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MOTA DEL CUERVO: Buenas tardes paisanos moteños:...

Hola Paisanos. Voy a pegar otro artículo.
Buenas tardes a todos.
Paco.

Castillo de Mota del Cuervo
CUENCA, Mota del Cuervo
El castillo de Mota del Cuervo desapareció por completo hace mucho tiempo, tanto es así que nadie recuerda el lugar exacto de su ubicación. Algunos estudiosos locales lo han localizado en la suave loma en que se alza el último molino, al Sureste, llamado “El Zurdo”. Los cimientos de dicho molino descansan en el espacio que ocupo el castillo. Se cree que sus piedras se reutilizaron de forma sistemática en la construcción del cercano castillo de Belmonte.

Molino “El Zurdo”.
La primera vez que se tiene noticia de la existencia de un castillo en El Cuervo, fue en mayo del año 1351. El maestre de la Orden de Santiago don Fadrique, hermanastro del rey Pedro I, se encontraba allí, dentro del castillo de El Cuervo, con los trece, comendadores y demás freyles, celebrando Capítulo General. También existe una carta del rey Pedro I a su hermanastro don Fadrique, en la que nombra el castillo de El Cuervo. Durante la guerra entre el rey Pedro I y su hermanastro Enrique de Trastámara, las tropas de Enrique se encontraban en Montiel. Un destacamento de soldados al mando de Bertrand du Guesclin, durante el año 1369, atacó la fortaleza de La Mota, la asediaron durante unos días, y, ante la imposibilidad de vencer sus defensas, se retiraron dejándola intacta.
Juan Pacheco, marqués de Villena, desde su castillo de Belmonte, consiguió en 1465 ciertos favores para uno de sus criados, el sevillano Pedro Martínez de Casabermeja, al cual se le nombró alcaide de la fortaleza de La Mota y se le concedieron ciertas rentas. Sin embargo el castillo fue destruído por Pedro Martínez de Casabermeja por mandato del segundo marqués de Villena don Diego López Pacheco, durante la guerra civil castellana de 1475, de ahí los «hace tres años» que se dicen en un manuscrito de 1478, ya que no podía permitir una fortaleza tan cercana a su castillo de Belmonte. Esta Guerra de Sucesión por el trono entre los partidarios de Isabel la Católica y Juana la Beltraneja, fue el fin de numerosos castillos, fortalezas, atalayas y casas fuertes de la Mancha Santiaguista, levantadas por almorávides, almohades y caballeros de la Orden de Santiago.

En el último tercio del siglo XVI, y según las Relaciones Topográficas de Felipe II, no se nombra castillo, ni fortaleza, ni cerca, en el lugar de La Mota, por lo que ya debió estar muy arruinado. En el Catastro de Ensenada (1752), para localizar un molino sobre el que la Alcaidía cobra el “mencal” y distinguirlo de otros molinos que se ubicaban en la loma del término de la villa, se menciona el paraje donde antiguamente estaba situado el castillo. A mediados del siglo XIX, el ministro Pascual Madoz afirma que en la cima de la montaña, a la falda de la cual se encuentra el pueblo, hubo un castillo perteneciente a los caballeros de la Orden de Santiago, donde, según tradición, celebraron algunas asambleas.

Castillo de Añador
CUENCA, Villamayor de Santiago
Este castillo lo podemos encontrar junto al río Cigüela, a unos seis kilómetros al Oeste de Villamayor y muy cercano a la provincia de Toledo. Defendía un antiguo despoblado y un puente sobre el río que todavía se conserva. Es cruce de caminos y se puede llegar hasta él desde diversos puntos sin excesiva dificultad.
Es una ruina completa, sus muros apenas sobresalen del suelo. Todo se ha ido desmoronando ladera abajo con el paso de los siglos.

Imagen septentrional.

El río Cigüela discurre al Oeste del castillo.

Castillo montano de planta sorprendentemente regular y dos recintos, aunque podría ser que hubiera otro que discurriera por la base de la colina. La fábrica está realizada con mampostería de gran tamaño que aparece muy erosionada. No se aprecian indicios de las puertas.
El recinto superior parece de planta cuadrada (18 m de lado) con un cubo en cada una de sus cuatro esquinas. En la esquina meridional aparece, de planta cuadrada, una torre de grandes dimensiones que podría ser el Homenaje. En las esquinas Norte y Este los cubos son circulares, mientras que la Oeste no es más que un amasijo de piedras indistinguible. No obstante, lo más probable es que también fuera circular, como las otras. Este recinto cubre una superficie aproximada de 290 m2.

