Sobre Lope Antonio nos informa así Donoso Bustamante, Sebastián Ignacio, en Piratas en Guayaquil. Historia del asalto de 1687, El Universo C. A., Quito, 2006, pp. 48-54.
El Licenciado Lope Antonio de Munive y Axpe fue nombrado Presidente de la Real Audiencia de Quito en 1676, pero se posesionó del cargo el 29 de enero de 1678. Fue el decimoquinto presidente de la Audiencia, y sustituyó al Obispo Alonso de la Peña Montenegro, quien ocupaba el cargo de forma interina desde 1674, tras la súbita muerte del titular Diego del Corro y Carrascal. Llegó a Quito con su esposa Leonor de León Garavito y sus seis hijos. Era un hombre maduro de cuarenta y ocho años de edad, con una larga y destacada carrera en la administración pública y mucha experiencia.
La presencia de los piratas en el Pacífico fue definitivamente el problema más grave que tuvo que enfrentar durante su gobierno. La falta de recursos económicos para organizar la defensa efectiva de la Audiencia y las contribuciones exigidas por el Virrey Palata para fortificar Lima hicieron de la amenaza un problema todavía más difícil de resolver. A fines de abril de 1687, poco antes de que concluyera su período, los peores temores se materializaron cuando un grupo de osados bucaneros saqueó e incendió Guayaquil. Las consecuencias de este suceso fueron desastrosas para el puerto, que quedó reducido, en buena parte, a cenizas, con muchos muertos y heridos y los sobrevivientes humillados y desmoralizados.
Mientras los piratas esperaban el rescate por los prisioneros en la isla Puná, el 12 de mayo de 1687 falleció repentinamente el Obispo Peña Montenegro a los noventa y un años de edad y casi treinta y tres de episcopado, pues ocupaba el cargo desde 1654, y los funerales se celebraron en medio de angustias y sobresaltos por la triste situación de Guayaquil y de los prisioneros. El Obispo de Guamanga Sancho de Andrade y Figueroa fue designado en reemplazo del fallecido, pero tardó en llegar a Quito hasta el 1 de abril de 1688, ya que tuvo que esperar en Lima hasta que los piratas abandonaran las aguas del Virreinato del Perú y se reestableciera el comercio entre los puertos.
Después de la tragedia, Munive tuvo que organizar la defensa del resto de la Audiencia de Quito e hizo una importante colecta de donaciones en Quito y su jurisdicción, porque se temía que los filibusteros capturen Cuenca, Quito, Barbacoas, y Esmeraldas. Además prácticamente tuvo que armar un ejército para rechazar a los invasores, pues abundaban en la provincia los generales, capitanes, alféreces, maestres de campo y sargentos mayores, porque esos títulos y rangos eran muy apetecidos y honoríficos de usar, pero no había tropas permanentes y profesionales. Una vez organizados los batallones, había que reconstruir Guayaquil, pero esa tarea le correspondió a su sucesor, Mateo de la Mata, ya que la muerte sorprendió a Munive en Quito antes de que se reestableciera la calma en la Audiencia.
Otros hechos destacables de su gobierno fueron un intento por descubrir minas cerca de Cuenca y la reorganización de los obrajes y telares de la Audiencia, venidos a menos luego de una serie de medidas ordenadas desde España para demoler todos los que habían sido construidos sin permiso. La industria textil tuvo un repunte y para 1681 existían doscientos obrajes que ocupaban veintiocho mil personas, es decir unas ciento cuarenta por obraje. Además, tuvo que aceptar la decisión de los jesuitas de abandonar las misiones ya pacificadas en la Amazonía y dedicarse únicamente a las del Marañón.
Munive había nacido en la Anteiglesia de San Andrés de Echavarría, partido judicial de Marquina, Vizcaya, en el seno de una familia influyente y noble con profundas raíces vascas, y fue bautizado el 23 de junio de 1630. Sus antepasados ocuparon cargos importantes en la administración española. Su abuelo paterno fue Oidor de Granada y para cuando murió tenía plaza en uno de los Consejos Reales, y el padre de éste fue Caballero de Santiago, miembro del Consejo de Guerra, Secretario de Estado y Guerra del Cardenal Infante, empleado en el gobierno de Flandes, enviado especial a Turín y Embajador en Inglaterra. Además un hermano de Lope de Munive fue Consejero de Castilla.
