"Uno de «los Doce»
Los tres pasajes evangélicos que hacen alusión a la institución de «los Doce» Apóstoles mencionan a Juan (Marcos 3:17; Mateo 10:2; Lucas 6:14). Pero el evangelista Marcos hace una referencia particular, quizá debida al ímpetu de los hijos de Zebedeo:
[...]Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo, a quienes puso el sobrenombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno[...].
Marcos 3:17
A diferencia de Simón, hijo de Jonás, a quien Jesús le modifica su nombre por el de Pedro en señal de dominio, no hay modificación del nombre de los hermanos Zebedeo, pero sí una calificación que algunos autores argumentan posteriormente con el pasaje único de Lucas, en el que se hace referencia a una mala acogida en un pueblo samaritano. La hostilidad de los samaritanos contra judíos y galileos era proverbial. Los samaritanos eran considerados cismáticos. Jesús se dirige a Jerusalén por el camino más directo, por Samaría, en lugar de ir por los caminos más frecuentados: por la costa occidental o por el Jordán abajo. Sin embargo, al buscar hospedaje, no es recibido.
[...] (Jesús) se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo, sus discípulos Santiago y Juan, dijeron:
«Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?» Pero volviéndose, (Jesús) los reprendió y se fueron a otro pueblo.
Lucas 9:52-56
Según Leal, los dos hermanos Santiago y Juan justificarían así el apelativo de «hijos del trueno» que le diera Jesús. Él no aprueba ese celo demasiado humano, pero ese ímpetu bien canalizado podría ser un medio eficaz para la obra pretendida por Jesús.
El académico estadounidense Alan Culpepper destaca el significado dado por el teólogo alemán Otto Wilhelm Betz (1917-2005) a las expresiones «Boanerges» e «hijos del trueno». El término «Boanerges» pertenece a una tradición temprana, que provendría incluso del mismo Jesús, puesto que la comunidad cristiana primitiva no tendría ningún interés en dar a sus pilares ese tipo de nombres. Así también, Jesús habría llamado a los dos hermanos «hijos del trueno», no como un apodo despectivo, sino como una promesa de lo que llegarían a ser. p. 40
La sugerencia –dice Culpepper– de que el nombre, como en el caso de Pedro, sea una promesa o una previsión de la grandeza que alcanzarían los hijos de Zebedeo es muy meritoria. Dándoles el nombre de «Boanerges», Jesús habría anunciado que Santiago el Mayor y Juan se convertirían en «hijos del trueno», testigos valientes como «voces del cielo». p. 40
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