El recinto inferior es más irregular aunque del mismo tipo. Planta cuadrangular con cubos en los ángulos, de los que se conservan tan solo los dos del flanco Noreste, los que protegían el punto más débil, las contiguas alturas. Este recinto ocupa un área de 1.200 m2 aproximadamente. Toda la parte situada al Suroeste ha desaparecido.
A 300 m al Oeste existe un puente que cruza el río, lugar muy estratégico, pues era utilizado para el paso de rebaños hacia el Sur. Posiblemente, por aquí discurriera una vía romana. Y a 300 m al Sur, entre unos arbolillos, aparece el pozo homónimo. En esta vertiente meridional del castillo es donde se alzaba el antiguo despoblado.

Cubo oriental.

Muros exteriores de la torre mayor, situada al Sur.

Sector Suroeste del recinto superior.

Explanada superior.

La colina del castillo vista desde el Noreste. A la derecha, al fondo del valle, se aprecia el puente sobre el río Cigüela.
Esta colina ya fue ocupada en época prehistórica. Pero los restos conservados hoy día son claramente musulmanes del siglo X. Más tarde, entre los siglos XII y XIII fue reforzado por los cristianos, seguramente por la Orden de Santiago con otro tipo de fábrica, pero el paso de los siglos ha sido tan destructivo que es muy difícil distinguir una de otra.
En 1178 Pelayo Calvo donó el castillo a la Orden de Santiago. En 1224, el maestre de la Orden, Fernando Pérez, ordenó su repoblación, una vez la frontera se había trasladado más al Sur. Se sabe que en el siglo XV, el castillo de Añador todavía estaba en uso, pero en el siglo siguiente fue abandonado definitivamente.

Interior del cubo Oeste.

Cubo oriental del recinto inferior.

Fotografía tomada desde el Sur, desde el lugar donde se encuentra el pozo.

Paco

Cosas de Paco para mis paisanos Moteños:
LA AMISTAD
La RAE define la amistad como el efecto personal, puro y desinteresado que nace y se fortalece con el trato.
Los verdaderos amigos son los que se alegran de tus éxitos, pero también te acompañan y saben escuchar tus angustias, miedos, frustraciones y fracasos... Esa es la verdadera amistad; aunque también es cierto, que existen dos tipos más de amistad: por interés o utilidad y por placer, pero viven peor con el paso del tiempo.
Los comportamientos virtuosos consisten en decirle a nuestro amigo que es válido lo que siente. Que no está sólo. Que vamos a atenderle con empatía y con cariño e ilusión.
Que vamos a escuchar lo que le preocupa.
En definitiva, enterarnos de lo que necesita. Pero si por circunstancias de distancia o tiempo, le cuesta abrirse, no insistamos.
Sobre todo: mantengamos la calma y dejarle espacio para que se sienta mejor. En definitiva transmitir esperanza y confianza respecto a las posibilidades de sentirse mejor con el paso del tiempo y, sobre todo, no presionar, no juzgar, además de estar siempre disponible para ayudarle de la forma más adecuada a las circunstancias.
Esto, creo, es cultivar la verdadera amistad.
Es verdad que, a veces, cuesta prestar atención a los amigos porque no nos han enseñado en una sociedad cada más indiferente y sobre todo “virtual”. El camino es saber y aprender, pero sobre todo “escuchar”. Aquí está la clave: escuchar... sin juzgar.
Escuchar no es fácil, pero siempre se puede practicar y aprender si se tiene el deseo de hacerlo
Y nunca hay que olvidar que el cerebro necesita de los demás para sobrevivir. Es curioso, que de pequeños, o sea niños, en el colegio nos enseñan a leer, nos enseñan a escribir, nos enseñan a hablar. Pero en general, ¿nos han enseñado a escuchar? Desde mi punto de vista es una asignatura pendiente, y es una asignatura que vale la pena practicar.
Empezamos diciendo que el camino es fortalecer el trato; y ese trato inevitablemente esta teñido de metas en las que toca estar a la altura.
Por todas esta cosas, intuyo y creo que es importante cultivar y practicar la amistad.
Paco.

Buenas tardes paisanos moteños:
La muerte no vencerá,
Pero a todos llegará.

No me horroriza la muerte,
Ni la encuentro tan temida,
Temo más la mala suerte,
Como es, morirse en vida.

El ver cómo tu memoria
Va perdiendo facultades,
Vas olvidando tu historia,
Y olvidas tus amistades.

A Dios pido humildemente
Que lo que haya de vivir,
Me conserve diligente
En mi pensar y sentir.

Paco, Paco, Paco, Paco,
Que un día estarás moribundo
De ti se olvidará el mundo
Como se olvida el querer.

Paco.