Desde que salíamos de
Barcelona, cuanto afán por llegar a
Valencia, pues llegando a este punto enlazábamos para Minglanilla y Motilla del Palancar, de ahí para
San Clemente ¡qué bonito, que olor a trigo, cebada, olor a
campo, a campo de LA MANCHA, a
pueblo recien levantado, sus gentes a
comprar el
pan recien horneado, nos miraban al pasar, reconocían las matrículas de los
coches, también porqué no, algunos nos saludaban sin conocernos, preciosa estampa de los años 70. Pasabamos La Mancha, sigo Villarrobledo,
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