gritones, que al final acabarán gritándose e insultándose entre ellos...
Y si esa conducta es permanente, el intercambio de opiniones es imposible, y la algarabía genera el abandono del lugar de las personas que pretendian una interlocución tranquila y sosegada; con lo que solo permanecen los más gritones, que al final acabarán gritándose e insultándose entre ellos...