Con el paso del tiempo, se fue constituyendo un intrincado conjunto de dependencias, en las que residían los miembros de la orden, que se unieron a la fortaleza y a la
iglesia construida tras la conquista cristiana. Tras el fin de la Reconquista, el conjunto de
edificios sufrió una remodelación radical, que acabó con gran parte de los elementos defensivos del
castillo y le dio el aspecto actual.