Hace un par de años Enguídanos tuvo que hacer variaciones sobre las veredas que tenía debido a la construcción de viviendas a su paso y la expansión del pueblo. Seguro que Narboneta tiene unas cuantas veredas más. La mejor manera de saberlo es preguntarle a un pastor (si es que queda alguno) o al propio Ayuntamiento, ya que éstas están descritas y en documento oficial y se informa a los pastores (yo tengo las actuales de Enguídanos). Las veredas difieren de las cañadas en su anchura y su extensión (distinguiéndose las reales de las que no lo son). La vereda por Doña Águeda debió de existir también desde muy antiguo. La Cañada Real de Cuenca a Valencia, lo que tiene es eso, que servía de transhumancia para el ganado hacia tierras más levantinas en la época de escasez de pastos o del frío invierno así como el traslado del ganado.
Como tengo la suficiente bibliografía sobre la zona de Cuenca, os cedo un poco de la información guardada.
La Mesta como organización ganadera fue una de las bases de la economía de Castilla desde el siglo XIII al siglo XIX. La palabra Mesta deriva de las reuniones periódicas de pastores para devolverse entre ellos las reses descarriadas, perdidas o mezcladas de unos ganados con otros. Estas reuniones recibían también el nombre de oteros tal vez por realizarse en lugares elevados desde donde se divisaba las tierras donde pastaba el ganado. La despoblación de los campos durante las luchas de la Reconquista favoreció la dedicación de la tierra a las tareas ganaderas como recurso económico que exigía poca mano de obra y porque era más fácil proteger el ganado que los cultivos. Conforme avanza la Reconquistas y las tareas de repoblamiento el único medio de explotación económica de las grandes extensiones de tierra incorporadas entre los siglos X y XIII era su aprovechamiento como pasto ya que los reinos cristianos no contaban con el número necesario de repobladores para crear sociedades agrícolas.
El clima peninsular, con veranos e inviernos de temperaturas extremas, condicionó la existencia de una ganadería trashumante que realizaba desplazamientos periódicos para el máximo aprovechamiento de los pastos. El intenso calor del verano y la escasez de hierba llevaba a conducir a los ganados a las tierras de montaña en busca de pastos más frescos. Los fríos invernales obligaban a evitar la nieve y a buscar lugares más cálidos en Andalucía y Extremadura. Los rebaños de Aragón bajaban hacía las tierras valencianas. El aprovechamiento de los pastos daba lugar a una trashumancia no organizada con rutas que dependían de la situación política y militar y de las posibilidades de encontrar los tan ansiados pastos. Las grandes rutas para la trashumancia del ganado merino se regularizan en el siglo XIII después de numerosos enfrentamientos entre ganaderos y agricultores por los derechos de paso y pasto. Sobre la forma de realizar la trashumancia existen dos fueros básicos el de Salamanca y el de Cuenca. El fuero de Cuenca, como ordenamiento jurídico donde se establecen los derechos, costumbres y privilegios que se concedían a un territorio o a una población, recoge como en ocasiones los ganados iban protegidos en su marcha por gentes armadas, a pie o a caballo, mediante escoltas que recibían el nombre de esculca. Este fuero concedido en el año 1177 por Alfonso VIII reglamenta los desplazamientos de los ganados merinos y las condiciones económicas del pastoreo. En el fuero de Cuenca, entre otros aspectos, se fijaba que los pastores se ajustaban el día de San Juan celebrado el día 24 de junio. Los rebaños trashumantes tenían que pagar el impuesto llamado Servicio de Portazo que gravaba a las cabezas de ganado, que había que contar, y su derecho de transito por las aduanas interiores entre los reinos y que debe su nombre a que era cobrado en la puerta de las poblaciones. El Montazgo eran los tributos por el consumo de pastos que hacían los ganados. En la población de Paracuellos, perteneciente al obispado de Cuenca, se debía realizar el pago del portazgo por los ganados que pasaban a tierras musulmanas, según consta en un documento fechado en Alarcón el 7 de diciembre del año 1200 y en la población de Huelamo estaba el portazgo o aduana interior con Aragón donde todas las mercancías procedentes de este reino tenían que pagar por el paso a Castilla una vez atravesado el río Tajo, frontera natural con el reino vecino. En el año 1343 se fusionan los impuestos de portazgo y montazgo y se arrienda a particulares su cobro.
