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TRESJUNCOS: Reflexiones sobre las tradiciones:...

Reflexiones sobre las tradiciones:

Uno de los recuerdos más gratos que conservo de la infancia es la procesión de San Antón. Todos los borricos y borricas (en sentido literal, claro) del pueblo eran conducidos a la iglesia, donde eran bendecidos para asegurar su salud, y por tanto la capacidad de servir a sus dueños.

Con sus mejores atalajes, los animales desfilaban por las calles de Tresjuncos, para regocijo de las criaturas que los contemplábamos con la boca llena de tostones (trigo y cañamones tostados).

Aunque hacía bastante frío, esta festividad era preludio de días más largos, de una primavera ya gestada, de verdes siembras y ramas de almendro preñadas de yemas, que se abrirían seguramente para carnaval.

San Antón, San Blas, La Candelaria... siempre han protegido a las reses. Excepto al Gorrino Antón, cuya vida terminaba precisamente ahora. El afortunado que ganaba el sorteo del cerdo, debía reponer el animal para el año siguiente. ¡Qué feliz debía ser ese animal, deambulando libre por las calles y recibiendo todo tipo de manjares.

"San Antón a San Roque le pegó un palo, y el perro al gorrino le mordió el rabo"
Detrás de esta irreverente coplilla latía el corazón pagano de un pueblo ancestral.

Un pueblo no es sólo un conjunto de personas; un pueblo supone tener identidad cultural. Sin identidad Tresjuncos se convertirá, en el mejor de los casos, en un conjunto de personas, pero jamás volverá a ser pueblo.

Mantener la identidad no es incompatible con el progreso. Pensad que los pueblos más prósperos de España son precisamente aquellos que tienen más rasgos identificativos: catalanes, vascos y navarros... aunque por mucho que ellos crean, ser diferente no implica ser mejor que el vecino.