Qué ver en la villa de Moya
Antes que nada conviene remontarse unos cuantos siglos atrás para comprender la grandiosidad de Moya. En el siglo XII es reconquistada por Alfonso VIII, el cual la otorgó fuero y ordenó la toma a Álvaro das Mariñas, que cambiaría su apellido por Moya tras la victoria. A comienzos del siglo XIII se cede a la Orden de Santiago y se funda el hospital para redención de cautivos, siendo su primer señor Don Juan González, maestre de Calatrava. Desde entonces va rotando en propiedad por diversas casas como los Lara o los Albornoz. En 1319, Fernando IV la declara Patrimonio de la Corona, siendo desde entonces tierra de realengo y villa. A mediados del siglo XV pasa a manos de Don Juan Pacheco, marqués de Villena, pero no podrá tomar posesión ante la negación de los habitantes. El que sí podrá tomar posesión en 1475 es Don Andrés de Cabrera, mayordomo de la Casa Real y esposo de Doña Beatriz de Bobadilla, camarera de la reina Isabel la Católica. Cinco años más tarde la villa y sus tierras adquieren el rango de marquesado. Durante el siglo XVI vive la ciudad su máximo apogeo, construyéndose nuevos inmuebles y templos, además de reforzarse otros como la muralla y el castillo. A partir del siglo XVIII es cuando se inicia la decadencia de la villa, deshabitándose por completo a mediados del siglo XX, concretamente en la década de los 50.
Antes que nada conviene remontarse unos cuantos siglos atrás para comprender la grandiosidad de Moya. En el siglo XII es reconquistada por Alfonso VIII, el cual la otorgó fuero y ordenó la toma a Álvaro das Mariñas, que cambiaría su apellido por Moya tras la victoria. A comienzos del siglo XIII se cede a la Orden de Santiago y se funda el hospital para redención de cautivos, siendo su primer señor Don Juan González, maestre de Calatrava. Desde entonces va rotando en propiedad por diversas casas como los Lara o los Albornoz. En 1319, Fernando IV la declara Patrimonio de la Corona, siendo desde entonces tierra de realengo y villa. A mediados del siglo XV pasa a manos de Don Juan Pacheco, marqués de Villena, pero no podrá tomar posesión ante la negación de los habitantes. El que sí podrá tomar posesión en 1475 es Don Andrés de Cabrera, mayordomo de la Casa Real y esposo de Doña Beatriz de Bobadilla, camarera de la reina Isabel la Católica. Cinco años más tarde la villa y sus tierras adquieren el rango de marquesado. Durante el siglo XVI vive la ciudad su máximo apogeo, construyéndose nuevos inmuebles y templos, además de reforzarse otros como la muralla y el castillo. A partir del siglo XVIII es cuando se inicia la decadencia de la villa, deshabitándose por completo a mediados del siglo XX, concretamente en la década de los 50.