Con datos puros y duros, datos contrastados, Durán y Dávila salen al paso de esa suerte de amnesia histórica del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, producto de su afán por abrir las tumbas de la Historia para desenterrar los fantasmas del pasado, sacando de nuevo a pasear por valles y montañas a los tradicionales demonios familiares históricos de los españoles, y sobre todo, por subir a los altares de la excelencia republicana de su abuelo el capitán Juan Rodríguez Lozano.
La gran revancha es precisamente el fruto de una ardua y muchas veces dificultosa investigación sobre el capitán Rodríguez Lozano, mediante la cual los dos autores desentrañan las motivaciones últimas del presidente del Gobierno. Durán y Dávila han querido saber quién era ese prócer de la filosofía que setenta largos años después es la luz ideológica de su nieto. Y los dos avispados periodistas han demostrado que tras la figura del abuelo que Zapatero muestra -con ese modo marketiniano de dirigirse al respetable como si fuera uno de esos Testigos de Jehová que va de puerta en puerta- no es todo oro lo que reluce.
La gran revancha es precisamente el fruto de una ardua y muchas veces dificultosa investigación sobre el capitán Rodríguez Lozano, mediante la cual los dos autores desentrañan las motivaciones últimas del presidente del Gobierno. Durán y Dávila han querido saber quién era ese prócer de la filosofía que setenta largos años después es la luz ideológica de su nieto. Y los dos avispados periodistas han demostrado que tras la figura del abuelo que Zapatero muestra -con ese modo marketiniano de dirigirse al respetable como si fuera uno de esos Testigos de Jehová que va de puerta en puerta- no es todo oro lo que reluce.