Los padres de Lope de Munive fueron Martín de Munive y Arancibia y Cecilia de Axpe y Zárate y se casaron en 1620. Ella era hija de Andrés de Axpe, Caballero de Santiago y Oidor de Charcas, y de Úrsula de Zárate. Martín de Munive fue un militar destacado, Señor del Mayorazgo y Vínculo de Munive, y Caballero de Santiago desde 1634. A partir de 1668 fue el V Conde de Peña Florida, pues heredó ese título con los Señoríos de las Villas del Molar y del Vellón de su pariente Bernardino de Arancibia Sasiola y Eguino, que murió sin sucesión. Martín de Munive murió en 1683 y como su primogénito también había muerto, los títulos recayeron en su segundo hijo, Lope Antonio de Munive, Presidente de la Audiencia de Quito, que desde entonces ostentó el título de VI Conde de Peña Florida.
Lope Antonio de Munive había sido colegial en el Mayor de San Bartolomé de Salamanca. En la década de 1650 estudió derecho y se graduó de licenciado. Entre 1661 y 1663 fue profesor de Instituta y Código de Propiedad. Fue Caballero de Alcántara desde 1666, ocupó el cargo de Consejero de Su Majestad, y en 1665 Felipe IV lo nombró Oidor de la Audiencia de Lima. Se trasladó al Perú y se posesionó del cargo el 5 de junio de 1666.
En 1668 el Virrey Lemos lo envió a Chile como juez visitador del gobernador Francisco de Meneses. Meneses, que había gobernado de forma despótica, estaba acusado de insubordinación en contra de sus superiores y de enriquecerse de forma ilícita, entre otras decenas de cargos levantados en su contra. Pero la acusación más grave e insólita fue la de haber sido cómplice de la expedición inglesa del Capitán Narbrough y otra posterior de un tal Capitán Wood, y de que con su ayuda pretendía separar el territorio chileno del Imperio Español y crear un reino independiente bajo su mando. Meneses huyó cuando supo de la llegada de Munive pero fue capturado y encarcelado en la ciudad de Trujillo donde murió en 1672, antes de que se dicte la sentencia en su caso.
Cuando Munive regresó a Lima, el Virrey Castellar lo nombró Gobernador de Huancavelica, cargo que ocupó desde el 6 de diciembre de 1674 hasta el 16 de abril de1677. Luego fue Presidente de la Audiencia de Quito donde hacia 1688 fue notificado del nombramiento para algún cargo en una Cancillería Española, pero se enfermó y dictó su testamento el 21 de abril de 1689, cuando estaba ya muy delicado de salud. Falleció en Quito, cinco días después, a los cincuenta y nueve años de edad. El cargo de presidente quedó vacante, y le correspondía ejercerlo interinamente al oidor más antiguo hasta que llegue el nuevo titular con nombramiento del Rey. El favorecido fue Miguel Antonio de Ormaza y Ponce de León, oidor desde abril de 1679 y presidente interino de hasta 1691, en que se posesionó Mateo de la Mata.
En términos generales Lope de Munive hizo un buen gobierno, aunque el juicio de residencia póstumo que le practicó Mateo de la Mata entre 1691 y 1692 no arrojó resultados muy positivos. Treinta y tres cargos se levantaron en su contra, siendo los más importantes el haber intervenido en la elección de provinciales de las órdenes religiosas y en la provisión de curas, cohecho, deudas sin pagar, parcialidades, actividades comerciales, inasistencia a las sesiones de la Audiencia y desorden en la Caja Real. Según varias declaraciones había practicado el comercio y tenía obrajes en Quito, lo cual era expresamente prohibido para quienes ejercían funciones de gobierno. Sin embargo fue absuelto por sentencia póstuma de 1695.
