Foto de Alfredo Sánchez Garzón
La
iglesia de
Santa María está orientada en dirección este (cabecera) oeste (pies) y se halla en una
esquina de la
plaza, entre la
calle Madre de Dios Arriba y la bajada de
San Bartolomé, que da a la
Puerta de San Diego, y el callejón de Santa María, que discurre por la
fachada de la epístola. Sobre el hastial del cuerpo central hay una pequeña
espadaña con un campanil, pero el
campanario propiamente dicho se halla en el ángulo superior de los pies, esto es, a la epístola y luce una estupenda espadaña herreriana con tres ojos para los bronces, aunque sólo los inferiores se hallan ocupados. En el ángulo opuesto, esto es, al evangelio, se halla la escalonada entrada principal y el
pórtico, soportado por dos
columnas de
piedra. Frente a las gradas de acceso al templo se hay un panel que ilustra acerca de la “
Casa de las
Rejas”, diciendo:
•<Con el sobrenombre de Casa de las Rejas se conoce a la manzana entera que se sitúa justo al noreste de la iglesia de Santa María. Su denominación viene de las amplias rejas que se disponían en sus
ventanales. Ello nos remite a los
palacios que comenzaron a construirse en el S. XVII por parte de la nobleza urbana./ No obstante, las excavaciones arqueológicas realizadas en esta parte revelan que la mayoría de las estructuras pertenecen a los S. XIX y XX, lo cual es testimonio de la intensa ocupación que ha tenido la parte más preeminente de la villa. Las primeras viviendas se organizaban en torno a un gran
patio central que evolucionó hacia una fragmentación de los espacios, como consecuencia de divisiones en herencias o transacciones comerciales entre vecinos./ Las
fotografías de los años 20 y 30 del S. XX muestran viviendas tradicionales con
pórticos de hasta dos alturas, que se ven confirmadas por los derrumbes de
escaleras hallados. Al exterior predomina la mampostería concertada con morteros rojos y blancos, mientras el interior se divide por tabiques en entramados de yeso e incluso encofrados de tapial. Las cocinas ocupan las plantas bajas con
chimeneas voladas y bajos también en yeso. Muchos de los suelos empedrados que miran hacia la iglesia es en realidad antiguo espacio público de la plaza del que los vecinos se adueñaron a mediados del S. XIX. Otros pavimentos se realizan en mortero y losetas
cerámicas, sobre los que también se disponen gorrineras construidas en materiales diversos>.
Ruinas de
Moya
Las Ruinas de Moya fueron declaradas
Monumento histórico-
artístico en 1982, y constituyen un importante vestigio arqueológico de lo que fuera una notable ciudad
medieval y moderna.
Situadas en lo alto de un cerro alomando, se hallan circundadas por cinco Recintos amurallados y ocho
puertas. Propiamente, la ciudad se halla en el centro del Primero y el Segundo, conteniendo los principales
edificios civiles y religiosos en torno a la plaza Mayor: La Casa
Ayuntamiento (antiguo pósito municipal), el
Convento de las Concepcionistas y seis templos: «iglesia de Santa María», «iglesia de la Trinidad» y la «iglesia de San Miguel» (actual
cementerio). Otras
iglesias han desaparecido hasta los cimientos: San Juan y San Pedro. La «iglesia de San Bartolomé», situada entre el Segundo Recinto y el Tercer Recinto, se halla absolutamente arruinada, pendiente de recuperación como centro de interpretación. Poseyó también dos centros asistenciales: el «
Hospital de Pobres» y el «Hospital de Cautivos», éste desaparecido hasta los cimientos.
El
Castillo de Moya se halla en el extremo meridional del cerro, entre el Primer Recinto —la Albacara— y el Cuarto Recinto, donde se abre la Puerta de
Carros.
El Quinto Recinto se halla en la ladera nororiental del cerro, corresponde a La Coracha, estructura amurallada para la defensa del abastecimiento del
agua que posee dos
torres: la «
Torre del Agua» (que protege el manantial) y la «Torre de San Roque» (
Puerto Seco donde se cobraba la lezda, impuesto por el paso de mercaderías entre reinos).