Es una pena que en un pueblo tan divino como Uclés no tengas un sitio donde tomarte una caña. Cuando me jubile pondré un bar y me haré rico. Aunque para entonces no se para qué querré tanta pasta. Bueno, esta idea se la regalo a cualquier joven emprendedor que no quiera esperar a la jubilación para enriquecerse y disfrutar. ¡ánimo! que las posibilidades turísticas de Uclés son enormes; el dinero espera en los bolsillos de los sedientos peregrinos.
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