Jamás volveré a someter a un pájaro a 300 km. De viaje en caja de zapatos. Puede que lo matara la peste de las abarcas viejas que dicha caja contuvo, o las curvas de Cabrejas, o el huevo duro... En fin: me avergüenza decirlo, pero hubiera sido mejor que se lo comiera un gato.
Los gestos de este animal me marcaron de por vida, como a la hermana Blasa. No puedo evitar moverme como él.
Seguiré sintocinando.
Los gestos de este animal me marcaron de por vida, como a la hermana Blasa. No puedo evitar moverme como él.
Seguiré sintocinando.