Terminada la contienda, fue utilizado por la recién instaurada dictadura como
campo de concentración de prisioneros republicanos, operando desde el 1 de abril de 1939 hasta el
verano de ese mismo año, llegando a hacinarse allí hasta 5000 cautivos. Posteriormente, se dedicó a cárcel para presos políticos entre 1939 y 1943, muriendo en este periodo centenares de detenidos republicanos (los cálculos más conservadores hablan de 294 defunciones comprobadas), ajusticiados en virtud de sentencia o sin ella, a causa de diversas enfermedades o por palizas y torturas.