Ya bajamos a la Puerta de los Carros para despedirnos de esta auténtica maravilla. Es muy complicado describir cómo se siente uno cuando visita las ruinas de Moya. Sensación contradictoria. Por un lado ese aire medieval fantasmagórico le da mucho encanto. Por otro lado, uno no puede evitar pensar cómo semejante patrimonio ha sido capaz de olvidarse y dejarse destruir de tal manera. Gracias a gente noble como la que conforma la Asociación de Amigos de Moya, se ha conseguido recuperar parte de los edificios, llegándose a declarar merecidamente Conjunto Histórico-Artístico. Debemos recomendar encarecidamente la visita a las ruinas de Moya a todas aquellas personas que todavía no hayan zascandileado por estas tierras. Por ejemplo para el Septenario de la Virgen de Tejeda, una romería impresionante que se realiza cada siete años desde Garaballa.