Cuando murió varias personas tenían deudas pendientes con él por un total de ciento cinco mil doscientos pesos. Sus bienes estaban valorados en doscientos veinticuatro mil pesos, sin incluir muchas alhajas en manos de sus hijos, los bienes y joyas que había perdido en un reciente naufragio y porcelanas e imágenes tan finas que su valor era inestimable, pero que no podían venderse en Quito. Además tenía una biblioteca con mil doscientos veintinueve libros, lo que demuestra que se trataba de un hombre culto y estudioso.
Munive se había casado con Leonor Ortiz de Amesaga Cerferín pero ya era viudo cuando llegó al Perú. Se casó por segunda vez en Lima el 28 de mayo de 1672 con Leonor María de León Garavito y Messia quien, a pesar de ser natural del Perú, obtuvo permiso para casarse con cualquier oidor que quisiera, gracias a los servicios prestados por su padre y al pago de cuatro mil pesos. Leonor de León nació en La Plata, era hija de Andrés de León Garavito, natural de Lima, Caballero de Santiago y Oidor de la Audiencia de Charcas, y de Constanza María de Messia, nacida en Sevilla y hermana de Diego Cristóbal de Messia, I Conde de Sierra Bella y Oidor de Quito entre 1656 y 1664.
Lope Antonio de Munive y su segunda esposa tuvieron seis hijos, cinco varones y una mujer, que se quedaron huérfanos desde niños y se criaron en Lima con su tío materno el Licenciado Francisco de León Garavito, racionero de la catedral. Pero además reconoció tres hijos fuera de matrimonio, llamados José, Carlos y Lope de Munive.
Luego de la muerte de Lope de Munive, el título de Conde de Peña Florida pasó a su sobrino Francisco de Munive y Ugarte, hijo de su hermano mayor, quien hubiera llevado el título de no haber muerto antes que su padre. Sin embargo, Martín José de Munive y León Garavito, hijo mayor de Lope de Munive y Leonor de León, adquirió el título de I Marqués de Valdelirios el 19 de julio de 1703 en parte como un reconocimiento del Rey Felipe V por los méritos de su padre.
El Licenciado Lope Antonio de Munive y Axpe fue nombrado Presidente de la Real Audiencia de Quito en 1676, pero se posesionó del cargo el 29 de enero de 1678. Fue el decimoquinto presidente de la Audiencia, y sustituyó al Obispo Alonso de la Peña Montenegro, quien ocupaba el cargo de forma interina desde 1674, tras la súbita muerte del titular Diego del Corro y Carrascal. Llegó a Quito con su esposa Leonor de León Garavito y sus seis hijos. Era un hombre maduro de cuarenta y ocho años de edad, con una larga y destacada carrera en la administración pública y mucha experiencia.
La presencia de los piratas en el Pacífico fue definitivamente el problema más grave que tuvo que enfrentar durante su gobierno. La falta de recursos económicos para organizar la defensa efectiva de la Audiencia y las contribuciones exigidas por el Virrey Palata para fortificar Lima hicieron de la amenaza un problema todavía más difícil de resolver. A fines de abril de 1687, poco antes de que concluyera su período, los peores temores se materializaron cuando un grupo de osados bucaneros saqueó e incendió Guayaquil. Las consecuencias de este suceso fueron desastrosas para el puerto, que quedó reducido, en buena parte, a cenizas, con muchos muertos y heridos y los sobrevivientes humillados y desmoralizados.
Mientras los piratas esperaban el rescate por los prisioneros en la isla Puná, el 12 de mayo de 1687 falleció repentinamente el Obispo Peña Montenegro a los noventa y un años de edad y casi treinta y tres de episcopado, pues ocupaba el cargo desde 1654, y los funerales se celebraron en medio de angustias y sobresaltos por la triste situación de Guayaquil y de los prisioneros. El Obispo de Guamanga Sancho de Andrade y Figueroa fue designado en reemplazo del fallecido, pero tardó en llegar a Quito hasta el 1 de abril de 1688, ya que tuvo que esperar en Lima hasta que los piratas abandonaran las aguas del Virreinato del Perú y se reestableciera el comercio entre los puertos.
