Buenas tardes, radeños, estais pelín dormidos, ¿no?Venga, que no se diga, Sergiete, cuéntate una de las tuyas;cuéntanos alguna historia de la errá.Tejeros, lo mismo os digo y a los topos igual y las chicas qué, excepto Milagros, claro, que siempre está ahí.Bueno voy a empezar yo, con una personal.Caminando una mañana, cerca de la casa herreros(es mi paraje favorito)con mi cuñado al lado, llegamos al navajo que hay antes de llegar a la casa.Yo estaba despistado siguiendo el vuelo de un ratonero con los prismáticos, cuando me dice mi cuñado:"oye, que es eso"yo si apartar la vista del águila, le contesto:"pues un ratonero, ya te lo he dicho antes"y él me contesta:"no, si digo eso que hay en el navajo"cuando miro me quedo perplejo, había un jabato metido en el barro.Tenía una mano negra, por lo que supuse que se habría metido en algún lazo y la tendría mal.Yo tenía siempre un garrote conmigo, de esos típicos de la errá, con la porra de raiz al final, que aún conservo y entonces pensé:"pues ahora me voy por él y como está mal, nos lo comemos en caldereta.Sí amigos, el defensor de la naturaleza, el que sabía muchos secretos de los animales, pero los respetaba, estaba decidido a acabar con aquel pobre jabato.He de decir en mi defensa, que analicé la situación y sabía que el jabato con esa pata seca, duraría más bien poco.En fín, allá que se arranca el espectador, loma arriba trás el jabato, el cual, a pesar de tener efectivamente la mano derecha rígida, corría que se las pelaba y yo, que por aquella época estaba bastante ágil, estaba apunto de alcanzarle;de repente el jabato hace un regate y se mete en un chaparro bastante espeso.Yo, que abro con una mano el chaparro y levanto la otra con el garrote.Pero al apartar las ramas, veo una gorrina enorme, con más rayones a su alrededor y emitiendo unos chillidos, que me hicieron recordar cierta madrugada en el corral de los padres de Demetria, la cual le sirvió a Milagros para bautizarme.Bueno, que me enrollo;la cosa es que me quedé paralizado.pero por poco tiempo, porque en décimas de segundos, enfilé otra vez la loma, pero en esta ocasióncuesta abajo y os puedo asegurar, que a bastante más velocidad que la primera vez.En fín, que el jabato se quedó con su madre, yo me quedé sin jabato y mi cuñado se quedó perplejo al verme regresar de esa manera y sin mirar hacia atrás.Espero que os haya gustado, ya que es absolutamente cierto.Un saludo a todos los erraeños."EL ESPECTADOR".