Ya la tarde va cayendo
Por la calle de la aldea;
Los niños vuelven gozosos
Cual pájaros, de la escuela,
Alegrando con sus gritos
La QUIETUD y la TRISTEZA
Que parecen el aliento
De las tranquilas viviendas.
La comida de la tarde
En el hogar se calienta;
Ya retornan los labriegos;
El humo azulado ondea
En los tejados OSCUROS,
Mezclándose con la niebla,
Que va flotando en jirones
Por los altos de la sierra.
En el CIELO GRIS DE INVIERNO
Brillan perdidas estrellas...,
Pronto volverá la noche
Con su sudario a la aldea.
Rompen de pronto el silencio
Melancólicas cadencias
De músicas y canciones;
Salen corriendo a las puertas
Las muchachas y los niños,
Y los ancianos se alegran;
Ladran con FURIA los perros...
¡Qué hermosa fiesta!
Unos hombres taciturnos
Y una graciosa chicuela
Entran tocando y cantando
Por la calle de la aldea.
Son unos hombres callados,
De mejillas macilentas,
De luengas barbas oscuras
Y mirada lastimera.
Sus DESTEMPLADOS VIOLINES
SOLLOZAN LA MISMA QUEJA,
Y el ritornelo monótono
De unas canciones muy viejas,
ES COMO UNA ETERNA LáGRIMA
APRISIONADA EN LAS CUERDAS.
En los ojos de la niña
La "NOSTALJIA" se refleja,
Y en sus cantos MELANCóLICOS
Flota un dejo tal de pena,
Que más que cantos parecen
Suspiros hechos cadencias.
J.R. JIMéNEZ.
Por la calle de la aldea;
Los niños vuelven gozosos
Cual pájaros, de la escuela,
Alegrando con sus gritos
La QUIETUD y la TRISTEZA
Que parecen el aliento
De las tranquilas viviendas.
La comida de la tarde
En el hogar se calienta;
Ya retornan los labriegos;
El humo azulado ondea
En los tejados OSCUROS,
Mezclándose con la niebla,
Que va flotando en jirones
Por los altos de la sierra.
En el CIELO GRIS DE INVIERNO
Brillan perdidas estrellas...,
Pronto volverá la noche
Con su sudario a la aldea.
Rompen de pronto el silencio
Melancólicas cadencias
De músicas y canciones;
Salen corriendo a las puertas
Las muchachas y los niños,
Y los ancianos se alegran;
Ladran con FURIA los perros...
¡Qué hermosa fiesta!
Unos hombres taciturnos
Y una graciosa chicuela
Entran tocando y cantando
Por la calle de la aldea.
Son unos hombres callados,
De mejillas macilentas,
De luengas barbas oscuras
Y mirada lastimera.
Sus DESTEMPLADOS VIOLINES
SOLLOZAN LA MISMA QUEJA,
Y el ritornelo monótono
De unas canciones muy viejas,
ES COMO UNA ETERNA LáGRIMA
APRISIONADA EN LAS CUERDAS.
En los ojos de la niña
La "NOSTALJIA" se refleja,
Y en sus cantos MELANCóLICOS
Flota un dejo tal de pena,
Que más que cantos parecen
Suspiros hechos cadencias.
J.R. JIMéNEZ.