La Hacienda Real ingresó en el año 1450 unos 1,5 millones de maravedíes por el servicio de portazgo y por el de montazgo en el año 1462 unos 2 millones, en el año 1480 unos 4,5 millones y en el año 1504 unos 6 millones.
Las tierras del partido mesteño de Cuenca estaban recorridas por cuatro ramales de la Gran Cañada Manchega que recogía los ganados de las tierras altas de Cuenca y se dirigía a La Mancha desde donde partían dos ramales, uno hasta Murcia, al valle de Alcudia, y otro que llegaba hasta Andalucía pasando por Toledo y Ciudad Real. Estos ramales o cañadas eran la llamada Cañada de Los Serranos, la cañada de Los Chorros, la cañada de Beteta y la cañada de Molina de Aragón. La cañada de Los Serranos y la de Beteta eran utilizadas también por carretas y mulas de transporte, que aseguraban el abastecimiento de las tierras altas de Cuenca y la salida de las manufacturas de la lana que era una de las actividades económicas más extendidas por los pueblos de la serranía de Cuenca.
Por otro lado, la dedicación a la construcción de carretas en los pueblos pinariegos era una actividad que permitía la obtención de recursos en una tierra poco apropiada para la actividad agrícola. Carretas, carros y mulas eran los medios de transporte de mercancías que atravesaban la península y compartían caminos con los rebaños de ovejas merinas. El trajín de arrieros y de mozos transportando cargas en caballerías de mayor o menor movilidad era constante. Cuadrillas de cinco o seis arrieros con sus recuas de mulas eran una de las bases del tráfico mercantil en la España interior, cuadrillas a las que hay que unir los trajineros que hacían sus desplazamientos en solitario. Se calcula la circulación de cerca de 14.000 carros por los territorios de la Corona de Castilla en el siglo XVIII que articulaban una red de transporte de mercancías y de circulación de personas. Los corrales situados en las proximidades de los itinerarios de las cañadas también servían para realizar un alto en el camino para las mulas, arrieros y trajineros.
La Cabaña Real de Carreteros nace como institución en 1497en el reinado de los Reyes Católicos, que se propusieron crear un gremio de transportistas, a imagen del Honrado Concejo de La Mesta, bajo su protección. Este gremio de transportistas y la protección real de la que disfrutaron se mantiene hasta el año 1836 cuando es suprimido junto con La Mesta. Además del partido mesteño de Cuenca los ganados merinos del reino de Castilla se agrupaban en los partido de Segovia y Soria, tierras recorridas al igual que las de Cuenca por una red de cañadas, cordeles y veredas.
Sobre los datos técnicos y diferencias entre cañadas y veredas no voy a entrar porque me extendería demasiado, y sería tema de un monográfico (para añadir a una futura página web).
Como tengo la suficiente bibliografía sobre la zona de Cuenca, os cedo un poco de la información guardada.
La Mesta como organización ganadera fue una de las bases de la economía de Castilla desde el siglo XIII al siglo XIX. La palabra Mesta deriva de las reuniones periódicas de pastores para devolverse entre ellos las reses descarriadas, perdidas o mezcladas de unos ganados con otros. Estas reuniones recibían también el nombre de oteros tal vez por realizarse en lugares elevados desde donde se divisaba las tierras donde pastaba el ganado. La despoblación de los campos durante las luchas de la Reconquista favoreció la dedicación de la tierra a las tareas ganaderas como recurso económico que exigía poca mano de obra y porque era más fácil proteger el ganado que los cultivos. Conforme avanza la Reconquistas y las tareas de repoblamiento el único medio de explotación económica de las grandes extensiones de tierra incorporadas entre los siglos X y XIII era su aprovechamiento como pasto ya que los reinos cristianos no contaban con el número necesario de repobladores para crear sociedades agrícolas.
