TRESJUNCOS: Cuando repartieron el don de la paciencia me agraciaron...

Cuando repartieron el don de la paciencia me agraciaron con una parte tan grande como el verdadero y santo Job.

A medida que he ido creciendo, o mejor, me hago mayor, siento que el Olimpo me puede agraciar, aunque no lo imaginara, con mayor dosis de esta comida que alienta y alimenta en gran medida mi espíritu.

¡Gracias!

En mi pequeña habitación, donde tengo mi computadora conectada a Internet, dispongo de una imagen, para que me ayude con su sufrimiento, de Sísifo.

Al este pobre desgraciado, lo condenaron a empujar cada día una gran piedra que debía subir hasta una montaña. Una vez que lo había conseguido, dejaban caer esta misma mole rocosa por la noche, para que al día siguiente recuperara esta ingrata labor. Y así hasta el infinito.

Este gran y verdadero paciente, no como Job, que una vez hubo esperado pacientemente, Yhaveh, le agració con mayores riquezas de las que adornaban antes de la prueba su grata vida; es mi ídolo, al que venero y cada día suplico que me ayude a pasar las desgracias y sinsabores de la vida.

¡Oh Sísifo, Sísifo, cuánto te debo!

¡El otro es un gran impostor que nos colaron en el Viejo Testamento!

Por cierto, Job, dónde he dicho yo que he visto un nido de avefría.