Después de la tragedia, Munive tuvo que organizar la defensa del resto de la Audiencia de Quito e hizo una importante colecta de donaciones en Quito y su jurisdicción, porque se temía que los filibusteros capturen Cuenca, Quito, Barbacoas, y Esmeraldas. Además prácticamente tuvo que armar un ejército para rechazar a los invasores, pues abundaban en la provincia los generales, capitanes, alféreces, maestres de campo y sargentos mayores, porque esos títulos y rangos eran muy apetecidos y honoríficos de usar, pero no había tropas permanentes y profesionales. Una vez organizados los batallones, había que reconstruir Guayaquil, pero esa tarea le correspondió a su sucesor, Mateo de la Mata, ya que la muerte sorprendió a Munive en Quito antes de que se reestableciera la calma en la Audiencia.
Otros hechos destacables de su gobierno fueron un intento por descubrir minas cerca de Cuenca y la reorganización de los obrajes y telares de la Audiencia, venidos a menos luego de una serie de medidas ordenadas desde España para demoler todos los que habían sido construidos sin permiso. La industria textil tuvo un repunte y para 1681 existían doscientos obrajes que ocupaban veintiocho mil personas, es decir unas ciento cuarenta por obraje. Además, tuvo que aceptar la decisión de los jesuitas de abandonar las misiones ya pacificadas en la Amazonía y dedicarse únicamente a las del Marañón.
Munive había nacido en la Anteiglesia de San Andrés de Echavarría, partido judicial de Marquina, Vizcaya, en el seno de una familia influyente y noble con profundas raíces vascas, y fue bautizado el 23 de junio de 1630. Sus antepasados ocuparon cargos importantes en la administración española. Su abuelo paterno fue Oidor de Granada y para cuando murió tenía plaza en uno de los Consejos Reales, y el padre de éste fue Caballero de Santiago, miembro del Consejo de Guerra, Secretario de Estado y Guerra del Cardenal Infante, empleado en el gobierno de Flandes, enviado especial a Turín y Embajador en Inglaterra. Además un hermano de Lope de Munive fue Consejero de Castilla.
Los padres de Lope de Munive fueron Martín de Munive y Arancibia y Cecilia de Axpe y Zárate y se casaron en 1620. Ella era hija de Andrés de Axpe, Caballero de Santiago y Oidor de Charcas, y de Úrsula de Zárate. Martín de Munive fue un militar destacado, Señor del Mayorazgo y Vínculo de Munive, y Caballero de Santiago desde 1634. A partir de 1668 fue el V Conde de Peña Florida, pues heredó ese título con los Señoríos de las Villas del Molar y del Vellón de su pariente Bernardino de Arancibia Sasiola y Eguino, que murió sin sucesión. Martín de Munive murió en 1683 y como su primogénito también había muerto, los títulos recayeron en su segundo hijo, Lope Antonio de Munive, Presidente de la Audiencia de Quito, que desde entonces ostentó el título de VI Conde de Peña Florida.
Lope Antonio de Munive había sido colegial en el Mayor de San Bartolomé de Salamanca. En la década de 1650 estudió derecho y se graduó de licenciado. Entre 1661 y 1663 fue profesor de Instituta y Código de Propiedad. Fue Caballero de Alcántara desde 1666, ocupó el cargo de Consejero de Su Majestad, y en 1665 Felipe IV lo nombró Oidor de la Audiencia de Lima. Se trasladó al Perú y se posesionó del cargo el 5 de junio de 1666.
En 1668 el Virrey Lemos lo envió a Chile como juez visitador del gobernador Francisco de Meneses. Meneses, que había gobernado de forma despótica, estaba acusado de insubordinación en contra de sus superiores y de enriquecerse de forma ilícita, entre otras decenas de cargos levantados en su contra. Pero la acusación más grave e insólita fue la de haber sido cómplice de la expedición inglesa del Capitán Narbrough y otra posterior de un tal Capitán Wood, y de que con su ayuda pretendía separar el territorio chileno del Imperio Español y crear un reino independiente bajo su mando. Meneses huyó cuando supo de la llegada de Munive pero fue capturado y encarcelado en la ciudad de Trujillo donde murió en 1672, antes de que se dicte la sentencia en su caso.
