Historia de “amor” entre un portillano y un abeto.
En 1980, cuando yo era residente en Canadá, tuve que regresar urgentemente a Portilla por motivos personales.
El aeropuerto de Mirabel está ubicado a unos 35 kms de mi casa de Montreal y durante el trayecto, por razones fisiológicas inesperadas, estuve obligado a parar mi coche en la cuneta de la autopista, adentrarme en el bosque y vaciar, precipitadamente, mi excedente de líquido corporal.
¡Cual fue mi sorpresa y mi disgusto al constatar que había pisado y malherido a un pequeño abeto azul recién nacido!
Lo envolví en una bolsita de plástico con un puñado de la tierra donde había brotado y un poco de agua mineral que llevaba en el coche y me lo guardé en el bolsillo de mi camisa.
El scanner del aeropuerto no detectó su presencia. Yo tampoco sabía en aquel momento que estaba infringiendo las normas fitosanitarias existentes entre España y Canadá.
Dos días después, al llegar a Portilla, se lo entregué a mi jardinero. Hoy en día, el abeto azul llama la atención a la entrada de Portilla por ser el único de su especie en esa zona.
Feliciano tiene todo el mérito por haberle prodigado toda clase de atenciones.
En 1980, cuando yo era residente en Canadá, tuve que regresar urgentemente a Portilla por motivos personales.
El aeropuerto de Mirabel está ubicado a unos 35 kms de mi casa de Montreal y durante el trayecto, por razones fisiológicas inesperadas, estuve obligado a parar mi coche en la cuneta de la autopista, adentrarme en el bosque y vaciar, precipitadamente, mi excedente de líquido corporal.
¡Cual fue mi sorpresa y mi disgusto al constatar que había pisado y malherido a un pequeño abeto azul recién nacido!
Lo envolví en una bolsita de plástico con un puñado de la tierra donde había brotado y un poco de agua mineral que llevaba en el coche y me lo guardé en el bolsillo de mi camisa.
El scanner del aeropuerto no detectó su presencia. Yo tampoco sabía en aquel momento que estaba infringiendo las normas fitosanitarias existentes entre España y Canadá.
Dos días después, al llegar a Portilla, se lo entregué a mi jardinero. Hoy en día, el abeto azul llama la atención a la entrada de Portilla por ser el único de su especie en esa zona.
Feliciano tiene todo el mérito por haberle prodigado toda clase de atenciones.