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RADA DE HARO: Hola a todos:...

Hola a todos:

Inicio la nueva etapa del foro, esperando que vuelva a tomar fuerza y que lo utilicemos siempre en sentido positivo.

Espero también que los mensajes queden colgados, ya que, entre otras cosas, he dejado de participar por la imposibilidad de que los mensajes no desaparecieran.

Cierto es, que hay profesiones con riesgo.

En los escritos iniciales que colgué en el foro, quizá haya predominado un tono dramático, pero puedo aseguraros que nada es comparable con la tragedia que sigue a continuación.

La historia que cuentan estas coplas, se produjo hace unos treinta y cuatro años.

Me he permitido dos pequeños plagios que espero me disculpéis, en concreto de las falsas coplas del Crimen de Cuenca y del Romance del prisionero.

COPLAS DEL VETERINARIO. -

Erraeños que tengáis hijos,
Topos que tengáis toperas,
Tejeros que tengáis primos,
foreros que tengáis suegras,
*
Mirad que cosa tan seria,
en la Rada aconteciera,
una mañana de mayo
a eso de las once y media.
*
Que de mayo era por mayo,
cuando daba la calor,
y llamaron al veterinario
a casa de Salvador.
*
Mal parto tuvo una cerda
que las parias no expulsó;
la fiebre la consumía
sin que menguara su ardor.
*
Llegóse el galeno al pueblo
y a la casa se acercó.
Era alto y despejado,
y con pelos, uno o dos.
*
Entraron hasta el corral,
preguntó por la marrana
y de lo que le pasaba
con detalle se informó.
*
Con la frente sudorosa
los utensilios sacó,
y acompañó una jeringa
con dos frascos de color.
*
Con paso firme y resuelto,
se dirigió a la pocilga
y contra el marco de la puerta
con la testa arremetió.
*
El hombre quedó aturdido,
sin duda mal calculó,
puso la mano en su frente,
para calmar el dolor.
*
Con el entrecejo fruncido
en la granja se adentró,
se acercó hasta el animal
y las parias le sacó.
*
Salió luego hasta el corral
a preparar la inyección,
cargó presto la jeringa,
de los frascos que mezcló.
*
Con el arma en la mano
se encaminó hasta la estancia,
y de nuevo con fiereza,
contra el marco se pegó.
*
Quedó el pobre atolondrado
y con grande desazón.
Cayó la jeringa al suelo
y le cambió hasta el color.
*
Agarróse la cabeza
y enfurecido exclamó:
Soy un burro, soy un tonto,
esto sólo lo hago yo.
*
Él que esta historia cuenta,
la jeringa recogió,
y, conteniendo la risa,
al hombre se la acercó.
*
Con una mano en la calva,
que cambiaba su color
hacia un rojo amoratado,
hasta la cerda llegó.
*
Con la cara demacrada
y con el semblante airado,
acribilló al animal,
con deleite y con rencor.
*
Cumplida ya la misión,
dio la vuelta ensimismado,
y con miedo en la mirada,
con la puerta se encaró.
*
Esta vez, apercibido,
desde dentro de la cuadra,
doblando todo su cuerpo
con cuidado se agachó.
*
Rozaba su cara el suelo,
y con gesto de temor,
encorvado hasta el ridículo,
avanzó hacia el exterior.
*
Cruzando la habitación
se llegó hasta la puerta
y con gran decisión,
con fuerza se levantó.
*
Centrado en medio del quicio,
con tal violencia dio
contra el marco de la puerta
que la cuadra retumbó.
*
Se ha matado exclamó mi madre,
se ha matado dije yo;
la risa se no venía
y al tiempo la preocupación.
*
Como un pato mareado
el veterinario quedó,
no sabía dónde estaba,
si era paciente o doctor.
*
Tenía la cara blanca,
demudada la color,
y apretaba su cabeza,
que el golpe despellejó.
*
Con la frente amoratada,
impregnado de sudor,
sin salirle las palabras,
poco a poco reaccionó.
*
Advirtió el hombre entonces,
que olvidada en la pocilga,
la jeringa se dejó;
e hizo ademán de ir por ella.
*
Al unísono, al mismo tiempo,
los dos, mi madre y yo:
exclamamos ¡NO, NO VAYA,
QUE SE MATA, YA VOY YO!.
*
Le llegó la compostura
para poder dar color
a una jugosa factura
que produjo gran dolor.
*
Al fin se marchó aquel hombre,
que por poco allí murió,
luciendo en su hermosa calva,
un descomunal chichón.
*
En Villaescusa de Haro
vivía el pobre señor,
y abandonó al poco tiempo
el pueblo y la profesión.
*
Antes de irse, contaban,
no dormía de terror
por si llegaba otro aviso
de casa de un servidor.
***
Por increíbles que parezcan, los hechos sucedieron tal como os los cuento. Siempre he pensado que si le hubiésemos permitido recoger la jeringa olvidada, habría muerto al cuarto intento.

Lo que os he contado sucedió aproximadamente por las mismas fechas en las que estuve a punto de palmarlas, librándome de visitar la casa de Pascual sin estar invitado, gracias a la pericia al volante de uno de los TEJEROS.

Dándole las gracias por ello y por otras muchas cosas, le dedico estas coplas.

Utilizo para subir esta historia la página de la Virgen de los Estudiante, ya que fue una de las primeras fotos que introduje en el foro. Por cierto si queréis ver la imagen actual y escuchar un comentario relativo a su encuentro, podéis visitar la página: www. sanjuandelhospital. es y entrar en museo/ver vídeos.

Saludos,
mcmlv.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
historia de un veterinario