Fueron algo más de 3 años en los que
Talayuelas fue nuestro
refugio inexpugnable.
Allí estábamos a salvo de todo, de todos, de nosotros mismos.
La vida sencilla, hogareña, la leña ardiendo en la estufa del hogar.. el hogar.
Los gatos, nuestros gatos.
Nuestros viejos y sabios
amigos.
Posíblemente nunca vuelva a pisarlo, y puede que sea mejor así, por que no sé si podría soportar la nostalgia que me causarían los recuerdos de muchos de los momentos más
felices de mi vida.