El clima peninsular, con veranos e inviernos de temperaturas extremas, condicionó la existencia de una ganadería trashumante que realizaba desplazamientos periódicos para el máximo aprovechamiento de los pastos. El intenso calor del verano y la escasez de hierba llevaba a conducir a los ganados a las tierras de montaña en busca de pastos más frescos. Los fríos invernales obligaban a evitar la nieve y a buscar lugares más cálidos en Andalucía y Extremadura. Los rebaños de Aragón bajaban hacía las tierras valencianas. El aprovechamiento de los pastos daba lugar a una trashumancia no organizada con rutas que dependían de la situación política y militar y de las posibilidades de encontrar los tan ansiados pastos. Las grandes rutas para la trashumancia del ganado merino se regularizan en el siglo XIII después de numerosos enfrentamientos entre ganaderos y agricultores por los derechos de paso y pasto. Sobre la forma de realizar la trashumancia existen dos fueros básicos el de Salamanca y el de Cuenca. El fuero de Cuenca, como ordenamiento jurídico donde se establecen los derechos, costumbres y privilegios que se concedían a un territorio o a una población, recoge como en ocasiones los ganados iban protegidos en su marcha por gentes armadas, a pie o a caballo, mediante escoltas que recibían el nombre de esculca. Este fuero concedido en el año 1177 por Alfonso VIII reglamenta los desplazamientos de los ganados merinos y las condiciones económicas del pastoreo. En el fuero de Cuenca, entre otros aspectos, se fijaba que los pastores se ajustaban el día de San Juan celebrado el día 24 de junio. Los rebaños trashumantes tenían que pagar el impuesto llamado Servicio de Portazo que gravaba a las cabezas de ganado, que había que contar, y su derecho de transito por las aduanas interiores entre los reinos y que debe su nombre a que era cobrado en la puerta de las poblaciones. El Montazgo eran los tributos por el consumo de pastos que hacían los ganados. En la población de Paracuellos, perteneciente al obispado de Cuenca, se debía realizar el pago del portazgo por los ganados que pasaban a tierras musulmanas, según consta en un documento fechado en Alarcón el 7 de diciembre del año 1200 y en la población de Huelamo estaba el portazgo o aduana interior con Aragón donde todas las mercancías procedentes de este reino tenían que pagar por el paso a Castilla una vez atravesado el río Tajo, frontera natural con el reino vecino. En el año 1343 se fusionan los impuestos de portazgo y montazgo y se arrienda a particulares su cobro.
La Hacienda Real ingresó en el año 1450 unos 1,5 millones de maravedíes por el servicio de portazgo y por el de montazgo en el año 1462 unos 2 millones, en el año 1480 unos 4,5 millones y en el año 1504 unos 6 millones.
Las tierras del partido mesteño de Cuenca estaban recorridas por cuatro ramales de la Gran Cañada Manchega que recogía los ganados de las tierras altas de Cuenca y se dirigía a La Mancha desde donde partían dos ramales, uno hasta Murcia, al valle de Alcudia, y otro que llegaba hasta Andalucía pasando por Toledo y Ciudad Real. Estos ramales o cañadas eran la llamada Cañada de Los Serranos, la cañada de Los Chorros, la cañada de Beteta y la cañada de Molina de Aragón. La cañada de Los Serranos y la de Beteta eran utilizadas también por carretas y mulas de transporte, que aseguraban el abastecimiento de las tierras altas de Cuenca y la salida de las manufacturas de la lana que era una de las actividades económicas más extendidas por los pueblos de la serranía de Cuenca.
Por otro lado, la dedicación a la construcción de carretas en los pueblos pinariegos era una actividad que permitía la obtención de recursos en una tierra poco apropiada para la actividad agrícola. Carretas, carros y mulas eran los medios de transporte de mercancías que atravesaban la península y compartían caminos con los rebaños de ovejas merinas. El trajín de arrieros y de mozos transportando cargas en caballerías de mayor o menor movilidad era constante. Cuadrillas de cinco o seis arrieros con sus recuas de mulas eran una de las bases del tráfico mercantil en la España interior, cuadrillas a las que hay que unir los trajineros que hacían sus desplazamientos en solitario. Se calcula la circulación de cerca de 14.000 carros por los territorios de la Corona de Castilla en el siglo XVIII que articulaban una red de transporte de mercancías y de circulación de personas. Los corrales situados en las proximidades de los itinerarios de las cañadas también servían para realizar un alto en el camino para las mulas, arrieros y trajineros.
La Cabaña Real de Carreteros nace como institución en 1497en el reinado de los Reyes Católicos, que se propusieron crear un gremio de transportistas, a imagen del Honrado Concejo de La Mesta, bajo su protección. Este gremio de transportistas y la protección real de la que disfrutaron se mantiene hasta el año 1836 cuando es suprimido junto con La Mesta. Además del partido mesteño de Cuenca los ganados merinos del reino de Castilla se agrupaban en los partido de Segovia y Soria, tierras recorridas al igual que las de Cuenca por una red de cañadas, cordeles y veredas.
Sobre los datos técnicos y diferencias entre cañadas y veredas no voy a entrar porque me extendería demasiado, y sería tema de un monográfico (para añadir a una futura página web).