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SOTOCA: Nació en Sotoca, un 25 de Abril de 1943. Murió en su...

Nació en Sotoca, un 25 de Abril de 1943. Murió en su pueblo, un 20 de Junio del 2013 a los 70 años de edad. Nació donde le tocó y murió donde deseaba: el mejor sitio del mundo para él. Fue enterrado en el cementerio de su localidad natal.

Narraré muchas de sus vivencias a lo largo de su vida. Una vida muy corta para muchos y para él mismo. Jamás se pensaba en tal desenlace. Recordaba muy bien cualquier lugar por el que pasara de la geografía, tanto nacional como internacional, elaborando siempre algún chascarrillo de su paso por el mismo, pero llevando siempre muy presente su querida Sotoca. Le dedico estas líneas para que allá donde esté (y estoy seguro que será el mejor sitio que hay en el mundo), siga siendo feliz. Y a nosotros, al mismo tiempo, dejarnos con la tranquilidad que necesitamos por su parte.

De pequeño puedo contar poco porque me llevaba doce años. Era hijo único pero supo rodearse de sus primos, amigos y demás familia, siendo en muchos casos un hermano más. Así lo percibíamos y sentíamos. Supo llenar nuestras vidas con mucha alegría e ilusión, ya que era muy muy alegre: tenía una vitalidad insuperable. Muy amigo de sus amigos, a su alrededor no había penas, sólo alegrías, haciendo reír a todos los que le rodeaban. Con su presencia todo era mucho más animado, ya fuesen las fiestas del pueblo o cualquier otro evento en el que participase.

Domingo Zarzuela Martínez, así se llamaba. Leyendo estas líneas, muchos no habrán tenido ninguna duda de quién se trataba. A los que le conocían, rápido se les habrá ido la mente hacia esa persona. Los que le conocían un poco menos, estarán pensando: "uno así conocí yo en Sotoca", porque al estar cinco minutos a su lado, ya te era bien conocido. Tenía una ilusión enorme por las personas nuevas que conocía estando en Sotoca, a quienes aparte de atender como se merecían (es decir, BIEN), les hacía de embajador llevándolas a su cueva, sitio preferido por él. Allí guardaba su preciado líquido de oro, ni más ni menos, que su admirado vino. Para muchos de nosotros era el museo del vino de Sotoca. Los había algunos iguales, pero les faltaba esa chispa de alegría. Su ilusión cuando iba una persona nueva era hacerle beber lo máximo posible para ponerles contentos ¡y vaya que si lo conseguía en muchos casos!. Una experiencia que muchos no olvidarán a lo largo de su vida.

Domingo, por todo lo dicho, todos te recordaremos como un buen hijo, un buen marido, un buen padre, un abuelo cojonudo, un buen primo (hermano), un buen amigo, un buen compañero de trabajo, un buen vecino, un buen cliente de los establecimientos en los que te gustaba pasar un buen rato, un buen familiar y una buena persona para todos los que te hayan conocido por otras causas. Estoy seguro que a todos, todos, algo bueno les ha quedado de ti. Este es tu homenaje de los que te conocimos.