Cuando Munive regresó a Lima, el Virrey Castellar lo nombró Gobernador de Huancavelica, cargo que ocupó desde el 6 de diciembre de 1674 hasta el 16 de abril de1677. Luego fue Presidente de la Audiencia de Quito donde hacia 1688 fue notificado del nombramiento para algún cargo en una Cancillería Española, pero se enfermó y dictó su testamento el 21 de abril de 1689, cuando estaba ya muy delicado de salud. Falleció en Quito, cinco días después, a los cincuenta y nueve años de edad. El cargo de presidente quedó vacante, y le correspondía ejercerlo interinamente al oidor más antiguo hasta que llegue el nuevo titular con nombramiento del Rey. El favorecido fue Miguel Antonio de Ormaza y Ponce de León, oidor desde abril de 1679 y presidente interino de hasta 1691, en que se posesionó Mateo de la Mata.
En términos generales Lope de Munive hizo un buen gobierno, aunque el juicio de residencia póstumo que le practicó Mateo de la Mata entre 1691 y 1692 no arrojó resultados muy positivos. Treinta y tres cargos se levantaron en su contra, siendo los más importantes el haber intervenido en la elección de provinciales de las órdenes religiosas y en la provisión de curas, cohecho, deudas sin pagar, parcialidades, actividades comerciales, inasistencia a las sesiones de la Audiencia y desorden en la Caja Real. Según varias declaraciones había practicado el comercio y tenía obrajes en Quito, lo cual era expresamente prohibido para quienes ejercían funciones de gobierno. Sin embargo fue absuelto por sentencia póstuma de 1695.
Cuando murió varias personas tenían deudas pendientes con él por un total de ciento cinco mil doscientos pesos. Sus bienes estaban valorados en doscientos veinticuatro mil pesos, sin incluir muchas alhajas en manos de sus hijos, los bienes y joyas que había perdido en un reciente naufragio y porcelanas e imágenes tan finas que su valor era inestimable, pero que no podían venderse en Quito. Además tenía una biblioteca con mil doscientos veintinueve libros, lo que demuestra que se trataba de un hombre culto y estudioso.
Munive se había casado con Leonor Ortiz de Amesaga Cerferín pero ya era viudo cuando llegó al Perú. Se casó por segunda vez en Lima el 28 de mayo de 1672 con Leonor María de León Garavito y Messia quien, a pesar de ser natural del Perú, obtuvo permiso para casarse con cualquier oidor que quisiera, gracias a los servicios prestados por su padre y al pago de cuatro mil pesos. Leonor de León nació en La Plata, era hija de Andrés de León Garavito, natural de Lima, Caballero de Santiago y Oidor de la Audiencia de Charcas, y de Constanza María de Messia, nacida en Sevilla y hermana de Diego Cristóbal de Messia, I Conde de Sierra Bella y Oidor de Quito entre 1656 y 1664.
Lope Antonio de Munive y su segunda esposa tuvieron seis hijos, cinco varones y una mujer, que se quedaron huérfanos desde niños y se criaron en Lima con su tío materno el Licenciado Francisco de León Garavito, racionero de la catedral. Pero además reconoció tres hijos fuera de matrimonio, llamados José, Carlos y Lope de Munive.
Luego de la muerte de Lope de Munive, el título de Conde de Peña Florida pasó a su sobrino Francisco de Munive y Ugarte, hijo de su hermano mayor, quien hubiera llevado el título de no haber muerto antes que su padre. Sin embargo, Martín José de Munive y León Garavito, hijo mayor de Lope de Munive y Leonor de León, adquirió el título de I Marqués de Valdelirios el 19 de julio de 1703 en parte como un reconocimiento del Rey Felipe V por los méritos de su padre.