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VILLAREJO DE FUENTES: armada de juveniles gastadores, fusiles al hombro,...

armada de juveniles gastadores, fusiles al hombro, bayonetas caladas. ¿Por qué? Será para seguir recordando que hasta después de ejecutado el Jesús crucificado sigue siendo prisionero y reo justiciable o será para apartar seguidores a sus mensajes de pacificación, voy mas allá, será por desgracia que quienes mandan milicias temen que Jesús, Hijo del Padre, Espíritu Santo, pregonero de tantas y tantas inconveniencias para los poderosos pueda volver a resucitar y recordar ahora con ira divina lo que hace veinte siglos pregonó con divina humildad.

Con paso lento, y formando variopinto cortejo, tras el túmulo, van sacerdotes y acólitos, revestidos de los sacros ropajes más ostentosos guardados para la ocasión en la centenaria sacristía. Desgranan monótonas letanías en incomprensibles latinajos, reparten hisopazos de agua bendecida y de vez en cuando, con desafinada ronquera, inician las primeras estrofas de salmos que emocionadamente siguen los acompañantes.

Tras la comitiva sacerdotal, y como escolta cívica de las misma, siguen autoridades y políticos locales, puede ser que hasta se encuentren presente en esta ocasional hermandad desde radicales anticlericales hasta los más fanáticos conservadores, acompaña también en ocasiones algún ilustre huésped de la villa, que el protocolo local situará donde mejor corresponda a su rango social. Visten todos o de lo mejor del El Corte Inglés, o de lo más asequible del honrado abacero local, siempre ternos oscuros, severos, con la exótica presencia de austeras corbatas, no por color o diseño, ambos siempre convencionales, si no por ser prendas inusuales en otras fechas y en otras ocasiones. Les sigue después el pueblo llano, mezclado en grupos que nunca adiviné si se formaban por afinidades familiares, amistades, posición social o concurrencia de ideas, lo que sí percibo, más bien lo que creo que percibo en muchos rostros, o quizá solo en algunos, es un hálito de devoción, un musitar de suplicas al símbolo divino. Unos, trasluciendo ansiedad, imploraran milagro para males y achaques, otros, con rostro impávido y labios sellados para mejorar cosechas que remedien necesidades imperiosas, y hasta los hay que la bendición esperada, con fe calvinista, urgen al crucificado para que les siga bendiciendo e incrementando su fortuna monetaria. Y así en su recorrido lento, recogido y solemne por las viejas calles y plazas, se va deslizando sobre fachadas y tapias la sombra engrandecida y deformada que proyectan las farolas públicas o de la luz que se escapa de las salas de casas orgullosas del buen augurio que esperan les traiga ese año el paso frente a ellas de la sacra comitiva y creando un ambiente, que según que ojos lo vean, será santo y solemne o será tétrico y siniestro.

Volverá la figura del Cristo muerto a su refugio eclesial y, reincorporándose con la solemnidad con la que salió, entonará la banda de música el segundo himno nacional del día al cruzar el atrio la sacra y sangrante imagen.

La procesión ha terminado, pero la fiesta sigue, se ha cumplido con lo divino, se reinicia lo humano, y como no olvidemos que es fiesta heredada de arcanos ritos paganos, pocos saben que posiblemente se esté celebrando en realidad la fiesta a Ceres, diosa romana de la cosecha. Sea esta, la recolección, buena o mala, aunque siempre peor de lo deseado, y a veces no dando ni siquiera para la sementera del nuevo ciclo.

No se en realidad si es en la Plaza Mayor o en la mayor plaza, donde desde balcón bien situado, las autoridades locales escoltan al ilustre orador del año, el cual, tras breve presentación por el Sr. Alcalde, inicia su perorata contando las grandezas históricas de la villa recordando a sus ilustres hijos y dispersando mil elogios sobre la hospitalidad de sus anfitriones, la belleza de sus mujeres, la hombría de sus varones y la hermosura de la población, posiblemente también añada, lo que ha progresado la villa en los últimos tiempos, siempre claro está, aquellos en que la gobierna el partido actual, cuyo representante electo se encontrará a pocos centímetros de su espalda.

Y sigue la fiesta cívica, sobre la hora nocturna en que deja de ser hoy y es mañana, unos fuegos artificiales, pagados con mil esfuerzos presupuestarios, iluminarán el cielo, y entre brillantes colores y estampidos de pólvora china y truenos morunos, la admiración de los asistentes llegará a su cenit cuando una traca de bengalas multicolores ilumine durante unos segundos el sacro retrato de la patrona local, acompañando tan emotivo acto las notas de la banda de música atacando de nuevo “La marcha de granaderos”, himno nacional, curiosamente escrito en 1760, en su palacio de Sanccouci en la berlinesa Postdam, por el Rey Federico II, tan prusiano como homosexual.

Los eventos religiosos programadas para este día han concluido, por un lado, la juventud se va reuniendo en sus lugares habituales de esparcimiento, iniciando conversaciones y charlas pueriles con algún inocente coqueteo, y circulando de mano en mano alguna que otra litrona. Por ser Fiesta Patronal, se acompañan de conjunto musical traído de donde solo lo sabe su representante y que con más vigor juvenil que inspiración artística entona frenéticos ritmos modernos, intercalando de vez en cuando algún bolero que agradecen los declaradamente enamorados, o los que hace años dejaron de ser muchachada.

La madurez también se deja llevar por la necesidad de lúdico esparcimiento y grupos de amigos, y familias tanto por parte de él o de ella, se sientan alrededor de lo veladores del moderno bar que presta servicio local y hacen honores al pagano Baco, olvidándose esa noche del habitual consumo del recio vino local y saboreando güisquis y bebidas espirituosas de moda. De vez en cuando, entre copa y copa, entre voluptuosidad y realidad, el pensamiento se escapa tratando de adivinar si los dones del Santo Patrón serán generosos hogaño mejorando los de antaño.

Mi relato se apaga, pues ni mis años ni mis achaques me permiten ya ver terminar fiestas en horas tardías ni aquellas generosas al paladar tanto de lo sólido como de lo líquido,.

Termino pues con lo que yo creo que he visto, y si alguien al leerlo cree que contiene la más mínima acritud, censura, critica o mofa, está tan equivocado como yo al creerme que soy capaz de contar algo con coherencia.


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