Foto de José Manuel H
aceitunero [a-cei-tu-ne-ro]
adj. Que coge o vende
aceitunas. Usado también como sustantivo. Lugar donde se guarda la
aceituna.
Diccionario de la lengua española
aceitunero, ra
1. m. y f. Persona que coge, acarrea o vende aceitunas.
2. m. Sitio destinado para tener la aceituna desde su recolección hasta llevarla a moler.
3. f. Ext. Época en que se recoge la aceituna.
Aceituneros de
Jaén en el siglo pasado
La recogida de la aceituna en el siglo pasado era muy laboriosa, los trabajos, todos se hacían a mano, empezando por ir al corte de trabajo a pie y volver igualmente a pie, en estos tiempos, todos los cortijos estaban habitados por muchas
familias y todas tenían muchos hijos, era muy frecuente ver familias con ocho, diez o más hijos, además en el tiempo de la recolección de la aceituna, se iban a vivir a los cortijos, la mayoría de los trabajadores, que vivían en los
pueblos y ciudades, con toda su
familia, de esta forma, el trabajo les cogía más cerca. En aquellos tiempos las jornadas de trabajo empezaban muy temprano, y terminaban poco antes de
anochecer, se trabajaba, como se solía decir, de sol a sol, los hombres con varas de madera daban palos a los
olivos para tirar la aceituna al suelo, las mujeres eran normalmente las encargadas de cogerlas del suelo y transportarlas a la criba, para limpiarlas de las impurezas que llevaban, como
piedras, tierra, etcétera, después de limpias se llenaban sacos, cargándolos en las bestias, que normalmente era mulos, por ser animales más nobles para estos trabajos, para llevarlas al
molino o almazara, y morturarlas. En estos tiempos los
campos de olivares solo se laboreaban con las yuntas de bestias, que a la salida del
invierno, o empezando la
primavera, se le daba una vuelta de arado, éste trabajo de laboreo siempre lo marcaba la climatología, según había sido el invierno de
agua, o la primavera, luego más adelante en
verano, se les daba con la grada o rastrón para alisar la tierra y dar polvo a los olivos, esto era, para tapar todas las grietas de la tierra y guardar mejor la humedad del
olivo, además el polvo que hacia el rastrón era para que se impregnaran todas las hojas de los olivos y así amortiguar mejor las fuertes calores del verano, de la campiña jiennense.