Hubo un tiempo, cuando la casa estaba aún en pie, que nuestras madres nos decían: "Como vayas a jugar a la casa del "Turi" te la ganas". No hacíamos caso, ignorando el peligro que encerraba la casa, todos acudíamos a ella para jugar al escondite y coger nidos de tordo por sus tejados. También tocábamos un viejo piano que había en una de sus habitaciones. Muchas veces nos sorprendía Salvador, el de la esquina de la plaza, y nos perseguía con su vestugo. Por cierto, el vestugo se lo podría haber metido en...