Ubicado en el municipio conquense de
Paracuellos de la Vega, en Castilla-La Mancha, se levanta en un alcor, formando un eslabón de la cadena defensiva a la que dio origen la conquista de
Cuenca por Alfonso VIII. No ocupa el lugar más alto de la loma, pero sí el corte que protege el barranco que domina el
valle. Fue donado, junto con el
castillo de
Monteagudo de las Salinas, a la
iglesia-
catedral de Cuenca y a sus obispos en 1187, por el rey Alfonso VIII