En 1220, el Arzobispo de Toledo pretendía para Albarracín la iglesia de Moya desde nueve años antes; es decir, desde 1211 fecha en que Pedro II entregó a la iglesia de Albarracín El Cuervo, Castielfabib, Ademuz y Serrella. Y el obispo de Cuenca, Don García, exigía.....“para él y para sus iglesias una parte de los frutos y expensas que recibió Albarracín en 1211”. Esto viene a demostrar que Moya estaría muy cerca del castillo de Serreilla o, tal vez, bajo su jurisdicción. Tras muy duras discusiones, el tribunal eclesiástico reunido en Burgos, entre el 20 y 31 de mayo de 1220, no logra un acuerdo que sea aceptado ni por Don Rodrigo ni por Don García. Y ni uno ni otro supieron o quisieron determinar los límites de los antiguos obispados ni el arzobispo reconoció la jurisdicción de la iglesia de Cuenca en Moya.
El 30 de septiembre de 1221, el Arzobispo Don Rodrigo, tras el fracaso de Burgos, se proclama dueño y entrega "al noble hombre E. García en feudo perpetuo para sí y también para sus sucesores legítimos, tres castillos, a saber: Santa Cruz, Mira y Serreilla que en tiempo pasado con la divina protección y con el auxilio de los marcados con la cruz cambiamos del dominio de los sarracenos al de Nuestro Señor Jesucristo". Con esta condición: "que todos los años él y sus descendientes paguen a Nos y a nuestros sucesores una marca de plata y si se mantuviera el censo de un año de dos o de tres se pague aquello que fuera requerido por el arzobispo de Toledo por su decisiva participación en su conquista a los sarracenos".
Con la entrega de estos castillos pretendía constituirse dueño y señor de las iglesias establecidas o por establecerse entre los ríos Turia y Cabriel, y deja claro que esto es lo que quería conseguir del juicio de Burgos; todas ellas bajo la jurisdicción de uno u otro de estos tres castillos.
El 30 de septiembre de 1221, el Arzobispo Don Rodrigo, tras el fracaso de Burgos, se proclama dueño y entrega "al noble hombre E. García en feudo perpetuo para sí y también para sus sucesores legítimos, tres castillos, a saber: Santa Cruz, Mira y Serreilla que en tiempo pasado con la divina protección y con el auxilio de los marcados con la cruz cambiamos del dominio de los sarracenos al de Nuestro Señor Jesucristo". Con esta condición: "que todos los años él y sus descendientes paguen a Nos y a nuestros sucesores una marca de plata y si se mantuviera el censo de un año de dos o de tres se pague aquello que fuera requerido por el arzobispo de Toledo por su decisiva participación en su conquista a los sarracenos".
Con la entrega de estos castillos pretendía constituirse dueño y señor de las iglesias establecidas o por establecerse entre los ríos Turia y Cabriel, y deja claro que esto es lo que quería conseguir del juicio de Burgos; todas ellas bajo la jurisdicción de uno u otro de estos tres castillos.