El 31 de diciembre de 2003, el jefe de la trama mercenaria del 11-M, Jamal Ahmidan (El Chino), entró en el bar pequeño de Bilbao, se dirigió a donde se encontraba sentado Larbi Raichi y le descerrajó un tiro en la rodilla, por una deuda de narcotráfico. Este episodio ilustra a la perfección dos hechos distintos: en primer lugar, que el principal responsable de la colocación de las bombas del 11-M era en realidad un vulgar camello que nada tiene que ver con las redes integristas islámicas. En segundo lugar, que El Chino se movía a sus anchas por los bajos fondos de Bilbao y San Sebastián, ciudades ambas a las que viajaba con frecuencia (según cinco testigos distintos) para llevar a cabo sus negocios.
Cualquiera que conozca el País vasco sabe que nada se mueve en el submundo de la droga sin que ETA tenga constancia y sin que ETA lo controle y autorice, especialmente desde que hace ya años la banda terrorista asesinara a diversos traficantes "díscolos". ¿Quién protegía en el País Vasco las actividades de El Chino?
Cualquiera que conozca el País vasco sabe que nada se mueve en el submundo de la droga sin que ETA tenga constancia y sin que ETA lo controle y autorice, especialmente desde que hace ya años la banda terrorista asesinara a diversos traficantes "díscolos". ¿Quién protegía en el País Vasco las actividades de El Chino?