Ubicado en el municipio conquense de
Paracuellos de la Vega, en Castilla-La Mancha, se levanta en un alcor, formando un eslabón de la cadena defensiva a la que dio origen la conquista de
Cuenca por Alfonso VIII. No ocupa el lugar más alto de la loma, pero sí el corte que protege el barranco que domina el
valle. Fue donado, junto con el
castillo de
Monteagudo de las Salinas, a la
iglesia-
catedral de Cuenca y a sus obispos en 1187, por el rey Alfonso VIII. 1
De planta trapezoidal, a él se accede por un
camino labrado en la
roca. Su construcción es a base de sillarejo esgrafiado con sillares en las
esquinas, mientras que dinteles de
puertas,
ventanas,
arcos y aspilleras están construidos con
piedra del lugar. Consta de tres recintos concéntricos, conservándose del exterior toda la base de la
muralla y dos cubos almenados. Al segundo recinto se accede por una única
puerta y se mantiene en pie toda la base del recinto con tres cubos. En el interior se halla la
torre maestra, de planta pentagonal al exterior y cuadrada en el interior. 1
Al pie del castillo se conservan las
ruinas de lo que fue el antiguo
pueblo y en donde hasta el siglo xvi existía una población avecindada. Allí se encontraba la iglesia de Nuestra Señora del Castillo, construida entre 1529 y 1537, de la cual no se conserva ningún resto